Remitámonos al otro asunto, que nos ocupa hoy, como lo son las enseñanzas que nos debieron haber dejado como efectos directos y colaterales la pandemia del COVID-19; vistos desde el plano espiritual, vale aclarar diferente al enfoque religioso, en los colombianos.
EL
CONFINAMIENTO
Empecemos aceptando,
que a la inmensa mayoría les afectó, no solo la pérdida de alguno, o varios, de
sus seres queridos; también lo fue, derivado del confinamiento, la pérdida del libre
albedrio al momento que querer desplazarse hacia algún otro lugar.
Ya sea para
trabajar, en la búsqueda de empleo o trabajo informal para el sustento diario,
visitar parientes o amigos; o para viajar…Todos cumplían con el propósito de evadir
la rutina diaria, que tanto tedio produce, de permanecer, casi todo el tiempo,
en casa.
Esa casi que
“prisión domiciliaria” puso a prueba la inteligencia emocional, tan necesaria, para comunicarnos armoniosamente con nuestros seres más queridos: cónyuge,
hijos, hermanos, padres y familia; así como con la sociedad en general.
Los
que querían, y podían, se refugiaron en las plataformas y redes sociales; el
trabajo virtual ocupó un importante lugar desde lo económico; pero no favoreció
a todos.
Los
que no tenían ese privilegio, o lo perdieron, optaron por una rutina diaria que
incluye: quehaceres domésticos, ejercicio físico, lectura, escritura, meditación entre otros; más, como siempre, los que
se dedicaron a dormir.
No
obstante, lo anterior: los miedos, angustias y las pasiones se desbordaron; lo
que significó para muchos sufrir por la ansiedad y la depresión; aunque hay que
reconocer, las redes sociales sirvieron de catarsis para atenuar esas crisis
existenciales.
Lo que rápidamente generó el deterioro de la unidad familiar –
expresado en violencia psicológica y física - eliminando de tajo la
comunicación afectiva y efectiva entre los miembros.
REINVENTÁNDONOS…
MIRANDO HACIA EL INTERIOR
Sin ser
proclives a filosofar, creemos, fue la gran oportunidad – los que se
propusieron hacerlo – para realizar el ejercicio, algunos acudieron al yoga, otros
optaron por no seguir mirando hacia afuera buscando chivos expiatorios o
cómplices de esa nueva y angustiosa infelicidad.
Los que
acertaron fueron todos aquellos que, por alguna razón, sintieron la necesidad, de
intentar conocerse a sí mismo, buscando reinventarse y hacerse resilientes
frente a los retos que les impuso la pandemia.
Lo fue el propósito,
que apenas comienza, de empezar a conocerse mejor para comprender a los demás y
a la realidad que le rodea.
Para de esta
manera lograr valorar a las personas que le rodean en la cotidianidad; y de
esta manera conservar el equilibrio emocional, tan necesario, en momentos
difíciles.
EL
EGO… NUESTRO PEOR ENEMIGO
Para los que
siguen intentado, no es fácil lograr la transformación, alcanzar la paz
interior; aparte que requiere de mucho esfuerzo y tiempo, para lograrlo deben
de procurarse un mayor espacio en la parte espiritual.
Volvemos a
repetirlo, muy diferente al enfoque religioso, que dicho sea de paso también ayuda;
pero no es, en esta ocasión, nuestro propósito el resaltarlo e intentar
interpretarlo.
Proceso que tiene
como prerrequisito empezar el negarse a dejarse guiar por la banal opinión de
los demás; que en ocasiones solo busca hacerte más daño.
Ese paso
significa intentar controlar ese despiadado y poderoso enemigo interno al que
reconocemos como ego; que nos muestra lo que no somos y que afanosamente
utilizamos para aparentar.
Revisemos lo que
el maestro espiritual Osho, aclarando que él no ofrece soluciones, si unas
herramientas para que las personas las encuentren por sí mismas.
“El
ego es justo lo contrario de nuestro verdadero ser. No es ese sustrato de
nuestra existencia en el que nos reconocemos, sino una falsa identidad que
adoptamos en nuestro proceso de socialización precisamente para que,
reflexionando sobre lo accesorio, no nos plateemos preguntas sobre lo verdadero”.
“Al
ser un engaño, el ego rehúye lo sencillo, pues lo delata” … “es nuestra
ambición la que dará la medida de nuestro ego, que es también la medida de
nuestro fracaso”.
En todos los
casos es largo y en ocasiones agobiante el camino en la búsqueda de la
felicidad plena, ya que ésta no existe, solo son válidos unos instantes de
felicidad y es lo que hay que aprender a disfrutar con intensidad.
Por aquello que
llegan y rápidamente se van. Recuerda aquella sonada frase que la explica… “Éramos
felices y no lo sabíamos”.
BUSCANDO
LA SALUD MENTAL Y FISICA
Recordemos
también a Deepak Chopra… “La conexión psicofisiológica nos introduce en el área
fascinante de la coordinación entre mente y cuerpo, y nos lleva a reconocer una
plenitud a nuestro alcance”.
Por esa sencilla
razón es por lo que, cuando se pierde ese equilibrio, mente/cuerpo, con gran
facilidad, nos enfermamos así sea desde un simple resfriado y hasta de una
enfermedad catastrófica.
También nos dejó
claro que “la salud, no solo es la ausencia de enfermedades”, es también la
búsqueda de bienestar espiritual, es sentirse realizado y en armonía con el
mundo, así sea en los más mínimos logros y detalles personales.
PODER
SIN LÍMITES
En este punto,
del análisis personal, es indispensable dejar, de lado, LA APTITUD:
sinónimo de talento, competitividad, idoneidad y destreza; para concentrarnos
en LA ACTITUD.
Para entenderlo
citemos a Anthony Robbins cuando sentencia con la siguiente frase “La vida
pagará cualquier precio que tú pidas”.
Lo anterior
significa que el reto del desarrollo personal no está precisamente en
aprovechar todas las oportunidades que te da la vida; sino en nuestra actitud centrada,
sigilosa y serena, para clasificarlas y enfrentarlas.
Importante “Solemos
pedirle a la vida un precio bajo, limitando nuestras ambiciones, siendo presas
de la frustración o el miedo de ir más allá”.
Sin embargo,
también debemos recordar “La leyenda de Ícaro” que se sintió dueño del mundo…Y
quiso ir más alto todavía; acercándose demasiado al sol… el calor le derritió
la cera de sus alas… cayo y murió.
¿QUE
ES LA ALEGRIA?
Intentar
transitar el camino de la felicidad, significa como la afirma Jorge Bucay…” Ser
feliz no quiere decir necesariamente estar disfrutando, sino vivir la serenidad
que me da saber que estoy en el camino correcto hacia algo placentero,
disfrutable, hacia algo que tiene sentido para mí”.
Finalmente, si
la felicidad es lo que todos, absolutamente todos, buscamos en la vida;
entonces ¿Qué es la alegría? ¿Será aquello que surge espontáneamente en mi
interior, como recompensa de algo bien hecho? Así el único observador y juez sea
usted mismo. Amanecerá y veremos.