Continuando con ese hilo
conductor cuyo propósito es intentar identificar las principales variables que
nos lleven a comprender, el porqué, de los problemas estructurales - empleo,
salud, educación, vivienda, medio ambiente, servicios públicos domiciliarios,
movilidad y vías entre otros - en la Ciudad de Cartago en el Norte del Valle.
Complicaciones que de manera
simplificada obedecen a la falta de planeación estratégica municipal - solo un
ejemplo…El actual POT no interpreta las urgentes necesidades del municipio - lo
que supone un obstáculo para iniciativas de inversión productiva en manos del
sector privado.
Lo que podríamos interpretar
como negligencia - de los responsables – y desde el pasado para adelantar un moderno
ordenamiento territorial que termine con el divorcio entre lo urbano y lo
rural, entre lo público y lo privado.
Que haga posible la expresión
de todo tipo de dinámicas e intereses puestos en la ciudad: el de los
habitantes, los empresarios y por supuesto el gobierno municipal.
Llamando la atención, hacia
el futuro, sobre la aplicabilidad de la normatividad que regula el manejo de los recursos
naturales renovables y en especial la protección de los recursos hídricos.
Problemas que se han venido
incubando desde hace décadas, ante la mirada inmutable de los que conocen sobre
el tema.
Aceptemos el hecho del mal diagnóstico
del municipio en lo que respecta a la elaboracion de los diferentes mapas de
riesgo y en sus diferentes sectores productivos - Ej.: medio ambiente y turismo
-; al tiempo que las cifras con las que se dispone se encuentran
desactualizadas.
Y para completar lo poco que
se ha hecho para actualizar el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) solo ha
servido para beneficio de unos cuantos.
Muy a pesar nuestro y a lo
largo de incontables discusiones académicas, aún no nos explicamos si la razón
de nuestro estancamiento es la cercanía a Pereira o la negligencia y el olvido a
la que nos tienen “acostumbrados” - lo que obligaría a un cambio de paradigma -
los dirigentes del departamento.
Clase dirigente que no solo debe
de complacerse – pero sí exaltar el deber cumplido - con las pocas obras como
por ejemplo la remodelación del Templo y de otro lado la gestión del
arribo-para quedarse- de la imagen de la Virgen de Guadalupe; signo, que se
espera, le abra paso al tan esperado turismo religioso en la ciudad, el resto
del trabajo pendiente queda a la iniciativa de las autoridades competentes.
No podemos seguir imperturbables
esperando se materialicen o no las diferentes iniciativas - promesas de la última
campaña electoral - algunas con recursos ya aprobados, como el Plan Maestro y
el cerramiento perimetral del Aeropuerto Internacional de carga de Santa Ana,
la avenida del mismo nombre y la solución a la crisis hospitalaria de la ciudad
y la subregión del norte del valle.
Aparte de la atención a los
fallos de la corte sobre la obligatoriedad en la terminación de las obras
complementarias para la reconstrucción de la margen izquierda del rio de la
vieja, entre muchos otros temas pendientes.
También dejamos claro hace
ocho días que la falta de liquidez del municipio tiene su origen en ese “primer
gran divorcio” entre la realidad de la función pública local y el conocimiento
que de ella se debería tener por parte de los gremios, el industrial, el
comerciante y el ciudadano del común que paga impuestos.
En este orden de ideas,
queda claro que existen cuatro elementos fundamentales que, las
administraciones pasadas, no han logrado articular a saber: El Presupuesto Municipal,
el Plan de Desarrollo y el POT; que en el peor de los escenarios han sido
burdas improvisaciones - por negligencia y/o incompetencia - de los
responsables en su elaboración.
Si avanzamos en la búsqueda
de la génesis del problema, no nos cabe la menor duda, es el divorcio que
existe entre el actual POT como instrumento de planeación de la ciudad y la
mirada humanística que de paso a la articulación entre lo urbano y rural; entre
lo ambiental, lo socioeconómico, lo sociocultural y la dimensión físico-espacial
de la cual se hace parte como municipio.
Finalmente podemos
aventurarnos a preguntar, atento y respetado lector, si la ciudad desde hace décadas
quedó mal diagnosticada y por lo tanto mal planeada… Entonces ¿Qué debemos
hacer durante los próximos 18 años? Amanecerá y veremos.
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