”
Reparamos directamente a cuantos nos fue posible el daño causado, excepto
cuando el hacerlo implicaba perjuicio para ellos o para nosotros”.
PRIMERO
LAS
El
DANE realizó durante el 2019, entre octubre y noviembre, una Encuesta Nacional
sobre el Consumo de Sustancias Psicoactivas; a través de una muestra de casi 170
mil personas; en un rango de edad entre los 12 y 65 años.
Las
cifras que arrojó el estudio son las siguientes: el 84% consumieron, durante ese
mes, bebidas alcohólicas, el 33% tabaco, el 5% cigarrillos eléctricos, el 1.8%
tranquilizantes no medicados, 8.3% marihuana, el 2.1% cocaína y el 1.6%
sustancias inhalables.
Las
edades promedio para el consumo son: Tranquilizantes 24.6 años, alcohol 17.8
años y tabaco 17.4 años.
Lo
anterior deja claro el multimillonario negocio de las bebidas alcohólicas y
al frente de ellas se encuentra el aguardiente, preferiblemente frío – si lo
toma en solitario y al clima la posibilidad que sea un alcohólico es muy alta - seguido de la cerveza, vinos y en general bebidas fuertes.
Hoy parte de la reflexión tiene que ver, con el asunto que nos ocupa hoy, en el sentido de
la incidencia de las bebidas alcohólicas en los menores de edad: asunto poco tratado por las autoridades competentes.
Grave
situación a futuro que tal parece no preocupa, o tal vez por eso de la
rentabilidad del negocio, a las autoridades por aquello que está comprobado que
la iniciación, cada vez, se hace a más temprana edad.
Basta
con recordar a un grupo de niños, menores de 10 años, alegremente consumiendo
cerveza; post que se hizo viral en las redes sociales; convirtiéndose en un
mensaje subliminal que hace ver, ese consumo, como algo normal y aceptado por
la sociedad.
Lo
es también y que hace unos años estuvo de moda que pretendía darle “estatus al
consumidor” como es el uso creciente de cigarrillos electrónicos; uso que
derivó en la palabra vapear – léase 1.2 millones de vapeadores en Colombia -
con graves consecuencias en el sistema respiratorio, en general en la salud, de los adictos.
La
razón la inmensa mayoría de los cibernautas no analizan en contexto por aquello de la masiva
información que les llega ya sea como: videos, fotos, publicidad y en el peor de
los casos con el ejemplo que dan los padres de familia o acudientes.
Sin
embargo, es oportuno recordar, para muchos el consumo de alcohol desencadena
la curiosidad y luego el apetito por el consumo de otras sustancias más fuertes
y casi que en el mismo orden, al listado de sustancias psicoactivas mencionado al inicio de este documento.
Cuando
no es que saltan el consumo de licor y tabaco para quedarse, algunos para
siempre, con la cocaína y/o sustancias inhalantes.
MÁS
ALLÁ DE LA CONMISERACIÓN ES EL USO DEL BUEN JUICIO
Recordemos primero que significa la palabra conmiseración y es cuando el alcohólico haciendo uso de su audacia; intenta manipular a la familia y amigos, muchas veces lográndolo.
Creando un sentimiento
de pena o pesar y dolor; por la desgracia que enfrenta el ser visto como un
borrachín frente a sus seres queridos o personas más cercanas.
El
denominador común, de todo enfermo alcohólico, que se manifiesta a través de signos y síntomas son variados y dependen de la personalidad de cada individuo.
Estos
son algunos entre otros: falta de buen juicio, vulnerabilidad a las emociones fuertes;
intento, casi siempre, de manipular psicológicamente a las personas que le
rodean.
Lo
anterior no significa que todo el que se halle cerca de él, familia nuclear, es
toxico para su sobriedad; algunos son tan audaces que sacan provecho, sin
aparentemente afectar su compostura, haciéndolos copartícipes y de hasta
iniciarlos en la bebida.
Entonces
¿Qué es buen Juicio?... Juicio: “facultad por la que el hombre puede distinguir
el bien del mal y lo verdadero de lo falso” … Otra podría ser… “Madurez y
cordura”.
La
vida en sociedad en todos los casos, parte de unos derechos y unos deberes, nos
lleva a ser seres sociables por naturaleza; salvo algunas excepciones como los
sociópatas e independiente que lo sean desde el enfoque social, económico o
político.
Como
seres sociables debemos obligatoriamente – léase felizmente - relacionarnos con las demás
personas para satisfacer unas necesidades básicas como lo son: alimentación,
abrigo, techo, educación y crecimiento personal entre otras.
Y en la búsqueda de otros niveles de satisfacción deben asociarse con otras personas para: trabajar, estudiar, divertirse, crear, orar, innovar y en general desarrollarse como individuo socialmente aceptable a través de unos principios y valores.
Algunas
veces actuando, los otros, de forma hipócrita o retrechera; intentan evitar o limitar el
crecimiento integral del individuo que le permita convertirse en una persona
productiva.
Aquí
a lo único que nos estamos refiriendo es al estigma del bebedor y borracho
empedernido; que no solo tiene que lidiar con su adicción; sino el ser señalado por el índice
acusador de una sociedad pervertida e hipócrita.
Es ahí donde la mente confusa, del enfermo
alcohólico, no logra encajar y dependiendo de su potestad o influencia en lugar
de construir, destruye lo mejor de sí y de otros; obsesionado por su egoísmo y obedeciendo
a sus miedos y temores, que se expresan como ira u ofuscación.
ATENDIENDO
AL BUEN JUICIO
Lo anterior determina que el buen juicio no haga presencia su vida; porque se aleja de la forma correcta cómo debe de valorar, reposadamente, lo que se encuentra en su entorno.
En especial a las personas más cercanas, por las que interior y sinceramente siente
afecto, al que con esfuerzo e iniciativa intenta recuperarse del alcohol; que muchas veces fácilmente queda expuesto a
la manipulación de terceros.
El
propósito de cualquier programa de recuperación de adictos, en este caso del
alcohol, es la constante y sincera búsqueda de la tranquilidad espiritual
personal y colectiva.
Además,
persigue de la mejor manera posible mediante pasos y tradiciones reconstruir
relaciones rotas o deterioradas consigo mismo y con terceras personas como
familia o amigos.
Cuando
la realidad es otra por aquello que persisten los fracasos y las decepciones; tal
vez por no incluir a todas las personas, que se vieron involucradas y afectadas;
o si fueron incluidas no se dió ese paso, del pedir humildemente perdón que
lleva a la reparación espiritual.
Lo que seguramente no se dio ya sea por miedo, orgullo, vanagloria, rencor o cualquier
otra circunstancia; la consecuencia para el enfermo alcohólico es que algo muy valioso,
como la paz y la tranquilidad, dejaron de actuar en su interior.
¿FALLA
EL PROGRAMA O EL ENFERMO?
Lo
anterior podría llevarnos a concluir que a pesar de estar dentro de un determinado
programa, que busca recuperar al enfermo alcohólico, éste - el programa- se
concluye, como muchas veces sucede, que ha fallado porque no logra obtener su
cometido; entonces nada es más erróneo que llegar a esa apresurada conclusión.
La
experiencia alrededor del mundo, con más de trescientos (300) millones de alcohólicos,
es que NO puede haber tiempo, ni espacio para desanimarse.
Todo
lo contrario, es una prueba más que, el enfermo, va en la dirección correcta de su recuperación; solo es necesario replantear alguna estrategia y seguir
adelante.
LA
ESTRATEGIA
Frente
al aparente fracaso, y lo más seguro es que no lo sea, hay que verlo como una prueba
más a la que nos somete ese Ser Superior, como cada uno lo conciba; y no es
otra cosa que reiterarnos que en algo se está fallando o no se ha terminado por
reconocer la enfermedad. Gana la negación, entonces hay que derrotarla.
Solo
se derrota sí reconocemos esos defectos: pereza, envidia, ira y soberbia entre
otros; para poderlos ver desde otra perspectiva, los aceptamos, no los ocultamos,
los remediamos.
Para
finalmente poner por delante las virtudes: Honestidad, templanza, valentía,
cautela, fortaleza, responsabilidad y la gratitud entre otras.
De
vuelta al programa también hay que recordarle al enfermo alcohólico, antiguo
borrachín, que el camino por recorrer es largo y que la recuperación es lenta
pero segura en la búsqueda de esa nueva vida.
Lo
más importante es conservar el ánimo y la disposición al cambio de actitud; en
el sentido y la creencia que solo se ha perdido una batalla más no la guerra contra
ese monstruo, de mil cabezas, que se denomina Alcoholismo.
LA
MENTE PRIVILEGIADA Y A LA VEZ CONFUSA DEL ALCOHÓLICO
Entonces
es el momento de hacer una pausa y preguntarse ¿Qué es lo que verdaderamente
esta sucediendo en la mente privilegiada pero confusa del Alcohólico? ¿Por qué
a pesar de tener períodos de mucha tranquilidad y sosiego… de repente estalla, el
miedo y la ira, se confunde y confunde a los demás?
¿Por
qué sigue pasando rápidamente de la alegría y euforia, a la tristeza o a la ira?
¿Por qué ante una amenaza siente miedo y ese miedo se convierte en odio y
rencor; así hayan transcurrido días o semanas entre lo uno y lo otro?
Lo
anterior significa que hay muchos detonantes sutilmente escondidos en la mente
del enfermo - léase envidia, ira y soberbia - y a los cuales se está expuesto
constantemente.
Por
ello es muy importante que acuda a las programadas reuniones de grupo; allí donde cada hace su catarsis para descargar todas esas malas energías… Acompañado de una
lectura ya sea sobre alguno de los programas o la de su predilección.
EL
NOVENO PASO
El
Noveno paso indica… Y antes de darlo, es muy importante “aclarar” lo
que significa reparar; y es lo que haremos significando lo que NO se debe de
hacer.
Es
común encontrar dos comportamientos opuestos cuando se trata de “reparar” que
dependen de la naturaleza psicológica del victimario frente a la víctima.
La
primera reacción después de agredir física y/o psicológicamente, es y frente al
arrepentimiento, asumir una actitud excesivamente dócil al punto de humillarse
ante la persona a la cual se le hizo daño.
Sinembargo,
contrario a lo esperado, y más temprano que tarde termina desplomándose la autoestima
del victimario; por cuanto las “víctimas” terminarán cobrándole con altos intereses
todos sus excesos y arbitrariedades; esa baja autoestima o auto conmiseración
lo llevará nuevamente a la bebida. Es un arma de doble filo.
La
clave es no intentar comprar, en sus múltiples acepciones, respeto, cariño y
mucho menos amor; o intentar buscar lástima de terceras personas. Es decir,
como dice el popular refrán “...Ni tanto que queme al santo ni tan poco que no
lo alumbre”.
EL
BUEN JUICIO
El
programa dice textualmente que se necesita… “Buen juicio, capacidad para
escoger el momento oportuno, valor y prudencia – estas son las cualidades que
necesitaremos al dar el Noveno Paso”.
Es
importante resaltar que primero hay que reflexionar cuidadosamente sobre cada
caso, porque en la lista que hemos elaborado sobre las personas que hemos
lastimado, también puede haber Alcohólicos (no declarados) con iguales o peores
problemas de carácter que los nuestros.
Y
frente a esos casos, al dar ese paso… En lugar de resolver el problema lo que
terminamos haciendo es agravarlo hasta el extremo de poder producirse una
tragedia. Entre antiguos borrachines.
EL
NOBLE ACTO DE REPARAR
En
todos los casos, este noble acto lo debemos de realizar cuando juzguemos estar
seguros de poder mantener una sobriedad permanente, a otros podemos acudir
inmediatamente y con un sincero abrazo pedir perdón y lograr la reconciliación.
En
otros casos es aconsejable dejar pasar un buen tiempo (inclusive años) antes de
hacer reparaciones; y en el más extremo de los asuntos habrá personas a las
cuales nunca será posible ponernos en contacto directo con ellas, porque el
daño causado terminó siendo irreparable.
En
la mayoría de los casos y en las condiciones normales, lo más aconsejable es recomendar
al enfermo alcohólico que después de una profunda reflexión y para dar ese
paso, busque lugares y situaciones apropiados.
Como
por ejemplo a la hora del almuerzo o en la cena y cuando se está en compañía de
familiares o amigos, pedir la palabra y simplemente manifestar que ha reconocido
que tiene problemas con el Alcohol y que para empezar a enfrentar su dificultad
ha decidido ingresar a un programa de recuperación.
Tenga
la plena seguridad que, frente a esa valerosa decisión, encontrará diversas reacciones
desde alegría, desconcierto, escepticismo y hasta la negación por parte de algunas de las
personas que le rodean. Pero no se desanime ya ha dado ese primer paso.
Para
dar ese primer paso y al que solo se llega cuando estamos dispuestos a confesar
lo peor de nosotros mismos, sin embargo es necesario tener mucha prudencia al
momento de buscar nuestra tranquilidad, para que no le vayamos a crear
infiernos a las demás personas involucradas.
Tampoco
podemos dejarnos asfixiar por remordimientos excesivos ante quienes hemos
perjudicado, pero también debemos de entender que las enmiendas deben de ser
francas y generosas, a lo mejor con una mirada sincera, un beso y un fuerte
abrazo será mucho el camino recorrido en el camino de obtener el perdón.
Lo
más importante es tener muy claro que la reparación se logra cuando vencemos el
miedo de enfrentar a aquellas personas a las que les causamos daño, como
también a aquellas que nos lo hicieron.
Finalmente,
el espíritu del Noveno Paso no es otra cosa que la disposición para aceptar
todas las consecuencias de nuestras acciones pasadas, y al mismo tiempo asumir
la responsabilidad por el bienestar de los demás. Lo único que no se puede olvidar
es pedir perdón.
Cada
segundo, cada minuto y cada hora del día son momentos propicios para autoevaluarnos
reconociendo nuestros errores y de nuestros aciertos y si luego del balance logramos estar tranquilos; es mucho ya el camino recorrido para seguir sacando ventajas, para si mismos,
de lo que nos sucede a diario. Amanecerá y veremos.
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