sábado, 21 de marzo de 2020

COVID-19 – CUARENTENA – DENGUE HEMORRÁGICO


En conversación sostenida con la médica, María Luisa Gallego Benítez, vía telefónica, comparando los resultados de los exámenes de laboratorio (3), realizados a mi hijo adolescente; por una posibilidad, por fortuna negativo, de dengue hemorrágico.


Ante una de mis preguntas, amablemente me informó que había quedado extendido por 6 semanas los nuevos protocolos de atención en salud, solo urgencias - en la IPS Comfandi - y a la espera de cómo evoluciona la amenaza epidemiológica del Coronavirus, en la ciudad de Cartago, en el Norte del Valle.


El patrimonio cultural en salud que construye; las modernas comunicaciones - en tiempo real - de lo que sucede, derivado de esta emergencia global, especialmente en Italia; país desarrollado que enfrenta, hoy, su mayor desafío - igual o mayor - desde la segunda guerra mundial.


Antes de entrar en materia, y para colocar en contexto el asunto que nos ocupa hoy, recuerdo una pregunta que me formuló un alumno en la biblioteca, beneficio por conducta ejemplar - hace un poco más de un año - cuando abordábamos un tema espiritual, donde se intentaba interpretar a: Cristo Jesús, Buda, Mahoma y Hare Krishna como los mayores maestros espirituales de la humanidad.


¿Por qué Dios permite que un bus lleno de niños se queme, y los mate a todos? Dios, le expliqué, está por encima del bien y del mal y por esa potestad deja al libre albedrío las acciones que emprendan sus hijos aquí, y en tránsito breve, en esta tierra de todos. 


Continué diciéndole que el bus pudo haberse quemado por muchos motivos: por un ataque terrorista, por negligencia del dueño al no cumplir con la revisión tecnomecánica o por grave culpa del conductor que conducía en estado de embriaguez, entre muchas otras causales…


…Y con toda seguridad, muchas de esas madres, al despedir a sus hijos - e independiente de la religión que profesaran - elevaron oraciones, implorando la protección de sus hijos… Al final de los acontecimientos, todo sucedió debido al azar; y no por qué su Dios, les hubiera dado la espalda e ignorado los ruegos; recomiendo la película “Dios si existe”.


Recordemos que Dios, cualquiera sea la idea que tengas de él, deja claro cuando sentencia. “Ayúdate que yo te ayudaré” … Entonces, todos, los que tengamos uso de buena razón y juicio; y, hoy, frente a la grave amenaza epidemiológica no podemos perder la fe; pero igual tenemos, por lo pronto, dos opciones:


La primera. No acogernos a las recomendaciones de Gobierno Central y salir de paseo; o buscar, para orar, una iglesia, sinagoga o algún templo sagrado, implorando un milagro de inmunidad o de sanación; la ofrenda, el diezmo o la limosna son efectos colaterales de la fe.


La segunda. Quedarse en casa; los más religiosos, orando, los otros: leyendo, durmiendo, bebiendo (la menos recomendable) o disfrutando de la tecnología de la información y de las comunicaciones que tengan a su alcance.


Todos debemos de entender que “el simulacro”, de acuartelamiento en primer grado, que decretaron algunos alcaldes, y que el gobierno “coordinó” mediante un mandato superior, y que aprovechó el puente festivo, religioso, de San José.


Es tan solo un ejercicio de transición, preparando mentalmente al ciudadano del común para las duras medidas de aislamiento que debe de proponer el Gobierno de Duque, o quien haga sus veces; este tema es urgente e importante.


Surgen las siguientes preguntas: ¿Está preparado el Sistema General de Seguridad Social en Salud (SGSSS) para atender una esperada emergencia sanitaria?


¿El Gobierno Nacional, Departamental, y local dispone de información exacta; sobre el número de camas con que cuenta la red hospitalaria y de urgencias, pública y privada?


¿El Gobierno Nacional, Departamental, y local dispone de información exacta; sobre el número de camas con que cuenta en la red hoteles, moteles, centros vacacionales, campamentos, albergues, hostales, alojamientos rurales, viviendas turísticas y refugios?


Lo anterior no es una exageración, y mucho menos un llamado al pánico, máxime si, usted atento y respetado lector, está al tanto - estoy seguro de ello - de, por decir lo menos, la catástrofe humanitaria que vive el Sistema de Salud en Italia.


Recordemos la Italia, de la cuna, Isla de Creta, de la civilización occidental, del renacimiento; pero también la Italia de Mussolini y el horror de la guerra; hoy los Italianos están enfrentado una guerra viral, que están perdiendo.


Debemos entonces preguntarnos… ¿Por qué un país europeo, con una economía desarrollada y un alto nivel de vida, tiene colapsado su Sistema Integral de Salud pública y privada?


Para el personal médico y paramédico, terminales de la operación, que viven las 24 horas, enfrentando la tragedia - probablemente están por llegar al pico de las 1.000 muertes diarias en su gran mayoría adultos mayores - tienen muy claro; que las medidas de protección: cierre de fronteras y aislamiento obligatorio, entre muchas otras medidas, que debió tomar el Gobierno Italiano… Llegaron demasiado tarde. ¿Errónea decisión política? La historia los juzgará.


De ahí la importancia que el Gobierno de la República de Colombia; tome, así sean estrictas y generen polémica, imposible darle gusto a todos en el sanedrín, las medidas conducentes y de ser posible durante lo que resta de este primer semestre.


El propósito está orientado a evitar el contagio y/o detenerlo, nada tienen que hacer la niñez, infancia y adolescencia en las calles y mucho menos los adultos mayores; pero en general la población debe de evitar la exposición al virus; la mejor decisión es quedarse en casa y solo salir a atender asuntos prioritarios.


La cruda realidad es que las medidas, que pronto va a tomar el gobierno, llegan tarde, pero no lo demasiado tarde, para evitar lo que hoy sucede en Italia.


Un País donde, el Sistema de Salud, por la emergencia, el servicio de consulta externa está suspendido, se ha dedicado solo a la atención de urgencias; los consultorios se han acondicionado, como Unidades de Hospitalización Individual UCI.


Ya que es altísimo el ingreso de pacientes graves con COVID-19; la instrucción gubernamental, obliga, a que los hoteles se preparen, para disponer de camas para hospitalización y ciudados intensivos y así poder atender a nuevos pacientes.


El panorama es desolador; hay pacientes niños y jóvenes; pero en su mayoría son adultos y adultos mayores, todos con tratamiento y respiración artificial… Y, lo más cruel; el personal adscrito, esperando su muerte; porque nada pueden hacer.


El personal médico, en todas las especialidades, y paramédico, está dedicado las 24 horas solo atender la pandemia y no es suficiente; frente a esa emergencia, de nuevo; están llamando a los pensionados, profesionales de la salud, que hace más de 10 años no manipulan un fonendoscopio o un termómetro.


El material de protección individual y hospitalario escasea y han debido recurrir a la elaboración artesanal de elementos de protección y de apoyo como: batas y mascarillas que surgen de la inventiva (utilizando máquinas de coser) y como única medida de protección en la quijotesca tarea de atender pacientes graves del COVID-19.


Lo anterior, es el panorama, que en estos momentos vive el, colapsado, Sistema de Salud en Italia, sin mencionar el impacto en la economía de ese país del primer mundo.


Surge la pregunta final, si no tomamos las medidas de autoprotección y aislamiento voluntario; y con un profundo sentido de responsabilidad social.


¿Qué sucederá en Colombia, un país en vía de desarrollo - con enormes brechas económicas y sociales - con un Sistema General de Seguridad Social en Salud, que no está preparado para enfrentar la actual pandemia, realidad que no debemos ocultar, y que en estas circunstancias no podrá distinguir entre pacientes muy ricos, ricos, clase media y pobres? Amanecerá y veremos.
  

Apostilla: El pasado viernes 20 de marzo, realicé el ejercicio de cada mes, reclamar personalmente – de hecho, no me incomoda hacerlo - los medicamentes, en el punto de entrega de la IPS Comfandi, Cra.5 entre 13 y 14, llegué a las 6:30 A.M. 


Arribando realicé el conteo de las personas, casi en su totalidad adultos mayores, que en la calle hacían fila a una distancia menor de 15 centímetros una tras la otra, y tan solo 2 con tapa boca, no era mi caso; en ocasión, y por cansancio, sentados en el andén; ocupando espacio público e interfiriendo en el comercio de ese sector.


Me tocó el puesto 54; tardé 5 horas para recibir los medicamentos; de esos solo 30 minutos, sentado a la espera en el interior de ese dispensario, solo dejan entrar 7 personas por turno, al final se sentó a mi lado una señora que viajó desde la Victoria y según me comentó estaba levantada desde las 3:30 A.M.


¿Por qué razón, la Secretaria de Salud Municipal, ha permitido que esa Empresa Prestadora de Salud siga exponiendo a mayores riesgos, a cientos de adultos mayores, durante todos los días en lo corrido de este mes; maltratando de esa manera al ciudadano del común vulnerable? Amanecerá y veremos.

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