domingo, 25 de julio de 2010

QUE PASA CON LA EDUCACIÓN EN CARTAGO

Ya van ha transcurrir diez años, desde que el Ministerio de Educación Nacional certificó al Municipio de Cartago en materia educativa, clasificándola como educación básica, básica primaria y media; desde esa época y hasta la fecha, hemos esperado mejoras sustanciales en la calidad y cantidad de la educación que se imparte en los jardines, escuelas, colegios, centros educativos o universidades que funcionan en nuestra ciudad; que en otra época era llamada, la cuna del talento; pero bueno, eran otras las circunstancias y los maestros (hoy día se les denomina docentes y algunos de ellos nada decentes), era la forma como se miraba y se impartía la educación, había más mística, lo que hoy se denomina empoderamiento y del que tanto hace falta.

Lamentablemente hoy día prima más el aspecto mercantil (comerciantes de la educación), la educación, sobre todo la privada, es vista como un lucrativo negocio, y la publica como un instrumento de poder para hacer política, donde se ofrecen y se obtienen buenos puestos independientemente de quien los ocupe y los meritos que se tengan para ejercerlo.

Nadie duda que se han obtenido logros, principalmente en la ampliación de la cobertura y en la infraestructura educativa (nuevos cupos provenientes de los estratos 0,1 y 2, mejoramiento y construcción de nuevas aulas y colegios), gratuidad en la educación, alimentación escolar gratuita, dotación de herramientas tecnológicas de nueva generación (computadores para educar) en fin se ha avanzado, y nadie lo puede dudar.

La intención de dicha reforma, era aplicar por parte del gobierno central, nuevos modelos de desarrollo educativo, al tiempo que descentralizar la educación o los costos de la misma y parece ser que el resultado no es muy favorable para el consumidor final, el padre de familia; el proyecto consiste en buscar mejorar la competitividad de los futuros profesionales y por supuesto la calidad de vida de ellos y de su comunidad.

Pero como ya lo he mencionado, el resultado fue el desarrollo de microempresas y empresas educativas que han logrado cautivar la nueva demanda de educación donde el propósito por parte de los acudientes, es la búsqueda de mejorar la calidad en la educación para sus hijos, siendo por ejemplo el bilingüismo no un lujo, sino una necesidad apremiante para el desarrollo integral de los educandos, es decir el aprendizaje del idioma ingles no como una simple materia sino la utilización de la misma a manera de una segunda lengua materna.

Es así como los actuales padres de familia afirmados en el paradigma “lo mejor para mis hijos” buscan nuevos establecimientos educativos, pero al mismo tiempo caen en el concepto erróneo, que entre más costosa sea, mejor será la educación que se reciba, pero ¿que tan lejos puede estar esto de la realidad?

La respuesta podría ser que tal vez somos victimas del consumismo en el sentido de que nos dejamos guiar por la publicidad y las apariencias donde pretendemos “ser” reconocidos e incluidos dependiendo de nuestros hábitos de consumo para así construir modelos de conducta que no siempre son los más acertados.

Muestra de esto es que se incrementaron y prosperaron en la ciudad los jardines y universidades de garaje; a la tan publicitada Certificación Municipal en Educación, llegó como negocio la privatización de la misma, ante la incapacidad del Estado de ofrecer este servicio de la educación de una manera eficiente y eficaz, siendo este un derecho constitucional adquirido desde hace 200 años y consolidado con la constitución del 91, el cual es el derecho a una educación gratuita.

Mientras lo anterior ocurría, al mismo tiempo se politizo el manejo de la enorme estructura oficial de la educación tradicional, inclusive debilitando sus sindicatos que quedaron al servicio del político de turno, es decir llegó y se “oficializo” la politización de la misma, es decir los docentes se escogían a dedo si importar su estructuración y actualización académica, se llenaron plazas para cumplir cuotas políticas.
Lo anterior quedo confirmado cuando el pasado mes de marzo del presente año. Se realizo audiencia pública (en el honorable Concejo Municipal) para la escogencia y asignación de 80 plazas en las instituciones educativas de Cartago, por cuanto más del 50% de los docentes nombrados en provisionalidad perdieron las pruebas, este hecho tomo tintes carnavalescos cuando algunos docentes demandaron al estado , porque en las pruebas habían unas preguntas que estaban mal formuladas.

Que desfachatez sobre semejante reclamo, donde la costumbre de reclamar por reclamar y queriéndose aferrar a cargos que no merecían, y donde en su actuar quisieron estar por encima de sus éticas profesionales y aferrados (as) a unos intereses personales.

Entonces, la siguiente pregunta que surge es la siguiente: ¿cuantos jardines y en general centros educativos funcionan legalmente en la ciudad y cumplen con los mínimos requisitos para su normal funcionamiento y finalmente cuantos funcionan en forma clandestina?

Porque bien es conocido que se han dado casos, (principalmente en las grandes capitales) que una madre cabeza de familia, realizando actividades de madre sustituta, termina “montando” su jardín infantil sin los mínimos requisitos espaciales y de seguridad y menos de calificación en materia de educación formal.

Igualmente muchos jardines con el transcurrir del tiempo han “evolucionado”, a colegios y estos últimos se han convertido en centros de educación superior o en proyectos de universidades, ¿que tipo de seguimiento le esta haciendo la Secretaria de Educación Municipal a esta nueva forma de impartir educación?

Como no hay tiempo, ni espacio para evaluar el porque de la crisis económica de varios centros educativos que funcionan desde hace muchísimos años en la ciudad, donde aparentemente no hay demanda de cupos sobre los programas que esas facultades ofrecen en esas instituciones, y mucho menos evaluar el porque del bajo nivel académico de las mismas, donde en algunos casos el estudiante que ingresa a una facultad se encuentra con el mismo profesor que le enseño en el colegio; donde abundan “nuevos” programas académicos, donde brillan por su ausencia las practicas empresariales o consultorios extramurales; centros donde se habla de ciencia y tecnología pero que hace más parte de una bien elaborada estrategia publicitaria para atraer nuevos estudiantes.

Tampoco tocaremos los altos costos educativos en jardines, colegios y universidades en nuestra ciudad, y la regular educación que se imparte en muchos de ellos, al punto de graduar nuevos profesionales con limitaciones tan elementales como el desarrollo de la lectura, falta de redacción o casos graves de ortografía y gramática, situaciones que debieron de ser corregidas antes del estudiante “aprobar” la educación media.

También es importante mencionar, buenos modelos de desarrollo educativo y solo por mencionar dos, la Gabo en lo público y el Pombo en lo privado, donde la primera se esfuerza e intenta lograr la equidad en la educación, es decir donde tradicionalmente los segmentos más desfavorecidos de la población reciben una educación baja en calidad lo que deriva en reproducir la pobreza como único paso de alcanzar la miseria.

Sea esta la oportunidad de alentar a estas dos instituciones para que continúen en esa ardua tarea de buscar nuevos enfoques en la educación, que indican que para mejorar la calidad de la educación es necesario considerar los estudios de cómo funciona el cerebro en el proceso cognoscitivo.

Que no es otra cosa que promover la inteligencia relacional y memoria semántica y ambas están relacionadas con como se enseña y aprende.

Es decir que ambos conceptos se resumen en la necesidad de generar la capacidad de relacionar conceptos y jerarquizarlos, no simplemente memorizarlos y además practicarlos a través de discusiones, análisis y síntesis.

La gran conclusión hay que enseñar a leer, comprender y aprender. Ojo docentes y directivos docentes, ustedes saben de qué estoy hablando.

Por ello sigo sosteniendo lo que siempre se ha dicho. En la universidad lo único que se aprende…. Es a leer.

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