No cabe la menor duda que
son miles tal vez millones, entre libros, artículos, ensayos entre otros, los documentos que intentan describir que es y
para qué sirve, o mejor cual es el rol de un líder al interior de una organización
empresarial, un movimiento social o político.
Hoy no intento describir la súper-estrella
ni recordar aquellos dirigentes que brillaron con luz propia, y que pasaron a
la historia por su personalidad y su tenacidad para enfrentar con gallardía los
retos que en su momento les impuso la vida y por supuesto la colectividad que a
diario los sometía a sencillas y complejas pruebas.
Igual debemos recordar y resaltar
(sin mencionar nombres evitando caer en el riesgo de omisión) que muchos de ellos no recibieron una sola hora
de clase en la universidad; pero terminaron sobresalientes y distinguidos con
honores en la universidad de la vida.
Lo que hoy, comenzando
semana, pretendo es llamar la atención sobre lo que básicamente se debe de
hacer para evitar pasar con pena y sin gloria cuando por capricho de la vida se
nos ha encargado ejercer un liderazgo ya sea familiar, empresarial o
comunitario.
Lo primero que el líder debe
entender con serenidad es la perenne
existencia de problemas y conflictos que
necesariamente son los insumos requeridos para lograr las transformaciones que
la sociedad espera.
Lo anterior significa que las
dificultades (por difíciles que sean) no hay que mirarlas como amenazas, solo hay
que tratarlas como oportunidades para lograr cambios y avanzar tras los desafíos
impuestos por la vida misma.
Lo anterior solo se logra
con iniciativa y tesón, evitando con esa actitud que los problemas nos paralicen, porque de ser así se estará
irremediablemente condenado a la derrota y al desprestigio.
Para entrar en materia
formulemos la primera pregunta… ¿Cuál es el origen de la mayoría de los conflictos?
Empecemos por el final, surge
entonces la respuesta más sencilla y contundente…. “Falta de comunicación”.
El líder que no se comunica “afectiva
y efectivamente” está condenado al fracaso y quedará expuesto a que otro actué
por él; e independiente de como haga las cosas (el delegado) los triunfos serán
del encargado y el fracaso del titular.
Queda claro que para emprender
bien los propósitos, deben existir unas “políticas claras de comunicación” personal
amplia y profunda, esa comunicación básica no puede quedar en manos de otros,
ya que sería el primer indicio de debilidad en el mando.
Con su actuar debe de
demostrar que existe “confianza mutua”, lo anterior significa que por principio
no debe de sentir recelo por los que le rodean o con los que se comunica cotidiana
o esporádicamente.
Esa actitud recelosa, en
algunas ocasiones sembrada a propósito por “otros” genera grietas en la comunicación
e impide que los procesos fluyan normal y tranquilamente; un líder excesivamente
nervioso no es prenda de garantía en ningún tipo de acuerdo o negociación.
El líder proactivo diariamente
debe representar un “interés común superior”
y lo debe demostrar en sus actuaciones, alejándose de posturas que delaten un interés
individual y egoísta ya sea con sus colaboradores o con la comunidad en
general.
El comienzo del fracaso
ocurre cuando el líder se blinda o se esconde detrás de una estructura monolítica
que todo lo decide, todo lo controla y todo lo juzga, evitando el trabajo en
equipo, la concertación y la negociación.
De esta manera, poco a poco,
se generan conflictos al interior de las organizaciones, los colaboradores no
opinan por temor y si lo hacen su iniciativa y creatividad se ve disminuida
frente al temor por las represalias o castigos.
A las personas u organismos que rodean al líder hay que dejarlas que
piensen, tomen la iniciativa y actúen; a riesgo de cometer errores.
El fin último del verdadero líder
es la capacidad de establecer diálogos sinceros y verdaderos, de no ser así rápidamente
se percibe que siempre hay algo oculto detrás de lo que está comunicando o
negociando.
Para muchos el verdadero líder
es el que nace con la actitud para negociar y la experiencia lo nutre con
aptitud para actuar a través de las grandes decisiones que lo convertirán en el
verdadero dirigente que todos esperan.
El líder debe de tener el
entendimiento, la comprensión y la reflexión
de adonde conjuntamente de debe y se quiere ir, porque el que no sabe para
donde va cualquier camino lo conduce a ninguna parte. Amanecerá y veremos.
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