En conversación sostenida con la
médica, María Luisa Gallego Benítez, vía telefónica, comparando los resultados
de los exámenes de laboratorio (3), realizados a mi hijo adolescente; por una posibilidad,
por fortuna negativo, de dengue hemorrágico.
Ante una de mis preguntas, amablemente
me informó que había quedado extendido por 6 semanas los nuevos protocolos de atención
en salud, solo urgencias - en la IPS Comfandi - y a la espera de cómo evoluciona
la amenaza epidemiológica del Coronavirus, en la ciudad de Cartago, en el Norte
del Valle.
El patrimonio cultural en salud
que construye; las modernas comunicaciones - en tiempo real - de lo que sucede,
derivado de esta emergencia global, especialmente en Italia; país desarrollado
que enfrenta, hoy, su mayor desafío - igual o mayor - desde la segunda guerra
mundial.
Antes de entrar en materia, y
para colocar en contexto el asunto que nos ocupa hoy, recuerdo una pregunta que
me formuló un alumno en la biblioteca, beneficio por conducta ejemplar - hace un
poco más de un año - cuando abordábamos un tema espiritual, donde se intentaba
interpretar a: Cristo Jesús, Buda, Mahoma y Hare Krishna como los mayores
maestros espirituales de la humanidad.
¿Por qué Dios permite que un
bus lleno de niños se queme, y los mate a todos? Dios, le expliqué, está por
encima del bien y del mal y por esa potestad deja al libre albedrío las
acciones que emprendan sus hijos aquí, y en tránsito breve, en esta tierra de
todos.
Continué diciéndole que el bus
pudo haberse quemado por muchos motivos: por un ataque terrorista, por
negligencia del dueño al no cumplir con la revisión tecnomecánica o por grave
culpa del conductor que conducía en estado de embriaguez, entre muchas otras causales…
…Y con toda seguridad, muchas
de esas madres, al despedir a sus hijos - e independiente de la religión que profesaran
- elevaron oraciones, implorando la protección de sus hijos… Al final de los
acontecimientos, todo sucedió debido al azar; y no por qué su Dios, les hubiera
dado la espalda e ignorado los ruegos; recomiendo la película “Dios si existe”.
Recordemos que Dios,
cualquiera sea la idea que tengas de él, deja claro cuando sentencia. “Ayúdate
que yo te ayudaré” … Entonces, todos, los que tengamos uso de buena razón y
juicio; y, hoy, frente a la grave amenaza epidemiológica no podemos perder la
fe; pero igual tenemos, por lo pronto, dos opciones:
La primera. No acogernos a las
recomendaciones de Gobierno Central y salir de paseo; o buscar, para orar, una iglesia,
sinagoga o algún templo sagrado, implorando un milagro de inmunidad o de sanación;
la ofrenda, el diezmo o la limosna son efectos colaterales de la fe.
La segunda. Quedarse en casa;
los más religiosos, orando, los otros: leyendo, durmiendo, bebiendo (la menos
recomendable) o disfrutando de la tecnología de la información y de las comunicaciones
que tengan a su alcance.
Todos debemos de entender que “el
simulacro”, de acuartelamiento en primer grado, que decretaron algunos alcaldes,
y que el gobierno “coordinó” mediante un mandato superior, y que aprovechó el
puente festivo, religioso, de San José.
Es tan solo un ejercicio de transición,
preparando mentalmente al ciudadano del común para las duras medidas de
aislamiento que debe de proponer el Gobierno de Duque, o quien haga sus veces;
este tema es urgente e importante.
Surgen las siguientes preguntas:
¿Está preparado el Sistema General de Seguridad Social en Salud (SGSSS) para
atender una esperada emergencia sanitaria?
¿El Gobierno Nacional, Departamental,
y local dispone de información exacta; sobre el número de camas con que cuenta
la red hospitalaria y de urgencias, pública y privada?
¿El Gobierno Nacional, Departamental,
y local dispone de información exacta; sobre el número de camas con que cuenta en
la red hoteles, moteles, centros vacacionales, campamentos, albergues,
hostales, alojamientos rurales, viviendas turísticas y refugios?
Lo anterior no es una
exageración, y mucho menos un llamado al pánico, máxime si, usted atento y
respetado lector, está al tanto - estoy seguro de ello - de, por decir lo
menos, la catástrofe humanitaria que vive el Sistema de Salud en Italia.
Recordemos la Italia, de la
cuna, Isla de Creta, de la civilización occidental, del renacimiento; pero también la Italia de
Mussolini y el horror de la guerra; hoy los Italianos están enfrentado una guerra
viral, que están perdiendo.
Debemos entonces preguntarnos…
¿Por qué un país europeo, con una economía desarrollada y un alto nivel de
vida, tiene colapsado su Sistema Integral de Salud pública y privada?
Para el personal médico y paramédico,
terminales de la operación, que viven las 24 horas, enfrentando la tragedia - probablemente
están por llegar al pico de las 1.000 muertes diarias en su gran mayoría adultos
mayores - tienen muy claro; que las medidas de protección: cierre de fronteras
y aislamiento obligatorio, entre muchas otras medidas, que debió tomar el Gobierno
Italiano… Llegaron demasiado tarde. ¿Errónea decisión política? La historia los
juzgará.
De ahí la importancia que el Gobierno
de la República de Colombia; tome, así sean estrictas y generen polémica,
imposible darle gusto a todos en el sanedrín, las medidas conducentes y de ser
posible durante lo que resta de este primer semestre.
El propósito está orientado a
evitar el contagio y/o detenerlo, nada tienen que hacer la niñez, infancia y
adolescencia en las calles y mucho menos los adultos mayores; pero en general
la población debe de evitar la exposición al virus; la mejor decisión es
quedarse en casa y solo salir a atender asuntos prioritarios.
La cruda realidad es que las
medidas, que pronto va a tomar el gobierno, llegan tarde, pero no lo demasiado
tarde, para evitar lo que hoy sucede en Italia.
Un País donde, el Sistema de Salud,
por la emergencia, el servicio de consulta externa está suspendido, se ha dedicado
solo a la atención de urgencias; los consultorios se han acondicionado, como Unidades
de Hospitalización Individual UCI.
Ya que es altísimo el ingreso
de pacientes graves con COVID-19; la instrucción gubernamental, obliga, a que los
hoteles se preparen, para disponer de camas para hospitalización y ciudados
intensivos y así poder atender a nuevos pacientes.
El panorama es desolador; hay pacientes
niños y jóvenes; pero en su mayoría son adultos y adultos mayores, todos con tratamiento
y respiración artificial… Y, lo más cruel; el personal adscrito, esperando su
muerte; porque nada pueden hacer.
El personal médico, en todas las
especialidades, y paramédico, está dedicado las 24 horas solo atender la pandemia
y no es suficiente; frente a esa emergencia, de nuevo; están llamando a los pensionados,
profesionales de la salud, que hace más de 10 años no manipulan un fonendoscopio
o un termómetro.
El material de protección individual
y hospitalario escasea y han debido recurrir a la elaboración artesanal de elementos
de protección y de apoyo como: batas y mascarillas que surgen de la inventiva (utilizando
máquinas de coser) y como única medida de protección en la quijotesca tarea de
atender pacientes graves del COVID-19.
Lo anterior, es el panorama,
que en estos momentos vive el, colapsado, Sistema de Salud en Italia, sin
mencionar el impacto en la economía de ese país del primer mundo.
Surge la pregunta final, si no
tomamos las medidas de autoprotección y aislamiento voluntario; y con un
profundo sentido de responsabilidad social.
¿Qué sucederá en Colombia, un país
en vía de desarrollo - con enormes brechas económicas y sociales - con un Sistema
General de Seguridad Social en Salud, que no está preparado para enfrentar la
actual pandemia, realidad que no debemos ocultar, y que en estas circunstancias
no podrá distinguir entre pacientes muy ricos, ricos, clase media y pobres? Amanecerá
y veremos.
Apostilla: El pasado viernes
20 de marzo, realicé el ejercicio de cada mes, reclamar personalmente – de hecho,
no me incomoda hacerlo - los medicamentes, en el punto de entrega de la IPS
Comfandi, Cra.5 entre 13 y 14, llegué a las 6:30 A.M.
Arribando realicé el conteo de
las personas, casi en su totalidad adultos mayores, que en la calle hacían fila
a una distancia menor de 15 centímetros una tras la otra, y tan solo 2 con tapa
boca, no era mi caso; en ocasión, y por cansancio, sentados en el andén;
ocupando espacio público e interfiriendo en el comercio de ese sector.
Me tocó el puesto 54; tardé 5
horas para recibir los medicamentos; de esos solo 30 minutos, sentado a la
espera en el interior de ese dispensario, solo dejan entrar 7 personas por
turno, al final se sentó a mi lado una señora que viajó desde la Victoria y según
me comentó estaba levantada desde las 3:30 A.M.
¿Por qué razón, la Secretaria
de Salud Municipal, ha permitido que esa Empresa Prestadora de Salud siga exponiendo
a mayores riesgos, a cientos de adultos mayores, durante todos los días en lo
corrido de este mes; maltratando de esa manera al ciudadano del común
vulnerable? Amanecerá y veremos.
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