sábado, 15 de septiembre de 2012

LA RESPONSABILIDAD DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN LOCALES


Es necesario recordar que en el ejercicio de todas las disciplinas como las artes, los oficios y las ciencias (excluyendo a los que no las ejercen por falta de oportunidad o por temor al fracaso)  hay excelentes, buenos, regulares, malos y pésimos abogados, administradores de empresas, albañiles, agrónomos, areperas, arquitectos, artesanos, artistas, asistentes, carpinteros, choferes, comunicadores sociales, chaceros, consejeros, contadores públicos, directores, docentes, economistas, electricistas, filósofos, fotógrafos, ingenieros, joyeros, maestros, mandaderos, mecánicos, médicos, monitores, músicos, oficiales, oftalmólogos, panaderos, plomeros, psicólogos, secretarias, tecnólogos, teólogos, trabajadores sociales, usureros, vaqueros y zootecnistas entre muchos otros.

Hoy comenzando semana y guiado por el acontecer diario en la ciudad de Cartago en el Norte del Valle, le dedicaré un poco de tiempo y espacio para intentar efectuar una reflexión sobre el contexto económico, político, social y ético en el que se desarrolla y el papel que desempeñan o deberían desempeñar los diferentes medios de comunicación locales.

Todos aquellos que se dedican por convicción o necesidad (no encuentran otra cosa digna más que hacer),  al noble oficio de informar; que en el deber ser no es otra cosa que defender el derecho a la libertad de pensamiento y expresión propio de una fortalecida democracia como la nuestra, enfrentan regularmente dos retos, informar objetivamente o desinformar para beneficio personal o de otros; alejándose, en la segunda actitud intelectual, de la responsabilidad social de tener bien informada una comunidad esperanzada por el cambio radical y no por el cambio de protagonistas.

En medio de este dilema y recogiendo experiencias del pasado, el otro reto y tal vez el que más ocupa la mente del comunicador social o periodista es vencer el temor de poner en riesgo su honra, vida y bienes defendiendo causas aparentemente pérdidas; agregaría que no hay causas perdidas solo hechos circunstanciales que las hacer ver así.

La aptitud asumida por el vencedor lo obliga, siempre y después de algún aparente fracaso, a tener nuevamente que levantarse, reinventarse y continuar recorriendo el camino de la superación personal, familiar  y profesional sin mirar con el retrovisor.

Sostenidos en esta última conclusión acompáñeme usted atento y respetado lector y reflexionemos sobre el entorno en que se desenvuelve esta esperada noble labor del comunicador social o periodista.

Desde lo social, se podría concluir que vivimos en una sociedad (pueblo o ciudad) apasionadamente morbosa y envidiosa que día a día espera el escándalo y la tragedia personal del familiar, vecino, amigo o del desconocido para disfrutar y envalentonarse a través de ella.

En la mayoría de los ocasiones sin entender o querer entender que hacen parte protagónica de esa familia consumista y manipuladora de buenas y malas noticias.

El inconveniente para los medios y el periodista se puede presentar cuando por una errónea y mal interpretada noticia ésta puede convertirse, y como reacción espontanea del injuriado;  en  demandas civiles y penales, ya que se hizo sin la menor verificación de los hechos y con las diferentes fuentes que originan la noticia, pero en especial sin consultar el (la) ofendido (a).

Igual es una sociedad taimada y por supuesto muy bien informada; que actúa de manera hipócrita cuando públicamente se rompen las vestiduras “denunciando” hechos reprochables o aparentemente bien juzgados, sin el menor asomo de prudencia y moderación.

Una comunidad que aparentemente no entiende que en materia de corrupción el principal agente corruptor es el mismo ciudadano que evade, elude o pide rebaja en los impuestos, ofrece comisiones para que le otorguen un contrato o  para que le agilicen los pagos sobre hechos ya cumplidos; para finalmente, él mismo, salir a la calle y ufanase de sus actuaciones y darse importancia.

Es muy común que la misma persona que ofrece la dadiva y una vez obtenido el beneficio,  lo “comparta” solo con las pocas personas de su absoluta confianza, las que a su vez harán lo mismo; dicho en otras palabras cuando un hecho de corrupción se presenta al interior de una entidad privada o púbica en menos de quince minutos más de 50 personas conocen el hecho vía chat.

Por ello el ciudadano del común visita asiduamente parques, plazas y vías públicas y  se la pasa esperando que los protagonistas de los hechos, cambien de estrato y  pasen de utilizar  un vehículo prestado a conducir un vehículo propio de alta gama.

Haciendo referencia al párrafo anterior termino compartiendo el popular refrán…. “…Tranquila niña Tulia….¿tú crees que eso nadie lo sabe?...”

Desde lo económico, los periodistas, asistentes y auxiliares son mal remunerados por los propietarios de los medios de comunicación; en algunas ocasiones el salario lo obtienen vendiendo pautas publicitarias y comerciales del mismo empresario de la comunicación, el problema se complica cuando por alguna razón nadie o muy pocos quiere pautar con ese medio noticioso.

Lo anterior significa que ocasionalmente  deben enfrentar limitaciones económicas, y en el peor de los casos implorar la caridad del colega en mejores condiciones laborales; perdiendo de esta manera la objetividad y quedando atados a los caprichos de una oferta y una demanda que fijan el precio de mercado de esos servicios.

Es común escuchar y sobre todo en el sector público,  a manera de reproche y por parte de todos  los gobernantes de turno que las buenas noticias no se publican porque no media un “contrato” de prestación de servicios, entre el municipio y el periodista.

Aclaro no todos medios y los periodistas actúan de esta manera, ustedes sabrán a quien le cae el guante.

Desde lo político queda claro que aquellos comunicadores que están matriculados en una corriente ideológica o filosófica y tienen el respaldo suficiente no tienen el menor escrúpulo de decir las cosas tal como son, manteniendo de esta manera en un permanente estado de zozobra a todos aquellos que por casualidad, premeditación y oportunismo, intentan cambiar el estado de las cosas pero en beneficio propio y de solo unos pocos.

Desde lo ético nos encontramos con un periodismo en decadencia, sin desconocer que existen muy buenos periodistas, en general en la ciudad (me aferro a creer que ya vivimos en una ciudad) no se practica un periodismo investigativo, al periodista común y corriente le da pereza mental llegar al origen de los hechos, en algunos casos las noticias son copiadas de otros medios regionales y nacionales; para luego ser maquilladas y pegadas en el que representan o trabajan.

Algunos   viven del oficio del caza fantasmas donde la oportunidad de lanzar una noticia bomba los ciega y los lanza a la improvisación y la mediocridad.

Finalmente ha hecho carrera en los medios de comunicación virtuales, darle un espacio al adepto lector para que opine sobre el acontecer noticioso; por aparentes razones de ética y responsabilidad con lo que se escribe es usual encontrar la siguiente nota al pie de una noticia o columna: “las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente  a los lectores y no reflejan la opinión de este medio”

Lo anterior me sugiere que peligrosamente se ha abierto una ventana de opinión para aquellos que desde el anonimato y obedeciendo a intereses mezquinos personales y/o colectivos intenten manipular lo escrito en una noticia o columna.

Lo más importante, en esta dinámica sobre la doble información,  es la prudencia que deben de tener los responsables de hacer el filtro a dichos comentarios porque está planteada la duda de si el comentario lo hace el público en general o es el mismo medio interesado el mejorar el rating o atacar alguna noticia o columna de opinión.

De hecho la responsabilidad de la información recae en manos de quien la escribe ya sea periodista o columnista, de ahí la importancia de saber escribir bien las cosas, porque desde el otro lado del monitor y en la superautopista informática de la Internet, cada cual las interpreta según la posición que asuma dentro del proceso; o mejor “El infractor juzga por su condición” y así no lo llamen a lista se incluirá en ella.

Es necesario volver al periodismo que oriente e ilustre al ciudadano del común, y porque no decirlo a la crítica que alerte y prevenga a  los líderes que toman decisiones, por que en muchas ocasiones aún siendo los protagonistas de los hechos, desconocen de muchas sucesos que giran a su alrededor, y por comodidad o conveniencia se les ocultan; queda pues claro que desde la tribuna se ven mejor las corridas. Amanecerá y veremos.






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