“Continuamos
haciendo nuestro inventario personal y cuando nos equivocamos lo admitíamos
inmediatamente”
Solo basta ver fijamente a
los ojos del alcohólico para comprender lo que esconde tras su mirada; generalmente
ansiosa, orgullosa, glamurosa, observándonos desafiantemente por encima de
nuestro hombro; frente a tal actitud inmediatamente comprendemos que ese pobre
ser sufre, y cuando enfrenta al final del día su soledad, concluye que siempre
está en el lugar equivocado, no se haya, no encaja; se siente inferior a las
situaciones y a las personas que le rodean…con su actitud lo único que pretende
(inconscientemente) es crear una muralla sicológica para defenderse de sus miedos
e inseguridades frente a una sociedad que hipócritamente lo acepta y lo induce
a que siga bebiendo.
Ya en el décimo paso y si hemos
sido honestos, es decir sin intentar darle gusto a los demás; El antiguo
borrachín ha aprendido varias cosas; La primera su impotencia ante el alcohol que
no es otra cosa que haber entendido que solo una gota de alcohol puede
desencadenar una serie de episodios que lo llevarán de nuevo al infierno de su
existencia… conclusión… una solo gota… nunca más y por siempre.
La segunda su fragilidad
frente a un episodio inesperado de ira justificada o no, o frente a un arranque
de mal genio que lo lleva a estropearse el día entero, para nuevamente volver a
sentir odio y rencor, dolores de cabeza, nauseas, insomnio y hasta fiebre;
recreando y viviendo, en un par de minutos, un pequeño infierno dantesco donde
nuevamente todo lo cree perdido, para terminar en la desolación y la amargura, con el alto riesgo de volver a la
bebida.
Pero no siempre es así,
siempre y cuando esté recorriendo el camino correcto; entonces expliquémoslo de
la siguiente manera: Si alguien nos engaña o pretende burlase o vengarse de
nosotros ¿Será que no tenemos derecho a enfadarnos?
Claro que tenemos derecho a
irritarnos, o a encolerizarnos si es preciso, pero por unos segundos, e inmediatamente
activar el paso decimo donde mediante un rápido auto examen o inventario
inmediato y personal debemos entender que es necesario dominar en fracciones de
segundo nuestros instintos llamar a la calma, frenar en seco, ahogarnos con el
aliento y calmarnos.
La tercera amenaza del
alcohólico, antiguo borrachín, es la constante exposición a trastornos
emocionales entre otros como los celos, la envidia y la mentira que no son otra
cosa que engañarnos a nosotros mismos sin buscar una solución, ya que el bebedor
empedernido ve la vida con angustia, duda y temor.
El programa enseña que es
necesario practicar el dominio de nosotros mismos, pues quien no se gobierna
será el eterno esclavo de sus defectos de carácter como la soberbia, ira, mentira,
lujuria, avaricia, gula, envidia y la pereza.
La cuarta amenaza es no
confesarnos a nosotros mismos que solo hemos amado a unas cuantas personas, que
la mayor parte de la gente nos era indiferente, siempre y cuando no nos
molestaran a nosotros; en cuanto al resto no nos importaba lo que ellos
pensaran; reconocer lo anterior significa que en verdad las demás personas y
más aquellas que están a nuestro alrededor valen mucho y si es posible recuperarlas debemos hacerlo.
Pero entendiendo que habrá
situaciones que no volverán a la normalidad y que la despedida es sin retorno,
aceptar eso nos mantendrá tranquilos y en paz.
Antes de continuar
recordemos que en el cuarto paso hicimos nuestro primer inventario, no
significa que las cosas hayan terminado ahí, todo lo contrario, ese actuar
indica, que es solo el comienzo y qué
cada vez tenemos que hacer un mejor y profundo inventario de nosotros mismos en
la búsqueda de la libertad esperada.
Lo que hoy debemos señalar
es que creando hábitos y costumbres logramos “manejar automáticamente” los
inventarios instantáneos, que solo se logran si lo intentamos hacer en medio de
una perturbación.
Ese inventario instantáneo
nos permite enfrentar situaciones inesperadas que afectan nuestro ánimo, como
por ejemplo un ataque de ira, cuando alguien nos reclama, nos hiere, nos
contradice o no hace lo que nosotros ordenamos hacer.
Es ahí donde debe de entrar
a actuar automáticamente el paso décimo, ese inventario instantáneo que nos
lleva rápidamente a la conclusión que no todas las situaciones son como nosotros
queremos que sean y que las opiniones de las demás personas valen.
Es ahí donde la experiencia
adquirida a través del programa nos sugiere tomar una pausa hacer una reflexión y entender que no hay espacio para
la angustia, la ira o el rencor y entender que no tenemos la verdad revelada y
que una opinión contraria a la nuestra a lo mejor es una buena idea que
seguramente nos dará otras perspectivas en una determinada situación.
Cuando se logra la sobriedad
entendemos que no es necesario tener muchos amigos para sentirnos bien, y que
seguramente seguiremos rodeados de seres que sufren y pretenderán seguirnos
lastimando para ellos poder sentirse bien aunque sea por un solo instante.
Frente a eso hay que
cultivar en buen juicio, la tranquilidad y rápidamente resolver posibles
conflictos emocionales que cada día nos hará crecer como personas y
fortalecernos como seres humanos entendiendo que cultivar la paz interior es la
mejor defensa frente a la principal amenaza….volver a beber.
Este paso nos guiará al
ejercitar el dominio de nosotros mismos, por que el que se domina a sí mismo
gobernará el mundo. Amanecerá y veremos.
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