“Los
líderes del mañana tendrán que aprender cómo crear un entorno que acoja el
cambio, no como una amenaza sino como una oportunidad. Creo que ésta será la
única manera de dirigir una organización en un mundo lleno de turbulencias” (W.
Bennís).
Primera pregunta…¿Que
diferencia hay entre un líder proactivo y un líder reactivo? El primero
constantemente se está reinventando,
para el segundo le es difícil superar
las frustraciones personales, y salir de esa vanidosa armadura que lo “protege”
de los desafíos y las amenazas, reales o no,
externas.
Desde hace décadas,
venimos escuchando el tema de la ciudad-región; sinembargo cada vez que intenta
aparecer en el escenario político un líder que busca hacer realidad ese sueño
subregional; algunos municipios lo ven como una amenaza y no como una
oportunidad.
Siempre que da
comienzo un nuevo periodo de gobierno; cada uno de los gobernantes, de turno,
tiene similares y/o diferentes proyectos para adelantar durante su corta gestión
municipal. Máxime cuando prima el entendido que algunos municipios no resisten
otra mala administración.
La opinión pública,
como siempre atenta, entiende que en esta nueva vorágine de oportunidades y
amenazas; el nuevo gobernante debe de estar preparado para concentrarse en administrar
de manera eficiente y eficaz los
diferentes recursos de su municipio.
Sin perder de vista a
sus vecinos como subregión; ya que está comprobado que mediante un esfuerzo
conjunto territorial, donde todos ponen y todos ganan, los retos económicos y
sociales se resuelven de manera eficiente y eficaz en torno a temas
estratégicos; que de manera individual no les es posible materializar.
La estrategia debe
comenzar, con un liderazgo regional consensuado; y da comienzo cuando cada el
gobernante centra sus esfuerzos en sentar las bases para empezar a resolver desafíos
que van más allá de generar un cargo
burocrático, bajar indicadores de mortalidad materno-infantil, desnutrición,
analfabetismo, alcoholismo, drogadicción, prostitución, trabajo infantil, embarazos
en niñas y adolescentes, violencia intrafamiliar entre otros.
O intentando aumentar
cobertura en educación, salud, vivienda digna, acueducto y alcantarillado por
nombrar algunos…Al tiempo que se, con audacia y entereza, concentra y le apunta a
proyectos de importancia estratégica subregional.
Donde como apenas es
obvio se beneficia económica, social y políticamente toda una subregión; que
para nuestro caso, y para empezar, la del extremo norte del valle.
Por obvias razones esa iniciativa tendrá obstáculos y no necesariamente derivado de posiciones
egoístas, infundados celos políticos o de intentos de protagonismo narciso; sí por
ausencia de una clara visión como potencial subregional.
El prerrequisito a
cumplir, ese gobernante, es estar consciente de la importancia de vivir en un mundo totalmente interconectado donde todo depende de si le va
bien al vecino también me ira bien como ente territorial.
Que si el gobernante
vecino tiene problemas con la adecuada explotación de los recursos naturales y
el medio ambiente o de alguna manera no se preocupa del cambio climático; esa
situación, externa, tarde que temprano afectará a todos; o en sentido contrario que la puesta en marcha de un macro proyecto
de inversión, posiblemente, va a mejorar el empleo en la subregión.
Visualizar esos grandes
proyectos es el primer paso para intentar corregir las desigualdades sociales y
económicas de la subregión, frente al resto del departamento, e intentando
solucionar problemas estructurales como el estancamiento y retroceso
socioeconómico - incremento del desempleo - que llevan, desde hace décadas, a
la pobreza y la miseria de miles de habitantes en el norte del valle.
La principal falta… Que
el gobernante continúe con la mirada local y simplista intentando resolver sus
problemas domésticos; abandonando otras soluciones a través de esquemas
asociativos contemplados en la ley 1454 de 2011.
Para empezar ha cambiar el paradigma de actuar en solitario; lo primero que tienen que
reconocer, los nuevos gobernantes, es que 4 años no es tiempo suficiente para
actuar; recordemos que en la práctica son solo dos (2) si descontamos el tiempo
de acomodo y reacomodo y el freno a la ejecución de obras durante y derivado de
la aplicabilidad de la ley de garantías.
Lo anterior determina
que no sea posible, en ese corto tiempo, resolver los principales retos vistos
como enormes brechas sociales en salud, educación, vivienda, seguridad, agua
potable y servicios públicos; que impiden a los municipios sentar las bases
para mejorar, por lo menos, los principales indicadores socioeconómicos.
De hecho, la mayoría,
durante todo ese período gobierno, se la pasa apagando incendios y dependiendo
de los recursos que les envía la Nación vía Sistema General de Participaciones (ley
715 de 2001) para funcionamiento e inversión.
Para dar claridad,
nos permitimos formular la siguiente pregunta…¿Que puede hacer un municipio con
menos de 20.000 habitantes si desde lo presupuestal solo le puede destinar $5
millones de pesos para atender el programa de Infancia vía recurso propio? ¿Qué
le espera en 10 años a la adolescencia y juventudes en ese municipio?
En este orden de
ideas temas como desempleo, crisis hospitalarias, desastres naturales,
desplazamiento, delincuencia común, contaminación ambiental, seguridad alimentaria,
déficit de vivienda e infraestructura pública urbana y rural entre otros; son
imposibles de resolver con las iniciativa aisladas de cada uno de los gobiernos
municipales. Una golondrina no hace verano.
Ya en el contexto el
asunto que nos ocupa hoy, cada vez cobra más importancia el tema de la ciudad –
región, que dicho sea de paso, lleva décadas intentando adquirir forma desde la
prospectiva de ver mas allá de las fronteras políticas, administrativas y
territoriales.
Creemos entonces que
el principal reto de los gobernantes de la subregión, empezando por aquellos que están ubicados territorialmente en el extremo norte
del departamento como lo son: Alcalá, Ansermanuevo, Obando, Toro y Ulloa, es
unir esfuerzos desde el entorno territorial.
Lo anterior debería
de adelantarse, ante la ausencia de planteamientos serios sobre el desarrollo
urbano; fomentar el regreso de la ciudad al
campo, generar polos de desarrollo sostenibles, volver autosuficiente al
campo, crear micro bolsas agrícolas, estimular la inversión productiva en las
mismas; se hace entonces inaplazable que las autoridades responsables planifiquen en
forma responsable el crecimiento y desarrollo de la ciudad región en el norte del valle.
Lo anterior se logra
mediante de la creación de un ente supraregional liderado por los alcaldes (5
Secretarios de Hacienda y 5 Jefes de Planeación o quienes hagan las veces).
La primera acción a
seguir es la actualización de los P.O.T. (Planes de Ordenamiento Territorial) inicialmente al interior de sus territorios para
facilitar ese tipo de inversiones.
Hay que votarle el
miedo a la reglamentación sobre los usos de suelo, se hace entonces necesario ir
mas allá en el sentido de enlazarlos o darles transversalidad, es decir que
tengan el principio de integración como ciudad región.
Que impacten en cada uno
de los planes de desarrollo de los 5 municipios antes mencionados y que hacen
parte del extremo norte de la subregión; de tal forma que esos nuevos POT, no terminen
en los límites de las fronteras políticas municipales; es más, como ejercicio
de prospectiva deben de involucrar los planes de los municipios vecinos de la
misma subregión, sin que estos pierdan autonomía alguna.
Lo anterior daría comienzo,
organizando mesas de trabajo que le apunten al desarrollo de planes, programas
y proyectos que permitan el progreso de la Subregión Norte, con la
aplicabilidad de un esquema asociativo contemplado
en la ley 1454 de 2011; que posicione a la subregión a través de macro
proyectos de importancia estratégica, como por ejemplo: resolver el suministro
y la potabilidad del agua para consumo humano en el largo plazo (próximos 50
años). Amanecerá y veremos.
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