sábado, 2 de noviembre de 2013

SANTOS VERSUS ZULUAGA



Voy a empezar con el final. Las guerrillas deben de entender que el ciudadano del común, dispone de todas las herramientas tecnológicas, las redes sociales, observa los noticieros, programas de opinión, escucha la radio, lee prensa; pero sobre todo piensa y siente en la cotidianidad un País estancado por el desgaste de una larga guerra; que le da motivos suficientes para entender, muy bien, lo puede estar sucediendo allá en la Habana - Cuba.

Lo que no tiene claro - aparte de verlos desfilar como vedettes a nivel internacional - es su verdadera intención en este Proceso de Paz; entendiendo, todos, que también es la última gran oportunidad que tienen, al igual que el País.

Las razones sobran, el desgaste de los años - la mayoría tiene más de 60 años - sin un ideario revolucionario, la carga a sus espaldas de una barbarie en sus acciones, su vinculación con la droga, pérdida y disminución de territorio estratégico, dificultad para obtener material bélico, medicamentos y alimentos, debilitamiento de sus principales bloques, caída de los más experimentados cabecillas y el enriquecimiento de sus actuales jefes, que solo buscan disfrutar del botín de guerra.

Que el principal acuerdo secreto, al firmarse la Paz, es pasar a la historia no como criminales, sino como hacedores de Paz y con garantías; dando ejemplo a nivel mundial.

Demostrando que, nuestra Nación,  puede caminar el sendero del crecimiento y desarrollo sostenible con responsabilidad política, social y medioambiental.

No pueden perder de vista que en la actual coyuntura, la opinión pública está cansada e incrédula sobre la verdadera voluntad de paz; máxime cuando insisten en el mismo discurso romántico de la década del 60 y 70; esa clara ambigüedad frente a una realidad del siglo XXI; los hace ver como dinosaurios políticos, que no logran descifrar la oportunidad histórica que representan.

En otro orden de ideas y apuntándole a lo mismo son los recientes acontecimientos políticos, previos a las Elecciones Presidenciales del próximo 25 de mayo de 2014, donde se observa una nueva señal para alcanzar la Paz.

Lo que para muchos, no significó sorpresa, es  la elección del Economista Óscar Iván Zuluaga Escobar como candidato, por el recién creado Uribe Centro Democrático; de hecho la Ley Electoral le obliga a cambiar el nombre. Tal vez por aquello, del inapropiado y sutil llamado al culto de la personalidad, muy propio de la era comunista de la década del 60 y hábilmente utilizado por la estrategia Uribista.

En esa elección, que lo hizo destacar - hago referencia a la convención que lo eligió - e independiente de su trayectoria como Concejal y Alcalde de Pensilvania (Caldas) municipio del que es oriundo, Senador de la República y destacado Ministro de Hacienda; no cabe la menor duda, fue tener el valor civil de enfrentarse, después de más de 10 años de obligada convivencia política, al mariscal de campo y cerebro gris, el polémico abogado  José Obdulio Gaviria Vélez.

Lo que no puede perder de vista el Presidente, el economista Juan Manuel Santos Calderón es que, el candidato de Uribe, conoce el país político y la forma como se administra la economía; dos argumentos suficientes, para que le salga a esa reelección que tanto esperamos. Porque le llegó la hora.

Lo que le resta, a Zuluaga, es la ideología de quien representa; asunto que quedó comprobado con ese primer discurso, sin ser su estilo, algunos afirman que, en su intervención, se movió temporalmente a la derecha; quedando claro el mensaje de Uribe, en cuerpo ajeno, al país; cuando afirmó que de ser elegido Presidente, acabaría con los diálogos de paz y replantearía todo el proceso.

La pretendida omnipresencia y las intenciones del ex presidente, nos debe llevar a recordar sus múltiples actuaciones intentando acercarse, casi con éxito, al poder absoluto; ese es su estilo, sobre todo en el último período presidencial, que reflejan una desbordada obsesión por el poder.

No debemos olvidar el origen y las consecuencias actuales de esos múltiples escándalos, durante el periodo de gobierno 2002-2010; entre otros, como el desafortunado  manejo de la salud, del agro, la infiltración del poder legislativo y judicial - el enfrentamiento directo con las cortes - los falsos positivos, el incendio y cierre de nuestras fronteras en especial con Ecuador - hoy día un aliado estratégico - y Venezuela - progresando las relaciones diplomáticas y comerciales.

Equivocado escenario creado durante sus últimos 4 años de su mandato, que derivó en el aislamiento económico y político del entono regional latinoamericano, en especial   el fronterizo; afectando - la banca, los exportadores e importadores - y en general toda la economía nacional.     

Terminar con los diálogos de paz, como lo propone Zuluaga, significaría justificar el despojo, dolor y la pena de muerte para más campesinos y lugareños; además de una posible urbanización de la guerra, lo que significaría revivir los episodios de una guerra que pablo escobar emprendió contra las Instituciones.

Incluyendo un paréntesis, y en especial nosotros los Vallecaucanos - que tanto le debemos al actual Jefe de Estado - no podemos olvidar  el inútil sacrificio de los 11 Diputados del Valle, de ellos dos Cartagüeños.

Esa larga y cruenta guerra irregular a hundido al País  en el atraso económico y social, que se ve reflejado en una deficiente infraestructura, vías, educación, salud, servicios públicos, daño energético y contaminación ambiental entre muchas otras; lo que no nos hace, por cuenta de las guerrillas, competitivos a nivel mundial.

Votar, al Congreso, por el hasta hoy Uribe Centro Democrático, es condenar a toda una Nación y entregarla  en las manos de los señores de la guerra - de ambos bandos - y con la firme intención de volver Uribe al poder, en cuerpo ajeno, para posiblemente hacerla más intensa, sacrificando nuevamente valiosos recursos económicos para atenderla.

Finalmente debemos tener muy presente el apoyo de la comunidad internacional, frente al proceso, en la intención que por fin se firme la tan anhelada Paz; al igual que prepararnos para, por lo menos 10 años, lo que dure el postconflicto. Amanecerá y veremos.

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