sábado, 11 de junio de 2011

LA REPARACIÓN…OCTAVO PASO…TENER LA DISPOSICIÓN

Continuando con la programación mensual dedicada a llevar el mensaje de Alcohólicos Anónimos, este día lo consagraremos a un paso que es definitivo en el largo camino de recuperación del enfermo alcohólico.

Todos aquellos que han tenido el valor de mirarse en el espejo de su propia y cruda realidad resultado de haber dedicado un buen tiempo para conocer un poco más sobre si mismos y enfrentando la cruel situación que viven y que obstinadamente negaban, poco a poco se convencen que el tiempo de la recuperación se encuentra en A.A.

No solo basta la fuerza de voluntad, aunque es un buen indicio inconsciente el querer salir del fangoso túnel, sin embargo ésta siempre falla; el problema radica en que todo individuo sin distingo de edad, raza, sexo y condición socioeconómica enfrenta dos tipos de patologías la física y la sicológica.

Es cierto muchos Alcohólicos, antiguos borrachines (el hecho de dejar de beber no significa que dejaron de ser alcohólicos de ahí que muchos prefieran autodenominarse enfermos alcohólicos) manifiestan abiertamente haber abandonado la bebida desde hace más de 15 años y que lo lograron sin necesidad de ayuda alguna. A manera de ejemplo “…Una mañana me levante y en medio de un aterrador guayabo decidí no volver a tomar…”

Frente a esta declaración es necesario, por principio de humildad, darle la valoración positiva (creerle al Alcohólico) pero las estadísticas y la experiencia recogida a lo largo de más de 75 años, demuestra que en caso de suceder, sencillamente es un milagro.

Algunos después de más 15 años de abstinencia pero por fuera del programa, repentinamente enfrentan una crisis emocional o económica, y luego de una primera copa desatan episodios de borracheras sinfín que muchas veces los llevan a la cárcel, hospital o al cementerio.

Otros con serios problemas de salud (generalmente las patologías no se detectan sino hasta cuando ya han hecho el suficiente daño colateral y la enfermedad se ha convertido en crónica) ven diezmada su capacidad productiva y la manera apropiada de vivir tranquilamente en una sociedad tradicional.

Ahora y en una forzada sobriedad el problema incide totalmente en la parte sicológica, ya que las secuelas espirituales derivadas de un eterno guayabo, los convierten en seres amargados dominados por la ira, la envidia, el odio y el rencor sentimientos que afectan de manera directa y física a su organismo ya menguado.

Entonces ¿como lograr alejarse de las secuelas físicas y sicologías? la respuesta es sencilla… conociendo y practicando los doce pasos del programa de A.A.

El Octavo Paso nos dice…”…Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les causamos…”

No podemos negar que este paso es terriblemente difícil y se necesita mucho conocimiento de si mismo y valor para enfrentar dicha realidad; ¿como así que en este paso tenemos que elaborar una lista de las personas que han sido “victimas” de nuestro errático proceder y buscarlos para pedirles perdón? Si lo único que encontraré será rechazo o agresión.

La respuesta es que finalmente lo que se busca es vivir en paz y tranquilidad consigo mismo y con los semejantes y seres queridos que le rodean.

La guía práctica de los 12 pasos aconseja, durante el paso número ocho, serenamente mirar detenidamente hacia el pasado e intentar recordar donde, cuando y porque le hicimos daño a alguien, tomar papel y lápiz y elaborar una lista de las victimas que sucumbieron física y sicológicamente ante nuestra soberbia.

Seguidamente perdonarnos por las acciones cometidas y perdonar a todos aquellos que a manera de desafío y enfrentándonos nos atacaron física y sicológicamente, pero lo más importante de todo es reparar el daño causado a aquellas personas que terminaron sufriendo las consecuencias de sentirnos amos y señores del mundo.

Surge la pregunta… ¿como reparo? Lo primero que hay que enfatizar que la reparación no significa “comprar” o “indemnizar” a la persona afectada.

Eso seria un grave error y muchos lo comenten, pues después de agredir físicamente y verbalmente, digamos por ejemplo a la esposa o hijos, muchos tienden a reparar el daño obsequiando cosas materiales; o por el contrario se asume una posición a la defensiva donde el victimario se convierte en victima generando circuitos de resentimiento hacia aquellas personas que los han atacado cuando en realidad lo único que han hecho es defenderse.

En la sincera búsqueda de la tranquilidad espiritual la mejor manera de reconstruir relaciones rotas o deterioradas es acudir humildemente y realizar el acto de arrepentimiento para luego pedir honestamente perdón a todas las personas afectadas y empezar lentamente a rehacer puentes de comunicación con nuestros familiares, amigos y conocidos.

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