domingo, 27 de junio de 2010

¿DÓNDE ESTÁ EL EXITO DE LOS ALCALDES?

Que hicieron los respectivos Alcaldes, en el pasado, de ciudades como Barranquilla, Bogotá, Manizales, Medellín, Pasto, Popayán, que en su momento fueron justamente galardonados como los mejores por su gestión pública; que diferencia hay entre ser el mejor gobernante; o pasar sin pena, ni gloria; o en el peor de los casos, ser tildado por la opinión publica como “… un pésimo gobernante…”. Empiezo por la conclusión… Conformaron excelentes equipos de trabajo.

El tiempo y la forma de medir la gestión pública de un Alcalde, generalmente se realiza cuando el gobernante está a punto de entregar su mandato, donde ya no hay la más mínima posibilidad de enmendar sus errores, por cuanto ya se camina sobre los hechos cumplidos y todo es caso juzgado; la otra y no menos frecuente manera de medirlo es sobre la marcha, y a más de 18 meses de cumplir o no con el mandato que la constitución le otorgó al actual gobernante de los Cartagüeños, Germán González Osorio.

Ordinariamente estos análisis se hacen en momentos en los cuales pueden convertirse como argumentos (a favor o en contra) de cercanas campañas electorales (lejos aún estamos de posibles candidaturas, mucho se especula, pero es solo eso especulaciones, aunque ya hay algunos Secretarios que sueñan con la Alcaldía), o dependiendo de simpatías o intereses políticos, o a través de la oposición y en el actuar por parte de algunos más radicales (con intereses politiqueros bien definidos) que siempre intentan exaltar los anticipados fracasos de las medidas adoptadas; donde de manera irresponsable se permite o coadyuve (por parte de la sociedad civil) a que el tema se convierta en un problema de imagen publica, generalmente negativa.

Hay también otras maneras más “técnicas” de evaluar la gestión pública de un mandatario local, y es aquella que se logra midiendo indicadores socioeconómicos, como la generación de ingreso y el empleo, los programas de prevención del delito, la lucha contra la pobreza absoluta, la recuperación de confianza ciudadana en la gestión publica, la movilidad, la reducción de la pobreza y la desigualdad, infraestructura, propuestas concretas en la búsqueda de la reactivación económica, solución de vivienda de interés social, mejoramiento de coberturas en educación, salud y agua potable y saneamiento básico, etc., en fin… se tiene a la mano innumerables indicadores para medir la eficiencia y eficacia en la gestión de un Alcalde y de su equipo de trabajo; aunque parezca un sesgo metodológico hoy no sentaremos en el banquillo al Alcalde, aunque en parte es responsable, sino a la aptitud y actitud de sus inmediatos colaboradores, y tampoco a todos, pero al que le caiga el guante…….. Frente a su responsabilidad como funcionarios públicos.

Hoy no me dedicare a mostrar estadísticas sobre los indicadores antes mencionados, primero por que a estas alturas y con el tiempo que le resta a la actual administración, sería injusto un balance donde las cifras y los resultados aún no han llegado a la madurez requerida para compararlos y medirlos.

Los Alcaldes que han tenido éxito, simple y llanamente lo que han hecho es romper los paradigmas de la administración pública tradicional, es decir han actuado no como burócratas sino como tecnócratas. Porque está claro que la forma de resolver los problemas de una ciudad, va mas allá del consenso político que exista, se requiere de que en los principales cargos, llámense secretarias o subsecretarias, estén ocupados por profesionales idóneos que actúen con profesionalismo, y respondan al llamado de una colectividad que espera de ellos lo mejor como profesionales y como personas.

El tren del crecimiento y el desarrollo no solo requiere de una locomotora que jalone 8 secretarias, una subsecretaria, una subdirección, y 8 grupos de trabajo; como lo establece el actual organigrama de la administración municipal, que de hecho y después de la última reforma administrativa intentó darle aplicabilidad a una estructura plana, más ágil y en teoría más efectiva.

El problema radica en que ocurrió lo contrario, en algunos casos, resulto siendo más lenta en su forma de reaccionar, con el agravante que las decisiones aparentemente no se concentran en una solo persona, sino que y al mejor estilo maquiavélico, se insinúan luchas de poder en manos y entre funcionarios, y que en nada tiene que ver con el ordenamiento jurídico que regula las competencias para cada una de las Secretarias, contrario a lo que está ocurriendo, el deber ser, requiere de compromiso y lealtad no solo para con el Alcalde que los posesionó sino con la ciudadanía que los eligió.

La intención (y no solo con ésta basta) del actual Alcalde siempre ha sido el darle un perfil muy empresarial, o mejor retomar los conceptos con los que se administra con éxito la empresa privada, tomar y aplicar los modelos administrativos de aquellas empresas que han tenido éxito, donde lo que prima es una excelente comunicación, sin intereses personales de por medio, entre sus miembros que conlleven al logro de unos resultados colectivos a través de la fijación de unas metas cortoplacistas.

Dicho en otras palabras, Germán Gonzales, aún no ha logrado conformar un equipo de trabajo altamente competitivo y con un liderazgo individual, por secretaria, que permita a través de una adecuada sinergia, emprender acciones que la conviertan en una administración eficiente y eficaz en el manejo del recurso humano para así lograr las metas que él se propuso desde el pasado 1 de enero de 2008.

Finalmente debo de concluir que el problema radica en que, en algunos casos no ha logrado articular algunas secretarias. Expertos dicen que los equipos, no los individuos, son los que se han convertido en bloques necesarios para construir empresa o mejor para construir gobierno; el problema se profundiza cuando el individuo que los representa (léase secretario), ya sea por arrogancia o incompetencia fracasa en su intención de mostrar resultados que convenzan a la opinión publica, convirtiéndose en equipos que no buscan los problemas y las oportunidades para superarlos, solo se conforman con dejar hacer, dejar pasar, y soportan con estoicismo las criticas y en el peor de los casos hacen caso omiso de los comentarios que se hacen a sus espaldas en una actitud que en nada suma, sigo que resta en la construcción de una nueva ciudad, tan implorada y representada (al momento de votar) por los 50.000 sufragantes dispuestos a salir en las próximas elecciones para elegir el próximo Alcalde, y en eso no se puede equivocar, porque están en juego muchísimas cosas y no solo la gobernabilidad. Dura tarea la que le espera. Solo resta esperar ya que aún es tiempo de que se tomen decisiones.

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