Para el caso que nos ocupa
hoy, el nombre es lo de menos…Debo de reconocer que el presente artículo estaba
en la larga espera; en especial por su importancia comercial, de generación de
empleo, de desarrollo urbanístico, de movilidad y en general por su enorme
influencia, como moderna imagen de ciudad, en el sector céntrico; no menos
importantes, fueron las múltiples razones - temas también de ciudad - que obligaron
su tardanza.
Como nunca es tarde para
estos asuntos; lo que nuevamente llamó su atención, fue el escuchar, esta
semana que termina, una fugaz publicidad móvil en la que se invitaba, al
ciudadano del común, para volver y comprar en la tradicional y casi centenaria plaza mercado o galería central como muchos
parroquianos la conocen y que nunca han visitado - las ultimas generaciones -
menos de compras.
La sorpresiva iniciativa, suponemos
por parte de los comerciantes minoristas, pretendía recordarle a la opinión pública
que allí todo “es bueno, bonito y barato”.
Tímida y poco efectiva - el
perifoneo - estrategia comercial que seguramente obedece al tardío intento de resistir,
lo que aparentemente queda de ese mercado, a la feroz competencia de las
grandes superficies con alta imagen corporativa y excelente manejo publicitario
- folletos con atractivas promociones - que
a punta de promociones y descuentos aparte de estar otorgando, vía telefónica -
cliente fiel - tarjetas de crédito, sin codeudor e inicialmente con cupos
bajos y maquillados, como cuota de manejo, altos intereses; para, al final, atraer
cada día más adultos y jóvenes consumidores.
Esto último es el fiel
reflejo de una frágil economía local de mercado de consumo que se apuntala al
debe; que permite altos niveles de satisfacción, en el corto plazo, con un alto
nivel endeudamiento en el mediano y largo plazo. Tema que, como otros, será abordado
para otra oportunidad, aclarando que en el pasado ya ha sido examinado.
Volviendo a la galería, en
especial en ese mercado tradicional de granos, frutas, legumbres y verduras; la
iniciativa podría indicar, como señal preocupante - para ellos – que las ventas,
al menudeo, caen dramáticamente. Sin perder de vista que allí prosperan los
comerciantes mayoristas.
En ese congestionado y
caótico sector sobreviven otros mercados como lo son: bares, cantinas y
hospedajes entre otros; dedicados, por minutos, al oficio más antiguo de la
humanidad, la prostitución, y en todas sus modalidades, que atienden los más
extraños gustos y preferencias.
Mórbidos lugares donde apenas
se sobrevive - la pobreza le corre a la miseria - de oficios y ocupaciones con el
más alto riesgo y peor remunerados como lo son: coteros, los tricicleros, los
carretilleros y los mandaderos; sin dejar de mencionar los ocasionales
vagabundos, borrachines y drogadictos que viven de las sobras y del que de
“papaya” en ese sector.
Dicho en otras palabras, es
un mercado lúgubre y cerrado que se resiste a la modernidad y a los empleos
formales, ambientes seguros, bien diseñados, señalizados, decorados, frescos, amplios
y luminosos; como lo dicta los cánones actuales; donde el consumidor prefiere
pagar un poco más para sentirse mejor atendido y lograr un mayor nivel de
satisfacción durante la compra.
Un poco más allá y distante unos
cientos de metros, y todo muy cerca, nos topamos con la Plaza de Bolívar;
advirtiendo que en el sector predomina el comercio organizado, prospera el
sector financiero – todos bancos y corporaciones -, notarias, el sector
hotelero, sin olvidar el esperado fomento
al turismo religioso - importantes iglesias y capillas – en especial la iglesia
catedral que en la mayor parte del tiempo permanece cerrada al desprevenido transeúnte y al turista.
Con lo anterior no se nos
antoja, tenemos sobradas razones, concluir que si bien es cierto hace mas de 50
años esa era la ubicación perfecta, hoy día le hace sombra y retarda el
desarrollo económico, el crecimiento urbanístico y aporta elementos, como
ventas estacionarias, para convertir en un caos la movilidad en ese céntrico sector
de la ciudad de Cartago en el Norte del Valle.
Surge entonces la pregunta…
¿Qué hacer con la Plaza de Mercado y Pabellón de Carnes? La primera adyacente
al también vetusto edifico donde funciona la hasta ahora Empresas Publicas
Municipales de la ciudad.
Si la información con que
dispongo corresponde a la realidad, todos esos terrenos e inmuebles pertenecen
al municipio; salvo un bebedero que como
propiedad privada es susceptible se comprar o expropiar.
Es deber del Estado crear o
facilitar los ambientes de negocios necesarios para que el inversionista local
o nacional tome la iniciativa de invertir en la ciudad.
Queda entonces claro que la
actual plaza de mercado y el pabellón de carnes; les urge, por los anteriores
argumentos, trasladarse a otro lugar de la ciudad. Para tal efecto el municipio
debe de tomar la iniciativa para proponer alianzas público privadas - APP-, como
por ejemplo adjudicando los terrenos.
Para de esta manera
procurarle un nuevo enfoque productivo a ese par de, otrora, grandes negocios que derivado de la globalización de la economía, lentamente, pierden espacio
como competencia en esos nichos del mercado; y que están quedando en manos de las grandes
superficies que compran al por mayor esos bienes y servicios necesarios para
atender la canasta familiar, que puede representar hasta el 50% del ingreso per-cápita de una familia tradicional.
En el hipotético escenario
que el actual espacio quedare disponible, se procedería a su demolición - casi
toda una manzana - sin quedar de espaldas a la carrera sexta, se podría
construir un amplio y moderno centro cultural y artístico auto sostenible -
recordemos las APP -; diseñado con módulos livianos, amplias áreas verdes y
amigable con el medio ambiente, una biblioteca, ludoteca y tetuliaderos donde propios
y extraños disfrutemos de un ambiente de recreación con alta dosis de cultura y
sano esparcimiento.
Finalmente de los anteriores
temas propuestos; porqué no pensar en un gran centro de acopio y matadero
regionales, adelantando conversaciones con nuestros vecinos y de paso empezar a
desmontar las fronteras políticas; que no es otra cosa que el inicio del camino
de la integración norte vallecaucana. Amanecerá y veremos.
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