sábado, 18 de abril de 2015

CREER EN EL PROCESO DE PAZ

Para nadie es un secreto que el principal teatro de  operaciones de guerra es el Departamento del Cauca… por muchas razones: topografía, clima, ubicación geoestratégica para el asentamiento de santuarios donde se recluta, entrena y adoctrina, corredor estratégico para movilizar tropas, abastecimiento y manejo de recursos de toda índole, zonas de cultivo y procesamiento; en fin múltiples factores políticos, sociales y culturales han facilitado para que ese sea uno de los territorios con mayor presencia e influencia de las guerrillas.

Para desgracia de la nación, desilusión de muchos, júbilo de algunos y apatía de pocos; desde el pasado miércoles y jueves los diferentes medios de comunicación  alcanzaron, cada uno con su historia, el rating de sintonía con la dolorosa noticia que en la madrugada de ese miércoles 15 de abril, once (11) militares, juntos, cayeron bajo el fuego cruzado de las Farc.

De inmediato las redes sociales se vieron inundadas por comentarios en contra de las guerrillas, del proceso de paz, de la mesa de negociaciones, del presidente; las caricaturas ridiculizando no se hicieron esperar. Conclusión…Todos perdieron.

Las noticias en primera plana, editoriales, columnistas, congresistas y periodistas aprovecharon el clímax morboso, desde la oposición, para hacer protagonismo e intentar demostrar que era una farsa y un fracaso lo que se discutía en la mesa de negociaciones en la Habana – Cuba.  

El Presidente de la República el economista Juan  Manuel Santos Calderón, presionado por los hechos y sus consecuencias no ocultaba su desconcierto y ofuscación ordenó, reactivar, ataques por parte de la fuerza aérea.

Los que hemos defendido la posición que sin conflicto armado el país sería mucho mejor; seguimos insistiendo en esa hipótesis; pero la noticia nos llevó a la indignación  y la preocupación.

La experiencia nos ha enseñado que independiente de si la noticia es nacional, el comentario personal o el rumor es colectivo así sean buenos, regulares o malos; lo prudente es tomarse un espacio investigar, confirmar y esperar que el tiempo - razonable - decante los acontecimientos. Tal parece eso fue lo que ocurrió.

La noticia causó impacto por cuanto los medios dejaron claro que el suceso había sido el resultado de una emboscada - de madrugada - mientras los militares, en medio de la lluvia, dormían y en total estado de indefensión.

Esa situación descrita llevó al imaginario colectivo a concluir que era una acción cobarde y salvaje por parte de un sector de las guerrillas que no deseaban la paz para seguir en el multimillonario negocio de la guerra.

Días después y sin estar totalmente decantada la noticia, tal parece - sin ser la versión oficial - no fue un ataque rastrero de las guerrillas  sino un cruento combate que duró casi doce horas.

¿Quién miente? ¿Quien dice la verdad? ¿Verdades a medias? Desde mi perspectiva, las respuestas poco sirven para entender esos hechos circunstanciales.

Tampoco se trata de buscar pretextos para justificar un hecho que nuevamente enluta a 11 humildes familias a lo largo y ancho del país.

Las vidas sacrificadas en su mayoría son de origen campesino que no han terminado su preparación académica ya sea por falta de recursos o porque esa educación no significa, para sus familias, una oportunidad.

Los hechos de la madrugada del miércoles lo único que muestran; es una escena que se repite y tal vez se siga repitiendo,  cientos y cientos de veces a lo largo de los últimos 50 y más años.

El mensaje que nos debe de quedar claro es, que si bien es cierto existe un grupo de notables, varios militares, conversando, negociando e insistiendo con los lideres de las guerrillas en la búsqueda de un acto protocolario de la firma por la paz.

Ésta no llegará si no se sientan las bases y por lo menos se le dé aplicabilidad a tres, de los cinco temas propuestos en la agenda de negociaciones, y los ya “acordados” parcialmente en la mesa: 1. Hacia un nuevo campo colombiano: Reforma Rural integral; 2. Participación en Política: Apertura democrática para construir la paz; y 4. Solución al problema de las drogas ilícitas.

Mientras las conversaciones sigan avanzando, eso esperamos todos los colombianos, debemos de tener claro, que el confort de la Habana es diametralmente opuesto al teatro de guerra, con cese unilateral o no, donde humildes colombianos - de ambos bandos - evitan el combate o se enfrentan en medio del hambre, el frío y el agotamiento físico y mental, lo que en parte conlleva a la degradación de la guerra.

Otros insisten en que esa no es la razón – de hecho hay muchas - fue la decisión errada del gobierno, en su afán de avanzar y obtener resultados, haya “aflojado”  en su estrategia de ofensiva militar.

Que las guerrillas han violado, en repetidos periodos de tiempo, el acuerdo del cese unilateral de hostilidades.

Que en ese centro poblado había presencia, por razones de descanso, militar y hostigamiento a la guerrilla o desarrollando operaciones antinarcóticos entre muchas otras variables.

Lo cierto es que los protagonistas, de uno y otro grupo, son los únicos que pueden afirmar si el episodio dió como resultado por hechos casuales o premeditados.

Que dejaron como balance 11 militares caídos, aparentemente, en combate; todas son situaciones que bajo ningún pretexto tienen justificación ante el derecho internacional humanitario y para los millones de colombianos, de nacimiento y por adopción, que con anhelo siempre esperan hechos de paz, perdón, reparación y reconciliación.

De otro lado, volviendo a esos hechos, por cruel e irónico que parezca ningún político o mando - incluye a las dos delegaciones -, desde fuera, podía evitar o controlar esa situación.

Finalmente lo anterior nos lleva a concluir. Hay que seguir insistiendo en el proceso de paz. La opinión pública, por fanatismo e ingenuidad, no debe caer en la trampa y el discurso maniqueo de los enemigos de la paz.

Todo lo anterior me lleva a recordar la frase de Joseph Goebbeis. Ministro de propaganda de Adolfo Hitler. “Una Mentira repetida mil veces, se convierte en verdad”. ¿Quién dice la verdad? Amanecerá y veremos.

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