sábado, 10 de septiembre de 2016

EL PLEBISCITO – PARTICIPACIÓN EN POLÍTICA

“Hay que entregarle la tierra al que la necesita y la quiere trabajar por la vía que nos dejen las oligarquías. Vamos a ver cual, si es la vía política o es la otra”. 
Pedro Antonio Marín.

Hace 20 años, o más, citar esta frase significaba quedar etiquetado, y por consiguiente ser puesto en observación por todos los actores del conflicto armado en especial por el Estado.

Hoy con esa frase ya no se hace apología revolucionaria; simplemente se recrea una imagen del pasado; entonces preparemos un fututo lleno de igualdad de oportunidades para todos.

Igual acontecía con el humilde campesino que en su cotidianidad, obligado o no,   le prestara asistencia humanitaria como por Ej. Dar de beber agua de panela a un indeterminado grupo armado. ¿Se imagina su suerte? 

Para el primer caso era un suicidio político, para el segundo era vacuna, ajusticiamiento o desplazamiento…Hoy con lo ya pactado y a punto de firmarse el acuerdo final, el próximo 26 de septiembre, y más allá de esa firma;  la sociedad en su conjunto avanza hacia una nueva forma de inclusión y de convivencia pacífica. Todos ponen todos ganan.

Hasta la fecha el gobierno de turno, iglesia, intelectuales, industriales, empresarios, políticos, periodistas y ciudadanos del común de todas las vertientes políticas de alguna manera y defendiendo sus intereses espirituales, dogmáticos, económicos y sociales han tomado partido frente a los acuerdos en la Habana – Cuba; pactos que serán refrendados el próximo 2 de octubre cuando los colombianos votemos  SI al plebiscito por una PAZ duradera.

Lo más importante a destacar de esa torre de babel ideológica en esas múltiples reflexiones, algunas filosóficas, es que todos de alguna manera descendieron al socavón de sus oscuras y otros al origen de sus gratas experiencias; todos  absolutamente todos hicieron, sin querer, un riguroso examen de sus conciencias. ¿Cuál fue la conclusión, muy personal,  en uno y otro caso?

En todos los casos quedó expuesta - a través de sus participaciones, discursos, intensos debates y monólogos en las redes sociales - la salud mental en materia política de los colombianos.

Volviendo a la frase de apertura…Lo que comenzó como una escueta advertencia para unos y amenaza para el resto y en boca de un campesino analfabeta - que pretendía defender sus gallinitas y marranitos - y no más de 50 rebeldes; con el tiempo se convirtió en una enorme maquinaria de violencia, despojo y desplazamiento, hasta hace poco, solo por mencionar algunas de sus múltiples y crueles expresiones… Guerra era guerra, así de simple. ¿Volver a ella? Creemos que no.

Ya en su punto más alto y cruel del conflicto armado, intervinieron - al tiempo - el Estado, las guerrillas y los paramilitares; en su metamorfosis y para lograr su cometido se forjaron disímiles  alianzas - dependiendo del objetivo militar, político o económico - las que no tardaron en prosperar. El resultado, ustedes, ya lo conocen.

Lo anterior significa que si hipotéticamente se hubiera distribuido, hace un poco más de 52 años, la tenencia de la tierra por la vía política - como se pretende ahora con el acuerdo - nos hubiéramos ahorrado más de 8 millones de víctimas; de esas 6 millones corresponden a desplazados; y con un saldo de homicidios, al 2015, cercano a las 287 mil víctimas directas y tres (3) veces más, esa cifra, las indirectas; haga por favor la cuenta.

Por fortuna, hoy, ya finalizado el conflicto armado; la historia por escribir reclama, evitar la pérdida de más vidas humanas, desarrollo de iniciativas para recuperar el atraso económico y la descomposición social mediante la construcción de un nuevo tejido social que nos conduzca a un nuevo país.

Otra conclusión…Mientras duró el conflicto armado las guerrillas tampoco lograron, por la vía violenta, que se le entregara o se les devolviera la tierra a los campesinos pobres que se les había usurpado. ¿En manos de “quienes” quedaron esas y otras tierras?

Más aún, durante la última década, esas tierras expropiadas o arrebatadas pasaron a una nueva generación de ricos y muy diferentes a los de principios del siglo pasado - los de la guerra – que copiaron exactamente los mismos métodos de despojo ¿Quién volvió a perder?... El mismo pobre del campo.

Por último y revisando esa historia, también culpable fue el Estado incapaz de detener en su momento la violencia partidista, entre liberales y conservadores –solo como aparente solución negociada se creó el frente nacional - cuya única búsqueda era, de nuevo, el poder y por supuesto las tierras e independiente si eran baldíos o ejidos, es decir continuó la posesión y tenencia de la tierra en manos de unos pocos. Acrecentando la brecha entre ricos y pobres.

Entrando en materia, como corolario de todo lo anterior y como signo de la PAZ negociada; parte del debate según nuestro criterio, estéril, se centra sobre la conveniencia de entregar - a las guerrillas - 10 o más curules, durante los siguientes dos periodos presidenciales; de hecho esa iniciativa es parte de la apertura democrática.

El anterior acuerdo va más allá de si con esa “gabela electoral” la guerrilla sentaría las bases para conquistar el poder; es definitivamente una hipótesis que en el largo plazo  muy difícil de comprobar. Expliquémoslo con un ejemplo sencillo.

Supongamos que sean 9.000 combatientes desmovilizados y que el 80% entrega las armas; exagerando con las redes de apoyo esa base electoral llegue a 15.000 hombres. ¿Cuál es la base electoral, promedio, de los partidos minoritarios?

En ese orden de ideas, la votación posible obtenida en su área de influencia con municipios y centros poblados en promedio con 7000 habitantes; cifra que multiplicada por 26 zonas veredales (van a quedar menos) nos daría en un principio 182.000 votos.

Supongamos que el 2% de la población colombiana – para el 2018 estaría cercana a los 50 millones - muestra simpatías por el nuevo partido político eso nos daría aproximadamente 1 millón de simpatizantes. La simple ecuación nos daría 1.212.000 votos.

La experiencia nos ha demostrado que un candidato que aspire - a la presidencia de la República de Colombia - debe contar por lo menos con 7 millones de votos cifra que le daría una probabilidad del 50% de pasar a segunda vuelta y la de obtener la presidencia con un 40% de posibilidad. ¿Podría un “revolucionario” con un poco más de millón de votos llegar al poder?

La esencia de lo acordado, frente a la participación en política, pero en especial frente al proceso de reincorporación, que empezaría el próximo 3 de octubre, tiene como propósito que estas, en una primera fase, hagan parte de la vida civil y entren al debate democrático. Dicho de otra forma es cambiar las balas por un discurso coherente que les de votos.

Para tal efecto existen reglas muy claras en el sentido que solo cuando termine el proceso de dejación de las armas, y hayan avanzado desde lo político en la creación de unos estatutos y militancia política entre otros, solo así será reconocido el nuevo partido político – como personería jurídica - que tal parece se denominaría FRC (Fuerzas Revolucionarias de Colombia).

Dicha personería podrán perderla si incurren en faltas graves, como estimular la formación de asociaciones ilegales, utilizar o permitir el uso de la violencia durante el ejercicio de la participación en política y electoral. Con armas no podrán hacer política. Tomado de preguntas y respuestas sobre el acuerdo final, la Habana, 24 de agosto de 2016.

Independiente de cómo se quiera interpretar la asignación de las curules en el periodo de transición - ocho años – 5 para cámara y 5 para senado; aparte de la representación de las zonas veredales que finalmente se dieren; si por algún motivo la votación obtenida durante los dos próximos periodos electorales, con base en un cociente electoral y la cifra repartidora le pueda dar, esa lista, más de 5 curules en cada caso, no podrá exceder esa cifra.

Con esas curules, para el 2019 podrían tener voz más no voto en las deliberaciones en el Congreso de la República; como apertura democrática y como un nuevo movimiento político podrán promover la participación de las comunidades en los procesos de planificación territorial y regional. ¿Participa, usted activamente, atento y respetado lector, en esos procesos democráticos?

Queda claro el fortalecimiento de las veedurías y el control ciudadano para asegurar la transparencia en la gestión pública y el buen uso de los recursos. ¿Ejerce usted ese derecho?

Recientemente el presidente Santos manifestó que es “nula la posibilidad” de un exterminio a las Farc como sucedió con la Unión Patriótica (UP) y que las FF.MM están preparadas para evitarlo; lo que se hará a través de la creación de un sistema integral de seguridad para el ejercicio de la política en manos de líderes de  movimientos sociales y defensores de los derechos humanos.

Parte del discurso maniqueo también se centra en quienes ocuparán esa 10 curules o las que resultaren dependiendo de las Zonas Veredales que hacen parte de la circunscripción especial electoral durante el periodo antes mencionado.

A muchos les incomoda que integrantes del secretariado o exguerrilleros lo hagan, lo que muchos no quieren entender es que la esencia de este segundo acuerdo es por el fortalecimiento de la democracia.

Esos representantes - futuros congresistas – deberán cumplir todos los requisitos como el sometimiento a la justicia transicional y la sociedad les exigirá verdad, justicia, reparación y compromiso de no repetición.

Toda vez habilitados y con credenciales para hacer y ejercer la política en el máximo recinto de la democracia como es el Congreso de la República, surge la pregunta ¿Estarán a la altura intelectual los representantes de las guerrillas para enfrentar los debates necesarios de cara a la esperada modernización de la patria? ¿Pasarán de agache como el 70% de los actuales congresistas? ¿Saldrán, algunos, gallitos finos?

Para finalizar, durante el esperado postconflicto se espera termine el rigorismo y la gazmoñería; que aún profesan algunos “intelectuales” que se quedaron en el siglo XIX y que les impuso una  doble moral la que se oponía, entre otros, a los derechos de la mujer (al voto), no permitían que la mujer se cortara el pelo, faldas a los tobillos, mangas hasta los codos y blusas hasta el cuello por mencionar solo algunos, hoy, adefesios.


Todo lo contrario con el advenimiento de la década de los 60´s se generó no solo la gran revolución sexual, el uso de la marihuana, sino la revolución de las ciencias, la literatura y las artes; de hecho la política fue la única rezagada y taimada. ¿Cómo denominaremos la próxima revolución del postconflicto en pleno siglo XXI? ¿A que le temen señores puritanos a la vez que pendencieros? Amanecerá y veremos.     

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