Hoy abordaremos, lo que
hemos denominado “Chuzadas del común” sin que medie una previa orden judicial y
cuya motivación justifique el proceder; que se ha convertido en un hecho real,
violando el derecho a la intimidad del ciudadano de a pie.
Consignado en “El artículo
15 de la Constitución Política Colombiana, que establece el denominado por la doctrina “habeas
data”, en el sentido de indicar que todas las personas tienen derecho a su intimidad personal y
familiar y a su buen nombre”.
Para tratar de comprender,
un poco, el delirante mundo de la inteligencia y contrainteligencia; que según
algunos estudiosos, de los Sherlock Holmes criollos, han concluido que la motivación
principal, para “investigar”, se basa en el “supuesto” basado en los
antecedentes judiciales, el comentario - No leer bochinche - el morbo y la
malicia, del que quiere hacer daño ya sea a una institución o a un simple individuo.
Un paréntesis, si se tratara
de los antecedentes judiciales ¿Porque el delincuente común reincide, en el
hurto de celulares, y casi nunca es aprehendido? Y si es capturado falla el sistema
judicial y/o policivo.
En otros casos los resultados
buscados deben contener un importante peso mediático, y en algunas ocasiones sin
comprobar nada de fondo; banalizando la dignidad del afectado(s) cuyo único
objetivo es el de mejorar la imagen institucional, el raiting de sintonía o
aumentar el número de veces de hacer click en “me gusta”.
Sugerencia, si tiene el buen
hábito de ser un buen “generador de conversaciones” en las redes sociales,
nunca dependa de los click… me gusta; no le sirve para controlar su ego y al
infiltrado malicioso le encanta, entonces no sufra o deleite por eso.
Contrario a lo consignado en
los viejos manuales de inteligencia como el manual psicológico de la guerra de guerrillas, donde
casi todo se centraba en la utilización de los verbos transitivos confundir,
dividir y atacar; hoy solo buscan “crear” y agitar grandes escándalos a nivel
nacional, para lanzar cortinas de humo sobre temas más delicados y de verdadero
interés e impacto a nivel nacional.
Lo anterior significa que
los seguimientos a personajes públicos, líderes sociales y ambientalistas, por
mencionar algunos son utilizados, como herramienta para obtener información, independiente
que sea: buena, regular o falsa; pero muy útil para obtener ventaja operativa y
sicológica como “cacería de brujas”.
Lo sorprendente es que los
grandes crímenes de lesa humanidad, o con perfil terrorista, nunca, nunca se tienen
indicios de la previa ocurrencia del hecho; y que generalmente impacta a la
sociedad en general y solo se visibiliza cuando acontece. ¿Dónde estaban los
organismos de inteligencia del Estado? Si de verdad están luchando en contra
del terrorismo.
Es transparente cuando el procedimiento
es adelantado por válidos indicios y ha sido ejecutado bajo el protocolo legal
y/o de manera oficial…Es decir autorizado por memorandos internos que siguen el
principio de la subordinación administrativa y operativa.
Lo reprochable, cuando la iniciativa
lleva motivaciones personales de toda índole: pasionales, económicos, venganzas
y miedos entre otros; y en estos casos la consiga, es...Cae porque cae… ¿Entonces qué está pasando cuando nunca cae? ¿Culpable o
inocente?
Hoy día no siempre sucede así;
desde hace muchas décadas, el encargo de espiar viene de todo aquel, que lo
necesita y tiene múltiples motivaciones, ya sea como persona natural o jurídica,
siempre y cuando disponga del recurso financiero para contratarlo y con el
personal calificado para ejecutarlo.
Procedimiento, éste último que
resulta ser nada seguro y en algún caso peligroso, porque los resultados que se
obtienen son, en mucho basados en el perfil sicológico y emocional del sabueso:
sus paradigmas, emociones, sentimientos, prevenciones y su nivel cultural.
La pregunta que surge es ¿En
inteligencia electrónica y/o de trabajo de campo, los organismos de
inteligencia del Estado son los mejores del mundo, o algunos están en pañales y
desbordamos por la imaginación, al mejor estilo macondiano?
En el primer caso la
justificación, para la utilización a nivel masivo, inicialmente era proteger
intereses de seguridad por parte del Estado; y para lograrlo, lo que sí está
claro es que no intenta, menos hoy en día, salvaguardar el derecho a la
intimidad de los colombianos de bien. Todos son medidos con el mismo rasero.
Todo lo contrario, con el
advenimiento de las redes sociales, el desarrollo de la tecnología de punta en
todo que nos rodea: electrodomésticos, vehículos y juguetes digitales; sin duda
generando una mejor calidad de vida que la de hace 20 años; situación solo
imaginaba por los genios de Hollywood; pero violando la intimidad de todo aquel
que las utilice.
Vamos un poco más allá; hoy
el ciudadano del común está expuesto al escaneo y monitoreo diario de su vida; desde
su móvil, portátil, y en general equipos de alta tecnología; conclusión, la
salvaguarda de su vida privada es asunto del pasado.
Eso de fisgonear, doméstico,
es una realidad antigua que el poder mediático puso de moda, seguramente tiene en
sobresalto, a la mayoría – algunos la disfrutan - que se preguntan ¿cómo, cuándo,
dónde y por qué me están espiando?
Esa obsesión de fisgonear y
juzgar, a los demás, obedece a la
ausencia de un principio básico de inteligencia emocional “Conócete a ti mismo”;
y que tiene su origen, en el miedo de perder lo que cree le pertenece; o enfermizamente
envidia lo que otros tienen.
El comprobado seguimiento
digital y de tecnología a través del celular se manifiesta con (ecos y de voces
en las salas de escucha), hackeos de su computadora, desde vehículos en vía pública
y en las redes sociales, cuentas fantasma, intentando controlar el uso y eficacia
de sus redes; haciendo más lento o limitado acceso a la información y a la
cobertura.
Recientemente en las redes
sociales; comprobando una vez más y al mejor estilo de los organismos de
inteligencia alrededor del mundo reza la frase… “el que está dentro del radar,
es porque está protegido y a la vez vigilado”. Para bien o para mal.
Algunas recomendaciones de
Perogrullo para evitar ser espiado o por lo menos no ser clasificado como
sospechoso de algo… o riesgoso para la seguridad nacional.
En sus conversaciones o
comunicaciones, evite, la utilización de términos técnicos o sofisticados,
porque fácilmente pueden confundirlo, los que lo escuchan, con un poderoso narco
que está negociando y acordando la entrega de un enorme cargamento droga; y si
ese es su caso utilice palomas mensajeras, que fácilmente las adquiere en
tiendas de mascotas.
Evite términos como “refundar
la patria”, porque lo catalogarán de paramilitar; o “Guerrillerada” ya que se
corre el riesgo que lo clasifiquen como nuevo jefe de un grupo terrorista; evite
la frase “Confianza inversionista” porque lo asociarán con el Centro Democrático.
Recuerde alrededor del
mundo, las grandes agencias de inteligencia, diariamente se inventan y dan vida
a nuevos capos del narcotráfico y células terroristas; todo para justificar los
clasificados “gastos generales de funcionamiento”.
Finalmente recordemos la
frase, en el disco “El Flechas” de David Sánchez Juliao…”Tranquila niña Tulia,
que eso no es contigo”… o “Tú crees que eso no se sabe”. Amanecerá y veremos.
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