“Admitimos
que éramos impotentes ante el alcohol, que nuestras vidas se habían vuelto
ingobernables”
Enfrentar el Alcoholismo no
es nada fácil, uno se puede acercar al problema desde muchas perspectivas, hoy
lo focalizaremos desde el consumidor y visto como una adicción, como un
problema hereditario, como un trastorno de la personalidad o como una
enfermedad entre otros factores.
Las estadísticas, que
manejan los interesados en este tema consideran que el Alcoholismo se convirtió en un problema de Salud Pública y
que le cuesta al Estado, billones de pesos en atenderlo (enfermedades
catastróficas, accidentes de toda índole, lesiones personales y procesos
penales).
Lo más preocupante es que el
Gobierno Nacional, sigue ignorando el problema, nunca ha pensado en controlarlo
y mucho menos prevenir el abuso del licor… solo se limitan a escribir “Es
prohibido el consumo en menores de edad” cuando en realidad lo que están
haciendo es enviando un mensaje subliminal para que inicien el consumo.
La razón es un
multimillonario negocio que genera recursos no solo para el productor (legal y
clandestino), sino para los intermediarios en la larga cadena de
comercialización; y aún así queda plata para los organismos encargados de su
control.
Volviendo a la tragedia
humana y abordándolo como una enfermedad certificada por la Organización
Mundial de la Salud; el primer paso que se debe dar es tener la conciencia y
aceptar que como persona (independiente de la raza, edad, sexo, educación,
rango o condición social) que habitualmente consume licor, tiene un problema
con el Alcohol.
Definitivamente sino se da
ese primer paso, es como si al adulto mayor que observa en sus fluidos sangre,
no acepta que está enfermo y por miedo no lo comunica a su familia y mucho
menos acude al medico amigo.
Permitir el recibir consejo,
apoyo y ayuda de Alcohólicos Anónimos, es admitir que en su soledad ha intentado
no beber por una semana; es admitir que se molesta cuando seres queridos le
aconsejan que abandone el licor; es
admitir que ha intentado cambiar de una clase de bebida a otra para no
emborracharse; es admitir el haber bebido alguna vez por la mañana en ayunas;
es admitir que ya tiene problemas en su hogar y que sus hijos están imitándolo;
es admitir que ha faltado al trabajo a causa de la bebida del fin de semana
anterior; es admitir que ya ha tenido lagunas mentales en medio de la última
borrachera; es admitir que hubiera tenido más éxito (económico y social) en la
vida sino le dedicara tanto tiempo y dinero al alcohol.
Desde que empezamos a ser
educados en la niñez, infancia, adolescencia y en la edad adulta, de alguna
manera en nuestro subconsciente o inconsciente se nos “programó” para nunca
admitir la derrota total; y que siempre deberíamos actuar como triunfadores.
Si bien es cierto esa
programación, ha muchos le ha servido para triunfar y algunos para abusar,
también se ha convertido en una talanquera a la hora de decidir si algo se hace
mal o no.
Es aquí donde la comunidad
de Alcohólicos Anónimos, anima al enfermo alcohólico (borrachín) a que se
esfuerce y adopte otra perspectiva sobre esa humillación absoluta, de hecho se le hace saber que todas las
personas que le rodean (familiares, vecinos, amigos, conocidos) y sin
mencionárselo, a sus espaldas reconocen que tiene usted un problema con el
alcohol y que si algunos sufren por ello, otra buena parte celebra su tragedia
y espera con paciencia su derrota personal final.
Cuando se da este
trascendental paso, nos damos cuenta que solo por medio de la derrota podemos
dar nuestros primeros pasos hacia la liberación y la fortaleza.
Liberación porque ya no
esperamos con ansiedad que llegue el viernes para poder reunirnos después del
horario de trabajo a compartir unas copas con nuestros mejores amigos;
Liberación porque ya no nos inventamos escusas para beber; Liberación cuando en
un nuevo día, en medio de un fin de semana, ya no despertamos con miedos y
angustias existenciales; Liberación porque ya nuestra familia nos mira con
alegría en los ojos; Liberación porque ya disfrutamos de una buena mesa; Liberación
porque volvimos a comprender que existe un ser superior (independientemente de
cómo cada uno lo conciba) que solo derrama bendiciones y desea que siempre
seamos felices.
Cuando volvemos a la
libertad espiritual entendemos que la mayoría de los seres humanos nos la
pasamos buscando la aceptación de los demás, siendo ésta la manera más absurda
y torpe de enfrentar la vida, dejamos de ser nosotros mismos intentando
parecernos a las demás personas, aparentamos lo que no somos, “…río si tu ríes…
lloro si tu lloras…” apariencias solo apariencias.
Cuando retorna la sobriedad
a nuestra vida rápidamente comprendemos que nuestro peor enemigo éramos
nosotros mismos, adornados con algunos de estos celebres ropajes la hipocresía,
la soberbia, el orgullo, la mentira, la avaricia, la traición, la envidia, la
lujuria, el rencor, la ira y la pereza.
Al ingresar a Alcohólicos
Anónimos se los enseñó que lo principal era aceptarnos tal como somos, con
nuestras virtudes y defectos, sin intentar construir un “modelo de conducta”,
para ser admitidos o aceptados; debiendo esforzarnos diariamente por ser auténticos y
genuinos, y así evitar el convertirnos en marionetas o maniquíes de carne y
hueso que actuamos dependiendo de lo que los otros determinen y más les
convenga.
Al repasar nuestros
historiales como bebedores, podíamos demostrar que muchas cosas estaban, aún
años antes de darnos cuenta, fuera de control.
Que nuestra personalidad de
Alcohólico estaba guiada por una mente deformada que no percibía la realidad, aferrado
a la bebida y la ilusión que poco a poco construye en su subconsciente pues
bajo sus efectos, el enfermo se siente inteligente, bello, rico y poderoso, estas son las primeras consecuencias de esta
grave enfermedad, que resulta de una desenfrenada forma de actuar en la vida
siempre corriendo detrás de los demás sin detenerse a pensar en si mismo, y que
terminó centrando su vida en una botella o algún otra adicción, alejándose poco
a poco de su familia y seres queridos, los que finalmente terminarán
abandonándolo.
Ahora si usted decide y
reconoce que tiene un problema con la bebida, déjeme asegurarle que ha tomado
la más importante decisión de su vida, no lo piense dos veces, busque ayuda
inmediata.
No espere que se le cierren
todas las puertas, solo queda una única opción de recuperación y es acoger la
mano tendida de Alcohólicos Anónimos. Solo le exigen un requisito y es que
usted ACEPTE que tiene un problema, y que tiene que vencerlo, hágalo por usted,
porque el problema es solo suyo. Amanecerá y veremos.
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