sábado, 21 de julio de 2012

REFLEXIONES SOBRE LIDERAZGO


No cabe la menor duda que son miles tal vez millones, entre libros, artículos, ensayos entre otros,  los documentos que intentan describir que es y para qué sirve, o mejor cual es el rol de un líder al interior de una organización empresarial, un movimiento social o político.

Hoy no intento describir la súper-estrella ni recordar aquellos dirigentes que brillaron con luz propia, y que pasaron a la historia por su personalidad y su tenacidad para enfrentar con gallardía los retos que en su momento les impuso la vida y por supuesto la colectividad que a diario los sometía a sencillas y complejas pruebas.

Igual debemos recordar y resaltar (sin mencionar nombres evitando caer en el riesgo de omisión)  que muchos de ellos no recibieron una sola hora de clase en la universidad; pero terminaron sobresalientes y distinguidos con honores en la universidad de la vida.

Lo que hoy, comenzando semana, pretendo es llamar la atención sobre lo que básicamente se debe de hacer para evitar pasar con pena y sin gloria cuando por capricho de la vida se nos ha encargado ejercer un liderazgo ya sea familiar, empresarial o comunitario.

Lo primero que el líder debe entender con serenidad  es la perenne existencia de problemas y  conflictos que necesariamente son los insumos requeridos para lograr las transformaciones que la sociedad espera.

Lo anterior significa que las dificultades (por difíciles que sean) no hay que mirarlas como amenazas, solo hay que tratarlas como oportunidades para lograr cambios y avanzar tras los desafíos impuestos por la vida misma.

Lo anterior solo se logra con iniciativa y tesón, evitando con esa actitud que los  problemas nos paralicen, porque de ser así se estará irremediablemente condenado a la derrota y al desprestigio.

Para entrar en materia formulemos la primera pregunta… ¿Cuál es el origen de la mayoría de los conflictos?

Empecemos por el final, surge entonces la respuesta más sencilla y contundente…. “Falta de comunicación”.

El líder que no se comunica “afectiva y efectivamente” está condenado al fracaso y quedará expuesto a que otro actué por él; e independiente de como haga las cosas (el delegado) los triunfos serán del encargado y el fracaso del titular.

Queda claro que para emprender bien los propósitos, deben existir unas “políticas claras de comunicación” personal amplia y profunda, esa comunicación básica no puede quedar en manos de otros, ya que sería el primer indicio de debilidad en el mando.

Con su actuar debe de demostrar que existe “confianza mutua”, lo anterior significa que por principio no debe de sentir recelo por los que le rodean o con los que se comunica cotidiana o esporádicamente.

Esa actitud recelosa, en algunas ocasiones sembrada a propósito por “otros” genera grietas en la comunicación e impide que los procesos fluyan normal y tranquilamente; un líder excesivamente nervioso no es prenda de garantía en ningún tipo de acuerdo o negociación.

El líder proactivo diariamente debe representar un  “interés común superior” y lo debe demostrar en sus actuaciones, alejándose de posturas que delaten un interés individual y egoísta ya sea con sus colaboradores o con la comunidad en general.

El comienzo del fracaso ocurre cuando el líder se blinda o se esconde detrás de una estructura monolítica que todo lo decide, todo lo controla y todo lo juzga, evitando el trabajo en equipo, la concertación y la negociación.

De esta manera, poco a poco, se generan conflictos al interior de las organizaciones, los colaboradores no opinan por temor y si lo hacen su iniciativa y creatividad se ve disminuida frente al temor por las represalias o castigos.

A las personas u organismos  que rodean al líder hay que dejarlas que piensen, tomen la iniciativa y actúen; a riesgo de cometer errores.

El fin último del verdadero líder es la capacidad de establecer diálogos sinceros y verdaderos, de no ser así rápidamente se percibe que siempre hay algo oculto detrás de lo que está comunicando o negociando.

Para muchos el verdadero líder es el que nace con la actitud para negociar y la experiencia lo nutre con aptitud para actuar a través de las grandes decisiones que lo convertirán en el verdadero dirigente que todos esperan.

El líder debe de tener el entendimiento, la comprensión  y la reflexión de adonde conjuntamente de debe y se quiere ir, porque el que no sabe para donde va cualquier camino lo conduce a ninguna parte. Amanecerá y veremos.




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