jueves, 16 de mayo de 2013

LOS DOCE PASOS DE ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS - DUODÉCIMO PASO


Habiendo obtenido un despertar espiritual como resultado de estos pasos, tratamos de llevar el mensaje a los alcohólicos y de practicar estos principios en todos nuestros asuntos”

Es temprano concluir que con este último paso, después de casi dos años, hayamos concluido “el programa” de recuperación que consiste en alejarse del licor; tampoco puedo presumir que nunca fue alcohólico porque, según usted, no toco fondo.

De lo que no quisiera estar seguro es que usted seguirá negando su alcoholismo; es probable que haya estado muy cerca de haber actuado como un simple borrachín o lo hayan tentado para consumir algún otro tipo de sustancias; el resto se lo dejo a su aguda imaginación, con la respetuosa aclaración que siempre estará expuesto a la amenaza del licor.

De hecho  tampoco puedo pensar que fue estéril la intención, en ocasiones a manera de catarsis,  de llevar el mensaje y salvar de las garras del alcohol e indirectamente de otras sustancias, al menos una sola persona.

De lo que si estoy seguro es que hoy cambia  la forma de llevar el mensaje, paso a paso, como si se tratara de una cátedra de superación personal; quebrantando, tal vez por falta de humildad,  la tradición del “anonimato” exigido por la política de relaciones publicas de Alcohólicos Anónimos -  A.A.

También estoy seguro, que cuando sea oportuno abordaré este tema tan trascendental para el bienestar espiritual y material de cualquier individuo o comunidad.

De otro lado, me sigue llamando a reflexión el otro tipo anonimato al que hago referencia cuando la sociedad señala familiares, amigos, conocidos o ilustres desconocidos, y a sus espaldas son etiquetados como  alcohólicos o drogadictos. Sin recibir ninguna ayuda; con el agravante que en la totalidad de los casos  los protagonistas se niegan a reconocerlo. Siendo este el principio del cambio de este aceptado consumo social de alcohol.

Tampoco perderé la oportunidad de seguir llamando la atención, sobre el grave problema de Salud Publica que representa el abuso del alcohol y su consecuencia catastrófica; solo basta señalar las últimas tragedias ocurridas en la vía Piedras de Moler – Cartago y PM -Alcalá que cobró de manera instantánea la vida de cuatro jóvenes en menos de ocho días.

Acontecimiento que despertó mi curiosidad por la forma como fue recibida, la noticia, por los conocidos o amigos donde casi todos, salvo una familiar como  excepción, ignoraron que todo se debía al excesivo estado de alicoramiento que los llevó tal vez a alucinar en el sentido que nada les ocurriría y que la rumba seguiría en algún lugar cercano a sus casas.

Ocurrido el lamentable hecho, de manera hipócrita y sin la menor sensatez se procedió a endilgarle la culpa a las Instituciones por no haber estado allí presentes para evitar la tragedia por la muerte de sus “pares”. Como prueba de la ignorancia y/o terquedad para entender semejante problema de adicción.  

La experiencia anterior es un mensaje para todos aquellos desdichados que lentamente se sumergen en un mar de alcohol, tal vez intentando ocultar sus angustias y fracasos; cegándose a sentirse seres inferiores, manipulados por la circunstancias.

Ya que al calor de una botella de licor creen que todo lo tienen y controlan… riqueza, familia, amigos; esa copa de licor siempre los lleva a sentirse poderosos erróneamente guiados por el orgullo, la soberbia o una aparente humildad en sus acciones.

El enfermo alcohólico, debe tener claro que no todo está perdido, a lo mejor no sea necesario  recuperar sus antiguos amigos de parranda; a lo mejor no recupere parte de su familia, siendo probable que nunca haya sido; pero si puede intentar construir otra.

Haber logrado esa mente abierta, ese despertar espiritual significa que ahora puede hacer, sentir y creer en aquello que antes y por sus propios medios no podía hacer, porque ha recuperado su auto-determinación y fruto de su esfuerzo personal logró demostrar que es otro hombre, que se reinventó. Atrás quedó todo el pasado.

También tiene claro, que la vida sin licor, es una nueva y renovadora experiencia que adquirió cuando acepto que tenía un problema con la bebida.

Finalmente deseo compartir, con usted amigo enfermo alcohólico, ésta sencilla oración con que se cierran todas las reuniones de A.A.

“… Dios, concédenos la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar.  El Valor para cambiar aquellas que podemos. Y la sabiduría para reconocer la diferencia…”. Amanecerá y veremos.

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