sábado, 20 de septiembre de 2014

¿PLAZA DE MERCADO O PLAZOLETA CULTURAL?

Para el caso que nos ocupa hoy, el nombre es lo de menos…Debo de reconocer que el presente artículo estaba en la larga espera; en especial por su importancia comercial, de generación de empleo, de desarrollo urbanístico, de movilidad y en general por su enorme influencia, como moderna imagen de ciudad, en el sector céntrico; no menos importantes, fueron las múltiples razones - temas también de ciudad - que obligaron su tardanza.

Como nunca es tarde para estos asuntos; lo que nuevamente llamó su atención, fue el escuchar, esta semana que termina, una fugaz publicidad móvil en la que se invitaba, al ciudadano del común, para volver y comprar en la tradicional y casi centenaria  plaza mercado o galería central como muchos parroquianos la conocen y que nunca han visitado - las ultimas generaciones - menos de compras.

La sorpresiva iniciativa, suponemos por parte de los comerciantes minoristas, pretendía recordarle a la opinión pública que allí todo “es bueno, bonito y barato”.

Tímida y poco efectiva - el perifoneo - estrategia comercial que seguramente obedece al tardío intento de resistir, lo que aparentemente queda de ese mercado, a la feroz competencia de las grandes superficies con alta imagen corporativa y excelente manejo publicitario - folletos  con atractivas promociones - que a punta de promociones y descuentos aparte de estar otorgando, vía telefónica - cliente fiel - tarjetas de crédito, sin codeudor e inicialmente con cupos bajos y maquillados, como cuota de manejo, altos intereses; para, al final, atraer cada día más adultos y jóvenes consumidores.

Esto último es el fiel reflejo de una frágil economía local de mercado de consumo que se apuntala al debe; que permite altos niveles de satisfacción, en el corto plazo, con un alto nivel endeudamiento en el mediano y largo plazo. Tema que, como otros, será abordado para otra oportunidad, aclarando que en el pasado ya ha sido examinado.

Volviendo a la galería, en especial en ese mercado tradicional de granos, frutas, legumbres y verduras; la iniciativa podría indicar, como señal preocupante - para ellos – que las ventas, al menudeo, caen dramáticamente. Sin perder de vista que allí prosperan los comerciantes mayoristas.

En ese congestionado y caótico sector sobreviven otros mercados como lo son: bares, cantinas y hospedajes entre otros; dedicados, por minutos, al oficio más antiguo de la humanidad, la prostitución, y en todas sus modalidades, que atienden los más extraños gustos y preferencias.

Mórbidos lugares donde apenas se sobrevive - la pobreza le corre a la miseria - de oficios y ocupaciones con el más alto riesgo y peor remunerados como lo son: coteros, los tricicleros, los carretilleros y los mandaderos; sin dejar de mencionar los ocasionales vagabundos, borrachines y drogadictos que viven de las sobras y del que de “papaya” en ese sector.

Dicho en otras palabras, es un mercado lúgubre y cerrado que se resiste a la modernidad y a los empleos formales, ambientes seguros, bien diseñados, señalizados, decorados, frescos, amplios y luminosos; como lo dicta los cánones actuales; donde el consumidor prefiere pagar un poco más para sentirse mejor atendido y lograr un mayor nivel de satisfacción durante la compra.  

Un poco más allá y distante unos cientos de metros, y todo muy cerca, nos topamos con la Plaza de Bolívar; advirtiendo que en el sector predomina el comercio organizado, prospera el sector financiero – todos bancos y corporaciones -, notarias, el sector hotelero, sin olvidar  el esperado fomento al turismo religioso - importantes iglesias y capillas – en especial la iglesia catedral que en la mayor parte del tiempo permanece cerrada al desprevenido transeúnte y al turista.

Con lo anterior no se nos antoja, tenemos sobradas razones, concluir que si bien es cierto hace mas de 50 años esa era la ubicación perfecta, hoy día le hace sombra y retarda el desarrollo económico, el crecimiento urbanístico y aporta elementos, como ventas estacionarias, para convertir en un caos la movilidad en ese céntrico sector de la ciudad de Cartago en el Norte del Valle.

Surge entonces la pregunta… ¿Qué hacer con la Plaza de Mercado y Pabellón de Carnes? La primera adyacente al también vetusto edifico donde funciona la hasta ahora Empresas Publicas Municipales de la ciudad.

Si la información con que dispongo corresponde a la realidad, todos esos terrenos e inmuebles pertenecen al municipio;  salvo un bebedero que como propiedad privada es susceptible se comprar o expropiar.

Es deber del Estado crear o facilitar los ambientes de negocios necesarios para que el inversionista local o nacional tome la iniciativa de invertir en la ciudad.

Queda entonces claro que la actual plaza de mercado y el pabellón de carnes; les urge, por los anteriores argumentos, trasladarse a otro lugar de la ciudad. Para tal efecto el municipio debe de tomar la iniciativa para proponer alianzas público privadas - APP-, como por ejemplo adjudicando los terrenos.

Para de esta manera procurarle un nuevo enfoque productivo a ese par de, otrora, grandes negocios que derivado de la globalización de la economía, lentamente, pierden espacio como competencia en esos nichos del mercado; y que están quedando en manos de las grandes superficies que compran al por mayor esos bienes y servicios necesarios para atender la canasta familiar,  que puede representar hasta el 50% del ingreso per-cápita de una familia tradicional.

En el hipotético escenario que el actual espacio quedare disponible, se procedería a su demolición - casi toda una manzana - sin quedar de espaldas a la carrera sexta, se podría construir un amplio y moderno centro cultural y artístico auto sostenible - recordemos las APP -; diseñado con módulos livianos, amplias áreas verdes y amigable con el medio ambiente, una biblioteca, ludoteca y tetuliaderos donde propios y extraños disfrutemos de un ambiente de recreación con alta dosis de cultura y sano esparcimiento.


Finalmente de los anteriores temas propuestos; porqué no pensar en un gran centro de acopio y matadero regionales, adelantando conversaciones con nuestros vecinos y de paso empezar a desmontar las fronteras políticas; que no es otra cosa que el inicio del camino de la integración norte vallecaucana. Amanecerá y veremos.

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