lunes, 16 de agosto de 2010

LA GENERACIÓN DEL SANCOCHO Y LOS FRIJOLES

El tema de hoy está dirigido a los mayores de 40 años sin distinción de credo, raza, genero, estado civil, filiación política y situación socioeconómica que comienzan, así la mayoría de ellos no lo reconozcan y rehúsen por orgullo o vanidad ir al medico, a sentir los rigores del paso del tiempo, resultado del uso y abuso de su paladar; sin embargo lo anterior no significa que los privilegiados menores de 40 no les interese leerlo; todo lo contrario los riesgos de padecer una enfermedad derivada principalmente de los erróneos hábitos de consumo alimenticios son altamente probables, y se diagnostican aún desde el vientre materno.

Para iniciar la historia tomada de la vida real citemos a manera de ejemplo a alguien con aspecto de bonachón que llamaré Brocardo, que representa un tipo común y corriente, de origen campesino nacido por allá a mediados del siglo pasado al cual le haremos un breve balance de su des-balanceada forma de beber y comer a lo largo de toda su vida, empezando desde su niñez, infancia y adolescencia donde la rutina alimenticia diaria de lunes a domingo era la siguiente: sancocho al almuerzo y frijoles para la comida; se abría y se cerraba el día con arepa; a las 5:30 Am, se desayunaba (con arroz, carne y tajada madura frita), seguían luego las medias nueve (café negro con buñuelo, pan o pandebono), a las 12:00 M se almorzaba (sancocho con cola de res o de cerdo), el algo a las 4 (café negro con empanada o torta de carne); frijoles a la comida alrededor de las 6:30 P.M. y la merienda (caspiroleta: huevo, leche, azúcar, canela, pan o tostada, todo batido en la cafetera o café en leche con parva) a las 10:00 P.M. eran otros tiempos donde había abundancia de comida y bebida.

Este personaje desde que nació fue relativamente privilegiado, hacía parte de una numerosa familia de estrato 3, es decir ni pobres ni ricos; se preocupo por estudiar en la nocturna y terminar una carrera universitaria, la cual ejerció con relativo éxito personal y profesional; se casó y conformó una pequeña familia, guiado por una extraña meticulosidad que solo le funciono para este caso ya que le echo lápiz a sus metas y concluyó que su presupuesto familiar no le alcanzaba para vivir y educar bien, a más de un hijo; es entonces el prototipo del moderno ciudadano del común que vive estresado y que sacrifica calidad y cantidad de vida.

Con el paso del tiempo y ante las suplicas y la cantaleta de su esposa, cansada de suministrarle casi todos los días advil ultra y omeprazol decidió ir al medico, quince días después le diagnosticaron presión arterial alta y diabetes mellitus, inmediatamente le toco empezar a tomar 8 pastillas diarias, acto seguido también lo remitieron a la dietista.

Ya resignado con la dura realidad, se sometió (hasta compro un pastillero) al tratamiento que lo obligó a ingerir de manera metódica una pastilla al levantarse, otra antes del desayuno, dos antes del almuerzo, dos después del almuerzo, una después de la comida y la última antes de acostarse; lo que si se negó fue a cambiar los hábitos alimenticios, ni siquiera acudió a la cita con la profesional de la salud.

Resultado de lo anterior, Broca (como le dicen cariñosamente sus amigos) continúa con sobrepeso, aunque últimamente está perdiendo peso sin razón aparente, lo único aparentemente bueno es que mantiene la presión arterial y la diabetes controlada, pero igualmente dichas enfermedades siguen lentamente haciendo estragos en la humanidad del terco y testarudo paciente ad portas de convertirse en adulto mayor, si es que ocurre un milagro.
Y como si su cuadro clínico, de diabético e hipertenso fuera en juego de niños, y en razón a que continuó con un constante dolor en el pecho, después de haber sido sometido a toda clase de exámenes (encontrándose en su sangre y orina descompensados niveles de colesterol, triglicéridos, acido úrico, creatinina, etc.), el medico finalmente le diagnostico taponamiento de las arterias coronarias, y le programó una angioplastia. Es decir en menos de un año, su calidad de vida se le disminuyo en un 60%.
Siendo por supuesto para él una gran tragedia, no nos detengamos a conmiserarlo por lo sucedido, pues finalmente el y su familia tendrán que enfrentar y superar con la ayuda de Dios su realidad actual, solo nos toca alentarlo.

El propósito de hoy es alertar a la opinión publica sobre la necesidad, y mejor aún desde una temprana edad, de adoptar hábitos alimenticios saludables, que le garantizaran a usted atento lector, ampliar la expectativa no solo de vida, sino de calidad de vida, ya que seguramente y si hace bien la tarea su esperanza de subsistencia sobrepasará la frontera de los 80 años, que de por si, e independiente de los logros personales y económicos, ya es un gran triunfo para cualquier ser humano que ame la vida.
Para entender esa realidad, es menester finalmente recordar cuales fueron los principales hábitos alimenticios de broca ya en su edad adulta, que no es otra cosa que la continuidad de lo que le enseñaron a comer y beber en sus primeros años, y durante los últimos 30 años de su estresada vida; la dieta básica consistía en huevos, (en sus diferentes presentaciones) arepa, pan, chocolate o café; en su mesa existía abundancia de grasas poli saturadas y harinas, expresadas en frijoles, arroz, papa, yuca. remolacha, plátano, aceite y sal en abundancia, carne de res (en sus diferentes cortes pero preferiblemente las que más grasa le aportara a su buen gusto), carne de cerdo, bofe, morcilla, tajadas verdes o maduras fritas, chorizos, salchichón, jamonetas, costilla de cerdo, etc.

Es decir todo un “banquete” dispuesto en una amplia variedad de fritos, refritos y recalentados que consumía generalmente después de una alegre parranda donde abundaba la cerveza, el aguardiente, el whisky, el vodka y todo tipo de bebidas embriagantes que acompañaba con un buen cartón de cigarrillos; es decir todo un coctel para preparar el camino hacia la vida eterna.

Entonces que fue lo que nunca conoció Brocardo o se preocupo en consumir de manera cotidiana para poco a poco reemplazar la carga de colesterol y azúcar que corría por sus venas. Y que por el contrario rechazo de manera reiterativa a sabiendas que ello podría ayudarle a mejorar la salud, aparte de no abandonar su vida sedentaria y acudir a un gimnasio o caminar diariamente por espacio de 30 minutos.

Siempre se mantuvo lejos del consumo de ensaladas en las diferentes variedades y presentaciones, cocidas o al vapor con ingredientes como: apio, lechuga, perejil, habichuelas, cebollín, perifollo, garbanzos, tomates, repollo, cebollas, berros, aceitunas, etc.

Tampoco gusto de consumir frutas como: limón, mandarina, aguacate, guayaba, mango, piña, banano, peras, guanábana, mora, fresas, papaya, lulo, naranja, etc. Pescado, atún, sardinas y lácteos de manera controlada y dosificada.
Podemos entonces concluir, que los patrones culturales con los que creció Brocardo, le marcaron de manera definitiva el rumbo que su salud iría a tomar ya en su edad adulta por cuanto fue incapaz de tomar acertadas decisiones frente a su comportamiento con la bebida y la comida, que de haberlo hecho a tiempo le habrían reportado unos largos años plenos de calidad de vida para compartirla plenamente con sus seres queridos.

Lo mejor de todo es que para la mayoría de nosotros aún existe la posibilidad de reinventarnos y asumir de manera responsable unos hábitos de consumo balanceados, alejados del exceso en el consumo del alcohol y las grasas que nos permitan gozar con nuestros seres queridos, esposa, hijos, nietos y bisnietos de muy buena salud mental y física a lo largo de toda la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario