domingo, 11 de diciembre de 2011

¿ES USTED UN BEBEDOR SOCIAL O… UN BORRACHIN?

En cualquier semana o mes, pero en especial en esta temporada de fin de año, el 98% de las celebraciones se realizan a través de las tradicionales reuniones alcohólicas y no lo digo porque allí solo se reúnan alcohólicos. No.

Posteriormente demostraré que un buen porcentaje de esos devotos organizadores y participantes de festejos se encuentra, la mayoría sin descubrirlo, muy cerca de convertirse en enfermos alcohólicos; pero éste no es el tema central de hoy comenzando semana.

Las denominamos “reuniones alcohólicas” porque efectivamente lo que se hace es tomar trago (incluso en algunos círculos sociales se acepta que el iniciado tenga 12 años o incluso menos, por aquello de la cultura machista) donde el protagonista es usted y la botella de licor, puede que no lo note, pero los demás si…en conclusión socializamos un vicio… así de sencillo.

Lo más grave del asunto es que existe una generalizada aceptación social y de doble moral porque en público se acepta y en privado se somete al escarnio, por aquello que hay que dar ejemplo.

Existe pues una subordinación al vicio del licor donde todo es justificable y nos rehusamos a aceptar que reunión donde no haya alcohol también puede ser una verdadera estancia animada y placentera.

Luego cuando sucede lo que tiene que suceder (escándalos y hasta tragedias), entre enojos y penas ajenas aceptamos colectivamente que los borrachitos se han convertido en una amenaza para la sociedad y que es necesario castigarlos con rigor.

La primera pregunta… ¿Es esa la solución? o será que el desarrollo de programas educativos que lleven a la adopción de sanas costumbres más la prevención es la mejor manera de enfrentar el mal y no desde lo jurídico que es más costoso social e institucionalmente.

A tal punto hemos llegado como sociedad tolerante que usted inconscientemente busca, a lo mejor cada ocho días, la ocasión y en compañía de unos pocos amigos para sumergirse en la botella ya sea celebrando éxitos o soportando derrotas.

Las reuniones de fin de año generalmente son organizadas por los mismos y con las mismas, familiares, vecinos, amigos y amigos de los amigos; la justificación (siempre la hay) son las integraciones de cuadra, primeras comuniones, cumpleaños, fiestas religiosas y nacionales y por supuesto el tan esperado último minuto del año viejo y recibir con alegría y esperanza el primer segundo del año nuevo.

La gran mayoría (sino todas) de las reuniones están acompañadas y giran exclusivamente alrededor del consumo del alcohol; la experiencia de tantos años ha permitido el desarrollo de protocolos rigurosos buscando darle el mejor estilo (y de paso evitar la colectiva intoxicación alcohólica) y sobriedad al evento se sirve la mesa con pavo, pernil o manjares afrodisiacos y lo más popular es sacrificar un cerdo, los marranos son los comensales, para finalmente desencadenarse el consumo de grasa y más grasa para así garantizar el éxito del encuentro y la celebración donde el jolgorio va de la mano con beber, beber y más beber.

Con la anterior retahíla no pretendo adelantar una campaña para que estas antiguas costumbres sean suprimidas del imaginario colectivo, además de ser imposible ya que hacen parte de prácticas ancestrales que buscan el reencuentro, la diversión y la unión de las familias con los más cercanos amigos.

Lo que finalmente se busca es llamar la atención sobre la forma como debemos de celebrar (en cualquier época del año) donde se imponga la costumbre de la moderación y placer de compartir alrededor de unos pocos y buenos tragos; alejándonos de consumir licor sin medida, donde lo único que se logra, en este ultimo caso es afectar la salud física y mental de nosotros mismos.

Surge entonces la siguiente pregunta, ¿como saber si somos bebedores sociales o borrachines? Sin olvidar que en ambos casos somos bebedores.

Como la intención es empezar a enfrentar una cruda realidad, centrémonos en los síntomas que presenta el borrachín o alcohólico:

El Alcohólico tradicional, independiente en que etapa de su enfermedad se encuentra y que órganos haya afectado, advierte que solo el alcohol lo hace sentir seguro y sereno frente a los demás, a menudo desea un trago más que lo normal de la reunión (cuando el consumo de licor es controlado), se emborracha cuando no planea hacerlo, trata de controlar la forma de beber, cambia el tipo de licor (generalmente por uno menos fuerte), esconde licor, miente sobre la forma de beber (nunca reconoce que bebe demasiado y se disgusta cuando se le recuerda su condición), bebe en el trabajo o en el colegio, bebe solo, tiene lagunas, bebe en las mañanas, deja de comer y presenta temblores en las manos y cuerpo cuando deja de beber o después de una larga borrachera y en medio de un aterrador guayabo.

Como podrá observar usted atento y respetado lector si usted encaja en por lo menos tres de estas situaciones, tenga la plena seguridad que esta camino de convertirse en un alcohólico y el futuro de usted y de su familia depende de que deje o controle la bebida y eso si aún esta a tiempo. Amanecerá y veremos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario