Con el inicio del nuevo período
de sesiones - 70 ordinarias más 12 extraordinarias, autorizadas y remuneradas -
por parte del Honorable Concejo
Municipal (H.C.M.); por los retos que exige esta vigencia fiscal; taimadamente no
les puede seguir sirviendo como excusa, - mal de muchos… consuelo de tontos- el
enorme desprestigio que tiene la clase política a nivel nacional, representada
en el Congreso de la República; para seguir, muchos y en la mayoría de las veces, inmutables frente a la
realidad política, económica y social por la que atraviesa la ciudad de Cartago
en el Norte del Valle.
Para comprender; primero hay
que empezar por desmitificar lo que muchos erróneamente interpretan localmente
como “clase dirigente”.
Lo anterior; en cuanto que,
la reacción, algún columnista o periodista comete la osadía de referirse a ella,
inmediatamente el colectivo escanea equívocamente en su imaginario a alguna de
las “tradicionales” familias políticas de la ciudad y/o región; intentando endosarles,
para bien o para mal, herencias que a lo mejor, lejos o no, están de ser
protagonistas; y vaya sorpresa, inclusive, algunas - sin verificar la fuente o
los hechos - se dan directamente por aludidas. Cuando la realidad, hoy día, puede
ser muy diferente.
Si bien es cierto en el
siglo pasado, se beneficiaron con la enorme influencia en la ciudad familias
como los Londoño, los Salazar, los Gómez, los Castro, entre muchas otras - de
hecho esos dirigentes hicieron historia, porque estuvieron a la altura de lo que
la historia les encargó -.
Si colocaron la vara, para
medir, muy alta, eso ya es otro tema; hoy, lo que tienen que evitar - las nuevas
generaciones -, es el permanecer inertes y viviendo de su perenne recuerdo;
todo lo contrario el mejor homenaje que, todos, les podemos brindar es
continuar y mejorar su obra.
Dicho en otras palabras, aparte
de la gratitud y el respeto; lo que se merecen los Sanín y los Salamina, entre
muchos otros - ofrezco disculpas, por el olvido o la ignorancia, al no
mencionarlos a todos - es entregarle a la ciudad, operando al 100% el
Aeropuerto Internacional de Carga.
Lo se que merece Londoño
Uribe es entregarle a la ciudad la Avenida
de Santa Ana o convertir el Parque de la Isleta en un enorme complejo turístico,
cultural y deportivo; por citar solo un par de ejemplos.
Hoy en pleno siglo XXI y de
alguna manera enfrentando dramáticos cambios desde lo económico, político y social
a nivel global; pero en especial, y como punto de referencia, el trance que se
resuelve para bien de la Patria en el camino del Proceso de paz y frente al futuro
manejo del Posconflcto.
Nuestra realidad local, nos espolea
para exigirle a la futura clase dirigente - deben asumir ese reto -representada
en las Juntas de Acción Comunal, Concejales, Alcalde, Diputados y Congresistas
– si logramos sacar uno – el deber y la obligación de estar a la altura,
emocional e intelectual, que la ciudad
exige, y en las decisiones, durante los próximos 6 años.
Pero como, el inicio, esos resultados solo los empezaremos ver, a lo sumo, dentro de dos
años; se hace entonces necesario respetuosamente “requerirle” a los actuales concejales - sobre
los que recae la responsabilidad como nueva clase dirigente – para que
respondan, con base en sus competencias, a la esperanza y confianza depositada
en ellos, hace ya más de dos años, y por más de 52.000 ciudadanos que votamos
en las pasadas elecciones; porque a la fecha poco o nada se ha logrado.
Pero como esta Epifanía no
va a ser leída por los Honorables Concejales, se la dirijo a usted atento y
respetado lector, lo que me obliga a intentar “dibujar” lo que hay atrás del esperado
Control Político como la principal función del H.C.M.
Que debe fungir como espacio
representativo y de deliberación política, para convertirse a través del
dialogo permanente, en el instrumento del ciudadano del común que garantice el
óptimo desarrollo del Estado o la administración pública; llámese Hospital
Departamental, Alcaldía Municipal, IPS, Empresas Municipales, Instituto de
Transito y Transporte e Incavi.
De manera más normativa, el
control político, tiene como objetivo exigir y garantizar el ejercicio del
poder y la gestión municipal de una manera transparente; y reclamar la
responsabilidad política de quienes en sus actos no se ajusta a las
disposiciones establecidas por la ley, comúnmente conocido como moción de
censura. Situación que, en lo local, siempre se termina de evitar.
Lo anterior nos lleva a que,
en la teoría, debería de haber un riguroso control fiscal financiero, control
disciplinario, control interno y control social; lo que para nuestro caso es, el
deber ser, dar el primer paso para luego afinar.
Para comenzar, el deber de
los Honorables Concejales es ir más allá de hacerle seguimiento, que tampoco se
hace, a los actos administrativos sancionados
- acuerdos municipales – del pasado o por lo menos de la actual administración,
ya que muchos de ellos se convierten en letra muerta o un simple saludo a la
bandera.
La postura del H.C.M. no
solo debe ser escuchar los largos y técnicos informes, de la totalidad de los Secretarios
de Despacho y el informe final de gestión por parte del Alcalde Municipal; para
luego ser archivados en una memoria USB.
Ya en este tercer año de
funciones, es su deber, alentar y adelantar los principales debates de interés municipal,
para así presionar a la Administración Municipal, los entes descentralizados,
CVC, Plan Departamental de Aguas, Gobierno Departamental y Nacional; especialmente
en temas cuyos recursos financieros ya fueron aprobadas como la carretera
Anacaro-Sotará, Aeropuerto y Avenida de Santa Ana.
Igual adelantar urgentes
debates sobre el futuro del Terminal de
Transportes, el Matadero Municipal, la Plaza de Ferias, la Vivienda de Interés
Prioritario (VIP) y de Interés Social (VIS), la Escombrera Municipal, la
recuperación ecológica de la Margen Izquierda del Rio de la Vieja, desde guayacanes
hasta la Avenida del Rio con calle 7.
Sin dejar de lado los temas
menudos, pero de gran impacto social, como: el plan integral de movilidad, el
apoyo y control a los carretilleros, mantenimiento de centros educativos y
escenarios deportivos y el manejo del mototaxismo entre otros.
En la medida en que las anunciadas
iniciativas del Gobierno Municipal, no se realicen o no cambien para mejorar, se hace preciso que
la ciudad, en el corto y mediano plazo, requiera de un nuevo orden desde lo político
y económico.
Finalmente no podemos dejar
pasar por alto, y rechazar los recientes actos vandálicos en manos de desadaptados
sociales, dirigido a una respetada y reconocida familia del comercio organizado
y a la ciudad; de ahí la importancia de no promover - de buena fe - plantones,
marchas o manifestaciones en la ciudad. “El palo no está para hacer cucharas“. Amanecerá
y veremos.
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