Sin haber pasado el suficiente tiempo - de la sucia
artimaña - entendimos que todo hacía
parte de una estrategia para solo obtener votos y bien diferente a ganar
adeptos; todo por aquello que la política, como negocio, perdió su doctrina como
esencia.
Frente a esta cruda realidad
y de manera deductiva entendemos que, casi,
todo es cíclico en especial la política y la economía; entonces estamos cerrando
un ciclo, de la violencia, para abrir el de la prosperidad.
Si logramos entenderlo así -
aclarando que la restricción está en la decisión que tomen los juapa y los
zurriagas - no cabe la menor duda la reelección del presidente Santos.
Entonces el gran reto, para
el domingo, es mover la enorme maquinaria de la Unidad Nacional para garantizar
darle esa segunda oportunidad a la patria de avanzar a la tan anhelada PAZ.
Para que eso suceda, la orden debería ser, cada líder debe de salir y mover por
lo menos 2 votos.
Dicho de otra forma…Si cada
uno de los 3.3 millones de votos, después de madrugar a votar vuelve y mueve 2
votos más, se asegura el triunfo.
Hoy reposadamente y basado en
la observancia de los pasados hechos y con la balanceada carga de esa
experiencia de cada uno en sus espaldas, toda campaña debe de servir de
práctica para avanzar un paso más en búsqueda de la madurez política, recordemos
que se deja de crecer cuando se abandonan los sueños y las metas.
Como viene al caso; el
talante, carácter, temple y liderazgo del gobernante se debe ajustar la frase de Nelson Mandela “Si
quieres hacer la paz con tu enemigo tienes que trabajar con él. Entonces se
convierte en tu compañero”.
Al final aprendimos a
reconocer en el adversario político la calidad y cantidad de sus propuestas,
nada diferentes a las nuestras; salvo en la genuina PAZ donde hay un abismo que
nos distancia de su precepto, el de Zuluaga, y es la orden que debe de observar y
guardar como súbdito; del que no desea la paz sino, la otra, la que supuestamente
se logra con el uso de las armas.
Más que un aprendiz de brabucón,
para gobernar este país se requiere de un pacifista; o mejor aún se requiere de
un “Sereno en el peligro y peligroso en el sereno”
Tolerante es el adjetivo con
el que defino al presidente Santos; guardó pausa y silencio cuando le gruñían
intentando colmar su paciencia; resistió y soportó la injuria y la calumnia
porque entendió que era el desespero del adversario; olvidó la ingratitud
porque no era el tiempo de facturarla.
Sonrió cuando, si se
igualaba, tenía que aullar; hizo pausa cuando tenia que replicar airadamente,
Ignoró cuando tenía que atacar, y soñó cuando tuvo que marchar aprisa para no
dejarse alcanzar.
Si se quiere avanzar en al
camino de la PAZ lo primero que hay que hacer es desarmar el intelecto para
ponerlo a pensar en paz y tranquilidad; porque los retos que se avecinan son definitivos.
Ahora sí ¿Que adjetivo define su candidato? Amanecerá y veremos.
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