“Habiendo
obtenido un despertar espiritual como resultado de estos pasos, tratamos de
llevar el mensaje a los alcohólicos y de practicar estos principios en todos
nuestros asuntos”
Es temprano concluir que con
este último paso, después de casi dos años, hayamos concluido “el programa” de
recuperación que consiste en alejarse del licor; tampoco puedo presumir que
nunca fue alcohólico porque, según usted, no toco fondo.
De lo que no quisiera estar
seguro es que usted seguirá negando su alcoholismo; es probable que haya estado
muy cerca de haber actuado como un simple borrachín o lo hayan tentado para consumir
algún otro tipo de sustancias; el resto se lo dejo a su aguda imaginación, con la
respetuosa aclaración que siempre estará expuesto a la amenaza del licor.
De hecho tampoco puedo pensar que fue estéril la
intención, en ocasiones a manera de catarsis, de llevar el mensaje y salvar de las garras
del alcohol e indirectamente de otras sustancias, al menos una sola persona.
De lo que si estoy seguro es
que hoy cambia la forma de llevar el mensaje, paso a paso, como si se
tratara de una cátedra de superación personal; quebrantando, tal vez por falta
de humildad, la tradición del
“anonimato” exigido por la política de relaciones publicas de Alcohólicos
Anónimos - A.A.
También estoy seguro, que
cuando sea oportuno abordaré este tema tan trascendental para el bienestar
espiritual y material de cualquier individuo o comunidad.
De otro lado, me sigue
llamando a reflexión el otro tipo anonimato al que hago referencia cuando la
sociedad señala familiares, amigos, conocidos o ilustres desconocidos, y a sus espaldas
son etiquetados como alcohólicos o
drogadictos. Sin recibir ninguna ayuda; con el agravante que en la totalidad de
los casos los protagonistas se niegan a
reconocerlo. Siendo este el principio del cambio de este aceptado consumo social
de alcohol.
Tampoco perderé la
oportunidad de seguir llamando la atención, sobre el grave problema de Salud
Publica que representa el abuso del alcohol y su consecuencia catastrófica;
solo basta señalar las últimas tragedias ocurridas en la vía Piedras de Moler –
Cartago y PM -Alcalá que cobró de manera instantánea la vida de cuatro jóvenes en
menos de ocho días.
Acontecimiento que despertó
mi curiosidad por la forma como fue recibida, la noticia, por los conocidos o
amigos donde casi todos, salvo una familiar como excepción, ignoraron que todo se debía al
excesivo estado de alicoramiento que los llevó tal vez a alucinar en el sentido
que nada les ocurriría y que la rumba seguiría en algún lugar cercano a sus
casas.
Ocurrido el lamentable
hecho, de manera hipócrita y sin la menor sensatez se procedió a endilgarle la
culpa a las Instituciones por no haber estado allí presentes para evitar la
tragedia por la muerte de sus “pares”. Como prueba de la ignorancia y/o terquedad
para entender semejante problema de adicción.
La experiencia anterior es
un mensaje para todos aquellos desdichados que lentamente se sumergen en un mar
de alcohol, tal vez intentando ocultar sus angustias y fracasos; cegándose a
sentirse seres inferiores, manipulados por la circunstancias.
Ya que al calor de una botella
de licor creen que todo lo tienen y controlan… riqueza, familia, amigos; esa copa
de licor siempre los lleva a sentirse poderosos erróneamente guiados por el
orgullo, la soberbia o una aparente humildad en sus acciones.
El enfermo alcohólico, debe
tener claro que no todo está perdido, a lo mejor no sea necesario recuperar sus antiguos amigos de parranda; a
lo mejor no recupere parte de su familia, siendo probable que nunca haya sido; pero
si puede intentar construir otra.
Haber logrado esa mente
abierta, ese despertar espiritual significa que ahora puede hacer, sentir y
creer en aquello que antes y por sus propios medios no podía hacer, porque ha recuperado
su auto-determinación y fruto de su esfuerzo personal logró demostrar que es
otro hombre, que se reinventó. Atrás quedó todo el pasado.
También tiene claro, que la
vida sin licor, es una nueva y renovadora experiencia que adquirió cuando acepto
que tenía un problema con la bebida.
Finalmente deseo compartir,
con usted amigo enfermo alcohólico, ésta sencilla oración con que se cierran
todas las reuniones de A.A.
“… Dios, concédenos la
serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar. El Valor para cambiar aquellas que podemos. Y
la sabiduría para reconocer la diferencia…”. Amanecerá y veremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario