Los que tomamos la decisión
de votar SI creemos en la certeza de construir un nuevo país pleno de esperanza
y nuevas oportunidades.
Y lo hicimos, no porque el
acuerdo final fuera perfecto; de hecho la perfección no existe; solo existen
los ególatras perfeccionistas.
El acuerdo es realizable - de hecho es largo el camino para
implementarlo – porque desde el inicio se escuchó a la contraparte y con el
tiempo (casi 4 años) se fueron ajustando los requerimientos de las partes que
le apuntaban al bien común para casi de 50 millones de colombianos.
En esencia interpretó lo que la
sociedad exigía era salvar vidas humanas, el desarme de las guerrillas, la
oportunidad para que los familiares de las víctimas hicieran su catarsis y por
fin cerraran el duelo ocasionado por la pérdida injusta de sus seres queridos.
La terminación del conflicto
armado también empezó con el esperado gesto de pedir perdón por parte de las
guerrillas a las víctimas, con ese perdón, seguramente se les hizo más liviana su
carga expresada a través del cansancio fisco y moral por los errores cometidos, deberá
seguir el desarme, la desmovilización y el desarrollo de una nueva etapa con la
apertura democrática que significa la participación en política por parte de
aquellos grupos alzados en armas, que hoy buscan escenarios políticos para
defender unos derechos constitucionalmente adquiridos desde 1991 ya no por la
vía de las armas sino a través del debate de ideas.
Vamos a votar,
favorablemente, porque entendimos el horror la guerra, la que se ensañó con los
más pobres del campo: pueblos enteros, centros poblados, corregimientos o
veredas; donde la muerte y la desolación se asentó en la población más
vulnerable.
A pesar de todo ese
derramamiento de sangre, destrucción y atraso político, económico y social; era
lánguido el balance final que indicaba - ya en tiempos del gobierno de Uribe – que
muy lejos estaba la fecha y la oportunidad, desde lo militar, de garantizar la
derrota y el sometimiento total de las guerrillas. ¿Qué le cuesta anhelar,
pedir y dar los pasos necesarios para alcanzar la
paz y la prosperidad para todos?
Ahora es absurdo determinar
quiénes fueron los triunfadores o los vencidos; en un país por fortuna o por desgracia polarizado, siempre gana por el simple hecho de salvar vidas y las partes acogerse a los protocolos de la justicia transicional la que determinará, según
sea cada caso, midiendo con el mismo rasero los “pecaditos” de todos; salvo se
diga la verdad, repare y se comprometa a la no repetición.
También ganaron las víctimas
porque se las reconocieron como tales, y van a recibir el trato que reclamaban
y se merecían.
Ganan las guerrillas, cuando
abandonaron su soberbia y piden perdón por el dolor causado a las familias de las
víctimas.
Se abre entonces la
esperanza, para que se rompa el circulo vicioso de la violencia, que engendraba
más muerte y destrucción, cuando la población inerme tenía como único albedrío
el abandonar sus tierras para salvar sus vidas.
Ya por fuera de su hábitat, y como cruel pago, y sin recursos pasaban a
aumentar las estadísticas como desplazados y haciendo parte de los cinturones
de miseria de las grandes, intermedias y pequeños ciudades y pueblos a lo largo
y ancho del país; el resultado, como siempre, es el aumento del desempleo y la inseguridad.
Gana la patria ya que es el tiempo
de recorrer un nuevo camino, diferente al de la guerra, por tal razón queda
evidente que es la última gran
oportunidad para que la patria, por fin, empiece a cerrar brechas en
educación, salud, vivienda, agua potable, empleo y atención a la población
vulnerable.
Con estos propósitos se
empieza a mejorar la calidad de vida de cientos de miles de colombianos; que veía como la guerra solo
traía muerte, atraso y desolación.
Con el fin de la guerra esos
cuantiosos recursos, más de $55 mil millones de pesos por día; se destinarán
para crear las condiciones necesarias que permitan generar crecimiento y
desarrollo sostenible con responsabilidad social y ambiental; sin perder de
vista que la seguridad ciudadana es obligación de todos.
Para lograrlo es necesario
trabajar duro en la construcción de un nuevo sentido común, es decir lograr
crear nuevas ideas y conceptos; abandonar el escepticismo de poder cambiar las
reglas de juego de un establecimiento corrupto, de hacernos responsables de
nuestras propias decisiones, respetarnos como seres humanos, actuar con
criterio y jugar limpio en la búsqueda de bienestar para todos.
Lo anterior se logrará, en
una segunda fase, cuando empecemos a mejorar la educación de nuestros hijos
desde los hogares; ya que la paz, anida en los corazones y empieza por casa; la
prosperidad llegará, como recompensa, por el esfuerzo realizado. Amanecerá y veremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario