domingo, 12 de diciembre de 2010

EL SALARIO MÍNIMO COMO INDICADOR DE POBREZA

Hasta el próximo 15 de Diciembre se extenderá la puja histórica entre la Asociación Nacional de Industriales, Andi; los sindicatos que no llegaron por enésima vez a la mesa de negociaciones con una sola propuesta; ya que la CUT propone el 12%, la CTC el 9.5% y la CGT el 7.76%, situación esta que les resta poder de negociación, entonces impera el viejo truco de divide y reinarás en una aparente alianza de algunos sectores del sindicalismo con el mismo gobierno, y éste que plantea el 2.7% de incremento salarial.

Después de esa fecha se espera que el Estado tercie la disputa bizantina y mediante la expedición de un decreto Presidencial que fijará el nuevo salario mínimo para los trabajadores colombianos el que posiblemente se ubicara entre el 2.7% y el 3.5%. En promedio el empobrecido trabajador recibirá $15.000.oo más, durante el próximo año 2011. Entonces la primera pregunta sería ¿Y eso para que sirve?

El asunto no termina ni empieza ahí, pues desde hace ya unas semanas, el todo poderoso Banco de la República, que no da puntada sin dedal empezó a difundir noticas alentadoras, por aquello del impacto sicológico en el sentido que a buenas noticias, se hacen buenos tiempos.

El Banco espera que la economía crezca un 4.5% el próximo año, siendo un dato confortador, pero solo para unos pocos y para el análisis macroeconómico que gira alrededor de las posibles implicaciones que tendrá el nuevo salario mínimo que rondaría los $530.000.oo desvalorizados pesos en la economía nacional; pero insuficiente para el desarrollo sostenible del país, que a mi modo de entender las cosas, lo único que hace es disminuir aún más la calidad de vida del ciudadano del común ha expensas del enriquecimiento de tan solo unos pocos, los dueños del Capital.

Para los que lo creen intuir no esperen, empezando semana, un discurso antiimperialista al mejor estilo marxista-leninista que tenía gran impacto por allá en la década de los 60, por cuanto hoy día los mismos burócratas del antiguo sistema comunista manifiestan que esos postulados no resuelven ni resolverán los problemas del proletariado y que adecuadamente hoy denominados ciudadano del común.

Ese esperado crecimiento económico puede obtenerse dependiendo de la ocurrencia de varios eventos, el primero que siga en el congelador la aprobación del TLC con USA; segundo la esperanza del restablecimiento en un 100% del comercio bilateral con Correa y Chávez, siendo éstos unos vecinos en los cuales no se puede confiar totalmente, por aquello de las cicatrices que aún les dan roncha y del manejo económico que procuran en sus países y que se opone al libre comercio y que insiste en la estatización de sus economías incluyendo por supuesto al sistema financiero, expresión máxima en la búsqueda del totalitarismo de estado.

Aunado a lo anterior y partiendo del hecho que se va a vender parte de Ecopetrol, y que la gran inversión extranjera se dirigirá al sector energético y de minas (Explotación de recursos naturales no renovables) podríamos creerle al Banco Emisor que las cosas irán “bien” para la economía en el 2011; ¿pero entonces realmente a quien le ira bien?... será a los inversionistas extranjeros, a los industriales o empresarios nacionales… o al trabajador que devenga el salario mínimo y ni mencionemos al que gana menos del mínimo y sin prestaciones sociales.

Lo señalo por cuanto una de las principales advertencias, en este proceso de negociación no solo ahora sino desde hace más de tres décadas, que hacen los gremios productivos es que un incremento por encima del 3% desestimularía la generación de nuevos empleos productivos y por supuesto bajaría la productividad. ¿Será eso cierto?

El anterior enfoque más me parece un discurso monetarista, porque si miramos las estadísticas sobre el crecimiento en el empleo productivo (Aquel que incluye prestaciones sociales y todos los requisitos de ley) durante lo corrido del 2010 nos encontramos que ha habido un crecimiento negativo en esta variable; por el contrario ha aumentado en promedio el desempleo el cual alcanza la cifra de casi 3.000.000 de personas; y en mayor proporción el subempleo y en general la economía informal (Que equivale al 46% del total del empleo global), que es aquella que sobrevive del régimen subsidiado en salud y de la caridad del Estado; frente a esta realidad resulta mejor negocio para los empresarios mantener esa fuerza laboral en la informalidad o clandestinidad, por aquello de no tener que pagar parafiscales y demás impuestos.

Continuando con el Banco Central cuyos funcionarios viven esclavos del cumplimiento de la meta inflacionaria y que con orgullo manifiestan que ésta se encuentra por debajo del 2.5% meta no alcanzada desde hace más de 50 años; frente ha esta aparente gran noticia, siempre me he preguntado que variables utilizan para calcularla.

Porque en mis cuentas domesticas que resultan de calcular lo que se gasta en solo alimentación (una parte de los bienes de la canasta familiar) en el 2010 frente al 2009, se concluye que esos gastos se incrementaron en un 15%, y tienen un valor mensual que oscila entre los $150.000.oo y $200.000.oo para 4 personas, sin tener en la cuenta los artículos para el aseo que representan casi que el 60% del costo del valor total de la canasta familiar. Entonces ¿para que sirve el salario mínimo?

De igual manera el anterior cálculo no tiente en la cuenta, a aquellas unidades familiares que por esnobismo y comodidad usan de manera compulsiva y desarrollan mayores consumos innecesarios a través de las tarjetas debito (sumar cuota de manejo) y las crédito que tienen un interés de hasta el 26% anual.

La pregunta es:… ¿en el calculo de la inflación se tiene en cuenta estas variables? Y de ser cierto como llegan a una cifra inflacionaria del IPC acumulada anual del 2.37% proyectada para el 2010. Léase Índice de Precios al Consumidor. ¿Cómo lo hacen?

SI a esto le sumamos que en promedio las ventas del empresario cayeron en un 7% en lo corrido del año, y que no es otra cosa que la perdida del poder adquisitivo de la moneda y por supuesto de la calidad de vida del trabajador promedio, entonces ¿donde está anclado nuestro actual modelo económico?

La gran primera conclusión es que el actual salario mínimo se “gasta” principalmente en carne, huevos, granos, frutas, verduras, existiendo una gran mayoría que utiliza la compra diaria a través del crédito semanal en la tienda; una pequeña parte se destina a la educación para los hijos y el resto en el pago de servicios públicos domiciliarios. La cultura, el deporte y la recreación quedan por fuera.

Frente a este dilema en determinar la tasa de crecimiento para el nuevo salario mínimo, existen dos posiciones totalmente extremas; la primera y es el calculo técnico de la Anif (Asociación Nacional de Instituciones Financieras) que habla de un 1.5% y el de la CUT que propone el 12% el problema es que ninguna interpreta la realidad económica y social del país.

Y como si fuera poco, si le aunamos la temporada invernal que se va hasta el mes de febrero, entonces nos toco recibir el nuevo año con alza en los combustibles, en el transporte, en los bienes de la canasta familiar, derivado de la especulación como consecuencia de la perdida de cosechas y la imposibilidad de nuevas siembras y para rematar se inicia nuevamente la temporada escolar, donde estudios han demostrado que el tendero la espera con ansiedad pues ahí se ven incrementadas nuevamente sus ventas.

Contrario a lo que piensan los gurús y los tecnócratas que dan sabios consejos sobre el manejo de la economía, la solución no es controlar la inflación restringiendo el circulante en el mercado.

Entonces si se quiere estimular la demanda de bienes y servicios que es finalmente la que potencia el consumo, el ahorro y la inversión, entonces es necesario cambiar el enfoque que solo favorece al industrial y al empresario y sobre el cual gira el manejo monetarista donde es imposible que el ciudadano del común obtenga créditos blandos para la creación y el fomento a las Mipymes que le darían otra dinámica al gasto y a la inversión que permitiría cerrar el circulo económico estimulando toda una demanda agregada a nivel familiar y comercial.

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