“Decidimos poner nuestras voluntades y nuestras vidas al cuidado de Dios, como nosotros lo concebimos”
Antes
de entrar en materia, de nuevo repudiamos el asesinato del menor, de apenas 12
años, Juan Camilo Gómez Rosero; lamentablemente este es un caso más, de los que
casi diariamente suceden.
Esta
lamentable situación, a lo largo y ancho del país, de tiempo atrás debe de
haber llamado la atención de expertos en criminalística y de otras disciplinas
conexas en las diferentes líneas de investigación.
Tendientes
en determinar, entre muchas otras variables, la relación entre el consumo de
sustancias sicoactivas como el alcohol; y la ocurrencia de los diferentes
delitos como: suicidios, homicidios, asesinatos, violencia intrafamiliar,
feminicidio, infanticidio, lesiones personales entre otros tipos de agresiones.
LA
DOBLE MORAL DEL ESTADO
Parte
del mensaje, de hoy, tiene que ver con la doble moral del Estado que solo se
limita a reglamentar el no consumo – en una etiqueta - para los menores de edad.
Cuando
en la realidad podrían ser los que más estén consumiendo. Urge entonces ¿Campañas
didácticas masivas de concientización sobre los peligros del alcohol? y/o ¿Aumentar
el impuesto al consumo?
EL
TRATAMIENTO
El haber empezado reconociendo el problema, de no poder
controlar el consumo moderado de alcohol, es dar el primer paso hacia el
tratamiento de ésta crónica enfermedad – que empobrece y enferma - que tiene como propósito la búsqueda de la salud
mental y física.
Es
decir, que mucho antes - inclusive días - de consumir, de nuevo, un primer
sorbo o trago; ya sentías ansiedad, y al “satisfacerla”, inmediatamente se
detonaba una casada de sensaciones de placer y de seguir bebiendo sin detenerte.
Para
después, de un rato, saltar a otro tipo de bebida… Por aquello que ¡da muchas
ganas de orinar!… tremendo autoengaño soportado por una simple mentira.
Definido
el problema, parte de la solución, es trabajar seriamente en fortalecer esa FUERZA
DE VOLUNTAD; al tiempo de recordar el sufrimiento experimentado en algún momento
por la humillación al despertar, tirado en el suelo, y en las más deplorables condiciones.
UN
PRIMER DIAGNOSTICO
Hoy
ocupándonos sobre el diagnostico… Debes
de aceptar que lo primero que se destruye en el enfermo alcohólico es su parte anímica;
la que se degrada, sin un tratamiento que le ayude, lo que significa que nunca
estarás del todo bien.
Ya
que siempre estará allí la ansiedad, dado que lo primero que has arruinando es lo
principal que tenías…TU VOLUNTAD Y EL
LIBRE ALBEDRIO.
Sin esa fuerza interior que lo guíe, el borrachín, vive y actúa inconscientemente a merced de la botella de licor y de sus
amigos más cercanos, generalmente todos alcohólicos igual o peores que usted.
De
manera que confiada e inexplicablemente, siempre, acude a ella (la botella) ya
sea en momentos de: alegría, angustia, temor, confusión o soledad; es siempre buscar
un pretexto para beber.
Solo
piensa en el licor y lo utiliza como un bálsamo para refugiarse (así sea
temporalmente) para así evitar enfrentar la realidad de los retos o problemas
ya sea como padre/madre, cónyuge, hermano o hijo.
De las consecuencias frente al trabajo o alguna otra
obligación es faltar o llegar tarde, lo que se vuelve recurrente, con cientos
de escusas; o delegando su responsabilidad en otros.
Para finalmente frustrarse a si mismo, a su familia,
amigos que lo tenían como referente y siempre esperaban un comportamiento digno de
imitar.
Al
tiempo que destruye su autoestima y arruina su salud; no es raro encontrar en
dichos pacientes problemas como: hipertensión, diabetes, problemas en vías
digestivas, hígado, riñón, páncreas, retina y disfunciones sexuales entre
otras.
También
nos ocuparemos del plano espiritual - muy diferente de la religiosidad o del ateísmo,
para algunos, como negación de un ser superior - y específicamente relacionado
con la “voluntad”; la que ya no acompaña al borrachín común y corriente.
Con
la anterior aseveración no nos referimos al ciudadano del común; porque no
olvidemos que ésta enfermedad afecta a todos por igual: sin distingo de edad,
raza, sexo, género, religión, escolaridad, ocupación y condición
socioeconómica.
Igual
no perdamos de vista que el borrachín, no solo, es aquel sujeto que todos
deprecian y evitan; que camina a diario con la “botella de chirinche” en la
mano.
La cruda realidad es otra, el alcohólico está en todas partes y
en cabeza de quienes menos nos lo imaginamos y que seguramente está sufriendo esa,
u otra, terrible enfermedad.
¿FUERZA DE VOLUNTAD O BUENA VOLUNTAD?
Continuando con la exhortación para usted, respetado
y atento lector, ¿Cuantas veces ha
escuchado o usted mismo se ha creído la siguiente sentencia?: “Yo cuando quiera
dejo de tomar trago”… “Para dejar el vicio no se necesita sino fuerza de
voluntad”. ¿Qué resultados positivos ha obtenido en el pasado?
Recuerde…
¿Cuántas veces intentó o de hecho dejó
de tomar: uno, dos, tres meses o hasta años; para después volver a empezar de
manera pausadamente cada ocho o quince días?
Usted
no se ha dedicado a reflexionar el porqué, sin un motivo aparente, ocasionalmente
se despierta un día cualquiera y decide tomarse unos traguitos con sus mejores
amigos o solo.
La alarma debería prenderse cuando a usted ya no le
dé pena reconocerlo o pretenda ignorar,
a manera de mecanismo de autodefensa, que todo el mundo ya conoce su rutina de
borrachín.
EL TERCER PASO
Este
tercer paso no se opone a que te aferres a la “fuerza de voluntad” para
intentar controlar el vicio; a sabiendas que en el pasado lo has intentado y habías
fracasado.
Los
testimonios recibidos y las experiencias compartidas nos llevan a la conclusión,
que NO existe ningún ser humano que este libre de ser atacado por el azote del
Alcohol y que necesite apoyo.
Puede que la soberbia y el orgullo, de muchos, los
lleve a concluir que a ellos no les llega este mensaje; Dios quiera que tarde
que temprano busquen ayuda, porque siempre habrá una mano tendida que estará
dispuesta a ayudarlo.
Camino
de la recuperación atrás queda su condición social, su nivel cultural, su
ideología… en fin todos sus triunfos y fracasos pertenecen al pasado; ya que poco
a poco, si te lo propones, vas a obtener una mente más abierta para así lograr
ese despertar espiritual tan necesario para la recuperación.
La
experiencia confirma que la mayoría que intentaron SOLOS enfrentar el problema del vicio, algunos lograron dejarlo por
un mes o por un año, para luego recaer desencadenando una nueva y mayor
obsesión por el licor.
Lo
anterior significa que la sola fuerza de voluntad – si la buena voluntad - de
nada sirve para guiar la torcida mente del alcohólico y que no necesariamente
es aquel ser humano que anda de a pie cubierto con harapos y en sitios lúgubres.
Todo
lo contrario, dicha enfermedad ataca de manera indiscriminada y mide absolutamente
a todos con el mismo rasero.
Abandonar
ese camino es la mejor decisión de su vida ya que en muchas ocasiones, no tiene
retorno alguno, en todos los casos solo encontraras cuatro salidas: la prisión,
el cementerio, un sanatorio o un hospital.
Para
terminar, déjenme compartirles la oración de la serenidad…
“Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas
que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo, y la sabiduría
para reconocer la diferencia. Hágase tu voluntad y no la mía”.
Amanecerá y veremos.
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