La primera lectura, que el
desprevenido ciudadano del común le da a la protesta, es un sermón político
expresado en el reclamo del gremio exigiendo contraprestación a unos servicios
electoreros prestados; recordemos que la opción por el voto, según las
encuestas, era para Villamil, Carrillo y Caliman; según mi criterio ese no es
el argumento de fondo.
No cabe la menor duda que la
problemática de siempre es la movilidad en el Municipio de Cartago en el Norte
del Valle.
Tema neurálgico, dada su
complejidad, que compromete no solo al Alcalde y al Personero Municipal, involucra
también al Director del Instituto de Transito y Transporte, al Secretario de
Gobierno, al Jefe del Departamento de Planeación Municipal, y para el tema de
hoy compromete directamente al Gremio Transportador (propietarios de buses,
busetas, microbuses y taxis) y a un sector de la economía informal: bicicleteros,
tricicleros, carretilleros y especialmente a los mototaxistas.
La razón, el esperado
incremento del mototaxismo en la ciudad y en Colombia en general, y no tiene otra
explicación que la respuesta oportuna a la necesidad de un servicio a bajo
costo para la población menos favorecida, que según las estadísticas diariamente
moviliza cientos de personas, vuelvo y lo repito, a un precio inferior al de su
principal competidor, el transporte público colectivo y de taxi.
La lectura del tema se hace desde
el ángulo económico, otras interpretaciones callejeras ameritan un trabajo de
tipo sociológico y antropológico temas que están fuera de mi comprensión y a la
espera que alguien con el conocimiento tenga la iniciativa de demostrarlos, el resto solo dejan de ser especulaciones y
chismes en parques y plazas públicas.
Fruto de la observancia de
los hechos, surge entonces una primera conclusión frente al crecimiento de ese
popular medio de transporte y de cara a las quejas de los gremios que reiteradamente
afirman que el monopolio del negocio que prosperó por décadas va camino del
colapso, en especial el transporte colectivo.
Frente a la desesperada
queja de los taxistas (de hecho son los que llevan la peor parte), se puede
concluir que en el corto plazo el empresario no pierde, por cuanto sigue recibiendo
la misma entrega diaria (entre $30.000.oo y $40.000.oo) igual queda claro que
en el largo plazo, deberá adaptarse a las nuevas reglas del mercado tal como
ocurre en otras regiones del país.
Una primera opción del
empresario de taxis, podría ser disminuir el valor de la entrega al final de la
jornada (viene de jornal) que le hace el taxista, sacrificando parte de su
rentabilidad; mejorando marginalmente el ingreso del trabajador a destajo y ganando
tiempo para adaptarse al cambio, evitando la posible quiebra.
Otra opción sería disminuir temporalmente la oferta del servicio (auto
implantación del pico y placa) recordemos que se estima hay una sobreoferta del
mismo, un poco más de 643 taxis, que equivale a 249 personas por taxi, sin
restar las familias que tienen moto para su uso personal (35.000 motos aproximadamente) y los carros
particulares.
Para el caso del transporte
colectivo, el más afectado, la estrategia debe ser mejorar la calidad (frecuencia,
tiempo, ampliación de rutas y comodidad entre otras) del servicio e intentar
competir con la misma tarifa $1.000.oo
Es una realidad que deben
enfrentar, igual aparentemente no hay capital para modernizar el actual parque
automotor, es claro que no reinvierten en un negocio que desde hace años solo
se sostiene; aunado el poco crecimiento en la demanda de ese servicio (la que
viene siendo absorbida por el moto taxi) sin contar con la progresiva
disminución del ingreso per cápita en la ciudad.
Dicho en otras palabras, supongamos
un presupuesto con unos Ingresos Corrientes de Libre Destinación (I.C.L.D) por valor de $27.000 millones, dividido por 160.000 habitantes entonces
estaríamos hablando de un gasto per cápita anual de $168.750.oo pesos; lo cual
significa poca inversión del Estado, con la esperada disminución en la demanda
de bienes y servicios; cae la inversión, cae el ahorro y el consumo de las
familias.
Como resultado del libre
juego de la oferta y la demanda, lentamente se fortalece la opción mototaxista,
generando empleo en el corto plazo pudiendo
proyectar 100 nuevos empleos en los próximos 3 años, y como efecto colateral
debemos reconocer que va a aumentar de manera significativa la contaminación
ambiental en el largo plazo, por aquello de la emisión de gases tóxicos.
Desde lo político esos 100
nuevos empleos multiplicados por 3 (promedio personas de un núcleo familiar)
significarían 300 nuevos votos; que se convertirían en el banderazo para intentar
elegir candidato al Concejo 2016-2020 por ese gremio.
La principal fortaleza del
mototaxismo obedece a que es una propuesta ágil, cómoda y a bajo costo; sin estimar
en la variable seguridad (riesgo en la integridad física), la que es asumida
por el usuario; estadísticamente se han dado casos en los cuales luego de presentarse
un accidente, el mototaxista huye y deja abandonada la victima.
Negocio que resultó ser muy
lucrativo, ya que existen microempresarios que alquilan las motos entre
$15.000.oo y $20.000.oo diarios, y seguramente el arrendatario deberá entregar la
moto tanqueada al finalizar el día.
En todos los casos es un
nuevo negocio que debe de ser organizado y regulado, decisión que deberá ser tramitada
en el Congreso de la República, con la iniciativa del Presidente, el economista
Juan Manuel Santos Calderón; pues está muy claro que el mototaxismo moviliza en
el país millones de personas cada día.
Volviendo a lo local, no
cabe la menor duda que el principal afectado con esta situación es el taxista,
porque después de una larga jornada de más de 10 horas, en promedio le quedan,
para el sustento de su familia, alrededor de $3.000.oo
Como ya lo intuye usted
atento y respetado lector, ante toda esta situación, subyace un problema
estructural de desempleo y falta de oportunidades; además de un modelo de transporte
colectivo público y de taxis de baja calidad y costoso respectivamente.
Segunda conclusión queda
claro que, la nueva propuesta de transporte, compite directamente y en mayor
proporción con el servicio colectivo que está dirigido principalmente a los
estratos 0,1y2; y con el servicio de taxi que atiende el resto de la demanda.
Ante la nueva competencia
los taxistas, a espaldas del dueño del taxi, han ido adaptándose ofreciendo un
servicio colectivo a $1.000.oo cupo, carrera a $2.000.oo y algunos tienen
contrato de transporte mensual (estudiantes y profesionales entre otros).
Algunos analistas afirman que
el servicio de taxi es relativamente costoso en la ciudad, por aquello de los
desplazamientos por ejemplo: Guayacanes-Plaza de Bolívar (bancos); o Torre la
Vega – Parque de Guadalupe (centros médicos) carreras de menos de 10 minutos
(sin trancones).
Tal parece que en el afán de
presionar salidas, el gremio organizado del trasporte de taxis, nuevamente pretende
tocar el tema del uso de taxímetros para la ciudad. ¿Será ésta la verdadera
intención del último reclamo de los taxistas?
Propuesta aparentemente
soportada en estudios técnicos donde se concluye la viabilidad y la
rentabilidad en el uso del taxímetro para el gremio de los taxistas en Cartago,
algunos manifiestan que es solo un negocio para unos pocos y otros consideran
que en la práctica favorecería al mototaxismo.
Aparte del costo del
taxímetro, el primer interrogante sería ¿Cuál sería el valor del banderazo?
Supongamos que sea de $1.000.oo lo que técnicamente reduciría la carrera normal
a ese valor; tal vez así puedan empezar a competir con el valor que cobra la
nueva competencia.
Finalicemos con el siguiente
análisis complementario… Si en definitiva entendieron que el principal problema
es el costo de la carrera… ¿porque no bajar el valor de la misma…….digamos a
$2.000.oo? Amanecerá y veremos.
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