sábado, 7 de junio de 2014

¿CIEGOS, SORDOS Y MUDOS?


“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía habría de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo…” Mil gracias Gabo.

Antes de dar inicio, a esta corta conversación con usted atento y respetado lector, déjenme aclararle que lejos estoy de utilizarlas - esa situación de discapacidad -  de manera peyorativa, en relación a las personas a las que les acompaña dichas limitaciones, por nacimiento  o traumáticamente adquiridas y por las cuales solo profeso  respeto y admiración, sin llegar a convertirse en conmiseración.

Debiendo ser fortuna pero con el riesgo - por aquello de la ley de las probabilidades - de convertirse en  una desgracia, de un poco más de 30 millones de compatriotas, más de la mitad se niega a votar y otros tantos ilusos prefieren el voto en blanco, tal vez, anhelando el color de la paz.

Primera pregunta ¿Por qué la negación? Porqué esa mayoría, que todo lo podría cambiar,  se aferra al desencanto y al cansancio ¿o será por fatiga? y ¿Por qué no le huyen a la siniestra manipulación?

En repetidas ocasiones, lo hacen, tal vez por conveniencia o ignorancia; ya sea que  formen parte del botín de la guerra, o por la aceptación pusilánime que la única - en especial todos aquellos que aún creen que nunca les llegará la guerra - salida es la posible la intensificación del conflicto armado, alejándose de la búsqueda sincera por la paz.

Por aquello que “El fin justifica los medios” es la  clara actitud, del lugareño ilustrado, que sigue ciegamente a sus amos, cuando le enseñan que se debe confesar.

Frente a esa inocultable realidad algunos siquiatras, sociólogos y antropólogos manifiestan que todo se debe a que somos hijos de la violación, el incesto y la usurpación, realidad un poco mágica, que dio  inicio con esa desesperada aventura hace un poco más de 521 años, cuando los primeros en desembarcar fueron presidiarios, vagos, borrachines, asaltantes, violadores y en general canallas en busca de poder y riquezas.

Comenzando el holocausto indígena, con siniestras intenciones soterradas bajo el signo de la cruz, la más colosal herejía; los recién llegados se acompañaron con recién comprados pergaminos: principies y princesas, condes y condesas éstas acompañadas de febriles duquesas, virreyes y plebeyas, todo servido para empezar a colonizar. Como resultado, de esa orgia de sangre, se crea toda una nueva raza multiétnica, engañosamente, difícil de interpretar.

Ahora si…y sin otra intención que acudir al llamado - por el voto inteligente en busca de la genuina paz - comparto con usted, y como homenaje silencioso al inmortal Gabo… una frase…que por fortuna y después de liberar del olvido un libro nunca dejado de lado y a mitad de camino en su lectura; el pasado quinto día de la semana y soportando, como condena, esa calurosa tarde que por fortuna algo que me encontré me hizo meditar.

Producto del escritor Gerald Martin es su generoso libro Gabriel García Márquez - Una Vida - pg. 349; aprovecho su desprendida paciencia para invitarlos a leer o releer, para muchos, su obra cumbre “Cien años de soledad”.

En su raciocinio, Martin, y refiriéndose al inmortal Gabo…destacó…”Pasó el peor día de todo aquel proceso de escritura con la muerte del coronel Aureliano Buendía, en el capitulo 13. Al igual que les ocurre a muchos escritores, vivió el final  de su personaje principal como una pérdida personal, casi un homicidio…” tal parece - segun la pluma de sus estudiosos - tiene mucho que ver la muerte como recuerdo conmovedor en la infancia del nobel.

Un poco más allá en la misma página, y refiriéndose al personaje central de la obra Cien años de Soledad; -abro un corto paréntesis - aunque Gabo insiste, en contravía de sus críticos, que su mejor libro fue “El Otoño del Patriarca”,… entonces me tropiezo con la siguiente revelación  “Aureliano es solitario, egocéntrico y despiadado, nada puede interponerse en el camino de su ambición personal.”

Fue entonces la anterior frase, la que me hizo entender el porqué de la infinita ingenuidad conque millones de compatriotas por comodidad, necesidad o fatiga tercamente insisten en caminar como ciegos, sordos y mudos acompañando con júbilo, cada uno por su lado, a los nuevos verdugos de la paz y la reconciliación.

En la recta final de este camino de la reelección ; cabe la pregunta ¿Cuantos “Aurelianos”  hacen parte de la actual lista de protagonistas donde muchos buscan la guerra y otros intentando no sepultar la paz?

Somos definitivamente un país macondiano que goza, sufre y llora por Shakira, Vergara, Sandro, Nairo y Falcao por mencionar solo algunos; un país abatido por la carga ancestral de pasiones encontradas y no resueltas.

Un país político donde la traición, la marrulla, la malicia y  el truquito son el pan nuestro de cada día; somos narcisos, hipócritas, envidiosos  y arrogantes; somos un pueblo citadino con la necesidad de volver a lo rural único lugar donde nace, vive y muere este poderoso país y donde la globalización le exige que el machete y el azadón se conviertan en los únicos instrumentos para alcanzar la verdadera PAZ.

También es cierto, que en un nación donde se impone el paradigma “todo vale“ la injuria, la calumnia y el boquinche son cínicamente los nuevos principios y valores para adoptar.

Cuando será que todos los Aurelianos… con apellido Zuluaga, Uribe, Gaviria - el José - Jiménez, Cabal, Márquez, Santrich, Londoño y muchísimos más; aparte de los “dignos“ representantes del Establecimiento que, hoy y en cierto modo para no estorbar, me niego a nombrar… silencian los fusiles y entonan canticos de paz.

Esta última preocupación va para las guerrillas, algunos huyendo con el dinero de la guerra, otros acorralados contra la frontera, la ladera o el mar; tener en cuenta la mano tendida y generosa del gobierno, no sea que se cumpla la sentencia de Pablo Emilio Escobar Gaviria “Prefiero una tumba en Colombia que una prisión en Estados Unidos” contrario a lo último, ustedes entienden que la justicia transicional es la salida. 
Porqué entonces insistir en una falsa arrogancia que ya no está a la medida de su estatura militar; y que lo hace ver, ridículo, a nivel internacional.
Finalmente y a escasos ocho días, de decidir la suerte da la patria, tal parece importunamos como ciegos, sordos y mudos ignorando el clamor de ese otro país cansado de una guerra sin fin; y que insiste sin vacilar  en continuar con los acuerdos para alcanzar la genuina paz.  
A pesar de todo seguimos empeñados en que la razón se imponga sobre la desorientación; con enorme convicción y entusiasmo estamos seguros que el próximo domingo 15 de junio pasará a la historia como el día en que el país se negó avanzar hacia un nuevo sacrificio. Amanecerá y veremos.

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