sábado, 8 de noviembre de 2014

EL SEGUNDO GRAN DIVORCIO

Continuando con ese hilo conductor cuyo propósito es intentar identificar las principales variables que nos lleven a comprender, el porqué, de los problemas estructurales - empleo, salud, educación, vivienda, medio ambiente, servicios públicos domiciliarios, movilidad y vías entre otros - en la Ciudad de Cartago en el Norte del Valle.

Complicaciones que de manera simplificada obedecen a la falta de planeación estratégica municipal - solo un ejemplo…El actual POT no interpreta las urgentes necesidades del municipio - lo que supone un obstáculo para iniciativas de inversión productiva en manos del sector privado.

Lo que podríamos interpretar como negligencia - de los responsables – y desde el pasado para adelantar un moderno ordenamiento territorial que termine con el divorcio entre lo urbano y lo rural, entre lo público y lo privado.

Que haga posible la expresión de todo tipo de dinámicas e intereses puestos en la ciudad: el de los habitantes, los empresarios y por supuesto el gobierno municipal.

Llamando la atención, hacia el futuro, sobre la aplicabilidad de la normatividad  que regula el manejo de los recursos naturales renovables y en especial la protección de los recursos hídricos.

Problemas que se han venido incubando desde hace décadas, ante la mirada inmutable de los que conocen sobre el tema.

Aceptemos el hecho del mal diagnóstico del municipio en lo que respecta a la elaboracion de los diferentes mapas de riesgo y en sus diferentes sectores productivos - Ej.: medio ambiente y turismo -; al tiempo que las cifras con las que se dispone se encuentran desactualizadas.

Y para completar lo poco que se ha hecho para actualizar el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) solo ha servido para beneficio de unos cuantos.

Muy a pesar nuestro y a lo largo de incontables discusiones académicas, aún no nos explicamos si la razón de nuestro estancamiento es la cercanía a Pereira o la negligencia y el olvido a la que nos tienen “acostumbrados” - lo que obligaría a un cambio de paradigma - los dirigentes del departamento.

Clase dirigente que no solo debe de complacerse – pero sí exaltar el deber cumplido - con las pocas obras como por ejemplo la remodelación del Templo y de otro lado la gestión del arribo-para quedarse- de la imagen de la Virgen de Guadalupe; signo, que se espera, le abra paso al tan esperado turismo religioso en la ciudad, el resto del trabajo pendiente queda a la iniciativa de las autoridades competentes.

No podemos seguir imperturbables esperando se materialicen o no las diferentes iniciativas - promesas de la última campaña electoral - algunas con recursos ya aprobados, como el Plan Maestro y el cerramiento perimetral del Aeropuerto Internacional de carga de Santa Ana, la avenida del mismo nombre y la solución a la crisis hospitalaria de la ciudad y la subregión del norte del valle.

Aparte de la atención a los fallos de la corte sobre la obligatoriedad en la terminación de las obras complementarias para la reconstrucción de la margen izquierda del rio de la vieja, entre muchos otros temas pendientes. 

También dejamos claro hace ocho días que la falta de liquidez del municipio tiene su origen en ese “primer gran divorcio” entre la realidad de la función pública local y el conocimiento que de ella se debería tener por parte de los gremios, el industrial, el comerciante y el ciudadano del común que paga impuestos.

En este orden de ideas, queda claro que existen cuatro elementos fundamentales que, las administraciones pasadas, no han logrado articular a saber: El Presupuesto Municipal, el Plan de Desarrollo y el POT; que en el peor de los escenarios han sido burdas improvisaciones - por negligencia y/o incompetencia - de los responsables en su elaboración.

Si avanzamos en la búsqueda de la génesis del problema, no nos cabe la menor duda, es el divorcio que existe entre el actual POT como instrumento de planeación de la ciudad y la mirada humanística que de paso a la articulación entre lo urbano y rural; entre lo ambiental, lo socioeconómico, lo sociocultural y la dimensión físico-espacial de la cual se hace parte como municipio.


Finalmente podemos aventurarnos a preguntar, atento y respetado lector, si la ciudad desde hace décadas quedó mal diagnosticada y por lo tanto mal planeada… Entonces ¿Qué debemos hacer durante los próximos 18 años? Amanecerá y veremos.

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