Para comprender este largo proceso
de paz, hoy de cara al plebiscito, se debe mirar la historia además de tener la
mente abierta para comprender que las sociedades no se crean ni se destruyen…Se
transforman.
El tipo de transformación
que logre la sociedad en su conjunto
depende si el guía atiende al llamado y actúa en su mandato como:
humanista, estadista, reformista, dictador, genocida o tirano.
Para nuestro caso, y
derivado del conflicto armado que duró 52 años, el balance es pésimo; ya que en
ese largo y doloroso camino se destruyeron las ilusiones de millones de
colombianos que terminaron en las estadísticas como victimas.
La irreparable perdida de cientos
de miles de vidas humanas en su mayoría humildes hombres y mujeres de origen
campesino que no tuvieron otra alternativa que empuñar las armas; y abandonar
la pica, la pala, el azadón y el rastrillo.
Sin cuantificar con
exactitud el daño al ecosistema como consecuencia de los atentados terroristas
y la megamineria legal e ilegal y por supuesto la afectación a la infraestructura
productiva del país.
Los responsables, unos más
que otros, que intentaron a través de reformas cerrar la brecha social, cuentan
desde Lleras Camargo hasta Turbay Ayala y por supuesto que las guerrillas.
Ya en plena crisis social y
con la penetración total del narcotráfico; le siguen todos aquellos que por
acción u omisión no lograron detener los efectos de la corrupción y la guerra
financiada por esta última y en todas sus dimensiones.
Si bien es cierto la guerra era
contra el Estado este se fortalecía militarmente; la verdadera guerra era contra
la misma población.
Frente a esa realidad, le
siguen en responsabilidad aquellos presidentes que intentaron afanosamente
buscar la paz con los grupos alzados en armas pero la mayoría fallaron y según
la opinión publica estas fueron las siguientes razones: Betancur (Mucha poesía),
Barco (Ausencia de liderazgo), Gaviria (Ambicioso), Samper (Falta de
credibilidad), Pastrana (Débil e ingenuo), Uribe (Arrogante y manipulador) y
Santos (Estratega).
Tras décadas de muerte y
violencia, Colombia es una nación que a pesar de todo cuenta con una enorme
riqueza intelectual, deportiva, cultural y económica basta recordar que tenemos
dos océanos; ocupa según el índice de Progreso Social de 2015 el puesto 49 de
133 en el ranking mundial de PG y con una tasa de crecimiento para el 2014 del
4%, por debajo de Panamá, Perú, Chile y Costa Rica.
El próximo lunes 29 de
agosto se cierra el capitulo más violento en la historia de la patria cuando se
inicia el proceso del cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo. ¿Será
que por pereza mental deja que otros piensen y decidan por usted?
¿No cree usted, atento y
respetado lector, que los hijos de la guerra tienen la misma oportunidad de
tener educación, salud, vivienda digna y seguridad alimentaria de la que hoy
tienen mediana o cómodamente sus hijos?
¿No disfruta con el hecho cotidiano
de llevarlos y recogerlos diariamente, en paz, en el colegio y llevarlos, cuando
puede, de vacaciones a otra ciudad o a la playa?
Se le olvida que la guerra,
por fortuna, nunca lo ha tocado a usted o su familia; que seguramente todas las
noches cómodamente durante los últimos 50 años su abuelo, su padre y hoy usted,
le dedican tiempo para ver las noticias y películas de acción; y seguramente ya
nada le sorprende.
Seguro nunca se ha detenido
a reflexionar sobre el terror y el dolor
humano de cientos de millones de humildes compatriotas victimas de una guerra
que, solo hasta hoy, llega a su fin.
¿Qué espera ver de ahora en
adelante? ¿Seguramente no lo sabe? ¿Aún cree que apoyar una nueva guerra lo
hace “in” o de mejor familia? ¿En sus intimas reflexiones se considera de
pensamiento liberal, conservador o independiente, manipulador o un elector
adoctrinado?
¿Le molesta que la Farc
entregue las armas, y a lo mejor le aterra y no sabe que hacer con una de
ellas? A parte de ser un sujeto pasivo social y tal vez políticamente… ¿Por qué
razón pretende votar para que se reinicie una guerra que usted, erróneamente,
cree que no es la suya ni la de sus familiares y amigos?
¿Sabia usted que durante la
última década se destinaron 230 billones de pesos para la guerra en Colombia?
¿Ha calculado usted cuantas
aulas escolares, puestos de salud, acueductos veredales y vías terciarias, por
mencionar algunas inversiones sociales, se construirían con lo que se ha destinado
para sostenerla?
Le sigo escribiendo a usted
que no quiere el cambio…Para alcanzar, esa transformación, es fundamental el
cambiar de actitud, para lograrlo es necesario avanzar en la dirección correcta;
negarse a mejorar, tal vez por miedo u obstinación - o porque las cosas no
sucedieron como esperaba, su “líder”, hace ya casi 6 años, es decir gobernar en
cuerpo ajeno – lo anterior significa seguir percibiendo en blanco y negro el
mundo que le rodea.
¿O lo hace por venganza? Sea
lo que fuere, no cabe en una mente sana que un solo hombre, líder indiscutible
como lo fueron muchos en la oscura y pasada historia de la humanidad, pretenda
alimentar un conflicto armado por 20 años más que es lo que le resta de energía
vital y vida útil; so pretexto que la paz no es como el país y los niños ya la
pintan, sino como “el” se la imagina.
Negarse al cambio es creerse
único e irremplazable, máxime cuando la bandera que enarbola es la del
justiciero, que a sangre y fuego intenta redimir los pecados del adversario… ¿O
serán sus propios pecados que ve en los supuestos enemigos de la patria?
Otros, los más comunes y
algo taimados, frente al irrepetible momento histórico que vive el país,
acostumbrados y acomodados en su zona de confort, siempre con la intención de
darle gusto a todo el mundo, y cuando intentan tomar una posición, porque en su
alrededor se lo exige, siempre atinan a repetir la ya popular frase que no
significa otra cosa que la de lavarse las manos – como lo hizo hace más de 2000
años el gobernador Poncio Pilatos.
Hoy en el lenguaje del siglo
XXI de manera maniquea comparten en las redes sociales… “No soy Santisa, mucho
menos Uribista, no soy guerrillero y tampoco paramilitar, soy colombiano, soy
demócrata… anhelo la paz y creo en el proceso de la habana”.
A partir de hoy, si
verdaderamente anhela la paz, debe abandonar las aguas tibias, recuerde la enorme
responsabilidad de empezar a construir un mejor país para nuestros hijos,
nietos o biznietos.
Como parte del acuerdo
final, los últimos pasos hacia el postconflicto, se estan dando con la implementación
de las zonas veredales; que son aquellos lugares distantes del país urbano
donde se van a concentrar los guerrilleros.
Es allí donde la Farc y los militares
van a trabajar junto con los observadores internacionales estos últimos encargados
del monitoreo y la verificación que en un principio garantizaran, estos
últimos, en el cese de hostilidades.
También significa que los
militares creen firmemente en unos acuerdos que beneficiaran no a la Farc, sino
a la patria y en especial al país rural.
Lo que será una realidad,
mediante la aplicabilidad de la Reforma Rural Integral que es el punto uno (1) “Hacia
Un Nuevo Campo Colombiano” acordado el pasado 26 de mayo de 2013.
Finalmente el próximo 2 de
octubre se votará el plebiscito e independiente de la decisión que tome…Hágalo
a conciencia, lea, pregunte, compruebe; abandone la resignación o esa zona de
confort en la que ha vivido durante toda su vida; eso sí evite como siempre que
todo le llegue “molidito” a sus manos; recuerde que no solo está en juego su situación
actual o comodidad; sino el destino de la patria… Amanecerá y veremos.