Incuestionable fue la
respuesta solidaria de la ciudadanía, familias, instituciones, entidades sin ánimo
de lucro, el comercio, los empresarios, la Gobernación del Valle del Cauca y las
siguientes alcaldías: Alcalá, Ansermanuevo, el Dovio, Obando, Sevilla, Toro y
Versalles; sin perder de vista a Candelaria y Vijes estos dos últimos
solidarios municipios que pertenecen a la Subregión Sur del Departamento.
Agradecimiento especial para ellos.
De los vecinos territoriales
(con los que compartimos frontera) tal parece estuvo ausente Ulloa; al igual que el resto
de los municipios, no mencionados, que hacen parte de la Subregión del Norte
del Valle. ¿Ausencia liderazgo por parte de esos municipios?
Surge la pregunta del
millón, pensando como subregión ¿Están preparados, los gobernantes, para
enfrentar los desafíos de atraer inversión regional desde lo oficial y/o
privado? ¿Tendrán la visión para proponer macroproyectos que beneficien a casi
500 habitantes? ¿Ausencia de liderazgo subregional?
Volviendo a lo local, como
era de esperarse excelente fue la respuesta inmediata - en especial las
secretarias de salud, gobierno y la oficina gestión del riesgo - de la
Administración Municipal, en cabeza del abogado y escritor Carlos Andrés Londoño
Zabala y de la gestora social, la también abogada, Jesusita Zabala de Londoño que de manera seria e indeclinable atendieron la tragedia en la ciudad de Cartago en el Norte
del Valle.
Igual mención para con los
organismos de socorro, la Iglesia, la Corporación Diocesana y la Fuerza Pública
- Ejército y Policía Nacional - en la oportuna
atención, apoyo y el control de la situación de emergencia presentada, la
noche, del pasado viernes 18 de marzo.
Lo contrapuesto, a lo
acaecido, es de resaltar que solo habían transcurrido unas horas de la
expedición del Decreto de Honor No.035 de 2016 “Por medio del cual se otorga la
medalla “merito a toda una vida” a la
fundadora del “Hogar el Buen Samaritano” Claire Ange Aimee Aucoin.
Entonces recordemos el acto
oficial de reconocimiento, con motivo por esos 50 años de entrega a los más
pobres de la ciudad; ahora reflexionamos que muchos de esos adultos mayores en
estado de miseria espiritual y abandono total por parte de sus familias proceden
del barrio Bellavista.
Volviendo la mirada a la
tragedia, lo injusto, es que ésta opacó ese reconocimiento, a la extensa obra
de caridad de “Clarita” de la que estamos seguros nunca ha obtenido provecho
personal o institucional a expensas de los más necesitados.
Si lo fue, devastador, el
impacto en el imaginario colectivo, derivado el “efecto mediático” e imposible de
otra forma, que se le dió a los hechos; tres seres humanos perdieron la vida
y la destrucción de 36 viviendas (asentamientos no formales) prendieron las
alarmas - a nivel local, departamental y nacional - sobre la importancia de
estar preparados para enfrentar este tipo de emergencias y desastres sean intencionales
o no.
La otra cara de la moneda
empezó a verse con el transcurrir de los minutos, cuando la opinión pública se
enteró que la tragedia había sido provocada por manos criminales; pésima
noticia para la ciudad a nivel nacional.
Vista en su totalidad la
otra cara de la moneda, corrió el rumor que, en medio de la conflagración,
mientras el Cuerpo de Bomberos Voluntarios estaba atendiendo la emergencia,
habitantes del sector le hurtaron algunas herramientas por valor de $3 millones de pesos y
derivado de la atención del desastre, se ocasionó daño a los equipos por valor cercano a los $20
millones de pesos.
Estos casos aislados, pero
por aquello de crea fama y échate a dormir, no reflejan la realidad de la
ciudad en materia de seguridad y orden publico; hay que reconocer el trabajo de
los organismos de seguridad que vienen enfrentando y previniendo la
inseguridad.
Regresando al origen de la
tragedia; ese acto premeditado presumiblemente realizado bajo los efectos del
alcohol y las drogas (letal esa mezcla), y tal parece aislado del contexto
criminal, de nuevo queda dentro del radar y prende los focos sobre una comuna (la
uno) que ha venido siendo monitoreada por el gobierno nacional - recordemos la
campaña de erradicación de hoyas donde se expende y se consume alucinógenos - y como sector, de alto riesgo, generador de
problemas de orden público.
Frente a esta realidad
conozcamos un poco el barrio bellavista; ubicado en la comuna uno (1) según la
información (2012) con la que se dispone está conformado por 771 predios de estos
562 (73% de la población) pertenecen al estrato bajo- bajo, 208 (27%) al bajo y
1 al medio bajo.
Como podrá observar, usted atento
y respetado lector, las actuales condiciones socioeconómicas, donde tal parece
la pobreza de la mano de la pereza se deja alcanzar por la miseria, le son
propias a las de un barrio de invasión.
Son propios esos indicadores
socioeconómicos que presentan altos indices de desempleo, analfabetismo,
baja cobertura en vacunación, problemas en cobertura de energía, acueducto y
alcantarillado, mortalidad materno infantil, enfermedades de transición sexual,
subempleo, prostitución infantil, embarazos en infantes y adolescentes,
negativo el ingreso per cápita entre otras; comunidad vulnerable que se
convierte en caldo de cultivo para el asentamiento de empresas delincuenciales.
Para terminar…Lo que comenzó
como una tragedia, lentamente se convirtió en un acto político y social donde algunas
figuras políticas de la ciudad posaban sonrientes, ante las cámaras y teléfonos
de última generación, buscando el reconocimiento
como si se tratara de una nueva campaña política.
Olvidando lo que los convocó allí, fue una tragedia y no acto social y político; seguramente por eso solo se
recaudaron $217 millones y no los $400 que se necesitaban para construir las 36
viviendas. Amanecerá y veremos.