Como podrá observar, usted atento
y respetado lector, ya es tiempo de preparar la agenda política sobre el
acontecer de las próximas elecciones para Congreso de la República; encargo para
los próximos “elegidos” por un corto período de cuatro (4) años, pudiendo ser seis
(6) y dependiendo de los resultados tal vez, ojalá no me equivoque, poder
apreciar a partir del 2015 el tramite y la ejecución de dos o tres obras
importantes para la región. ¿Quién ganará? ¿El municipio y/o la región serán?
Sin
que interfiera mi origen político y militancia en el Partido Liberal del cual
me siento muy orgulloso; es entonces oportuno empezar a opinar como columnista
y no como periodista (por respeto a esa noble profesión y a los que en el
ejercicio cotidiano la enaltecen), sobre un tema del que no me puedo sustraer;
por cuanto de una manera u otra hago parte de ella (recuerdo que aún siendo muy
niño entendía claramente que significaba el trapo rojo o el banderín azul).
Continuaré
utilizando, como lo he venido escribiendo a lo largo de estos ya casi cuatro
años, como regla principal la prudencia; aunado el respeto para cada uno de
ustedes, teniendo claro que a través de su actuar desempeñan una importante
tarea ya sea como adepto, líder de cuadra y/o barrio, observador, analista, ideólogo
o protagonista de los hechos en el acaecer político de la ciudad, subregión y
el departamento; conservando igualmente los otros valores de este blogs como la
justicia, la tolerancia y la imparcialidad.
Empieza
la historia en el año 1958 con la puesta en marcha del Frente Nacional en manos
de Alberto Lleras Camargo y concluida con el mandato de Misael Pastrana Borrero
en 1974, considerada como la primera “gran coalición política y electoral”
entre liberales y conservadores; dicho en otras palabras se considera que se “repartieron
la Torta” y dinero debajo de esa mesa para llegar a la firma; es decir, hubo un
quiebre en la forma de hacer política, se convirtió a partir de ese momento en
un verdadero negocio (entre los firmantes) que producía y produce billones de pesos
en un mercado de libre competencia donde se demandan y ofertan conciencias, en
especial en el Congreso de la República.
Esa
tradicional forma de hacer política desapareció; y se convirtió como ocurre en
la actualidad, en el mantenimiento de enormes y costosas maquinarias para
producir votos y burocracia que les garantice a los que detentan el verdadero
poder mantenerse y perpetuarse en el o cerca de el, y en algunos casos,
garantizando su operatividad durante las 24 horas del día los 365 días en el
año.
De
hecho no podemos negar (sería hipócrita hacerlo) cada adepto interviene voluntariamente
y dependiendo de la condición que adquiera, la estructura a la que pertenece le
facilita satisfacer y según sea el caso
unas necesidades a saber: de naturaleza fisiológica
básica (alimentación y vestido entre otras); o de Seguridad (empleo, educación
y salud entre otras); Sociales (participación en grupos políticos o
asociativos); de Ego (auto-valía) y de Autorrealización (aceptación de nosotros
mismos, de los demás y del mundo que nos rodea) o todas las anteriores.
También hay que reconocer que la gran masa electoral no disfruta
de esos privilegios (no hay cama para tanta gente) tal vez por
escolaridad, marginalidad, liderazgo entre otros; o en algunos contados casos no los demandan, igual
se siente respaldada por la estructura política a la que pertenece, y a la que
acude en el momento de pagar menos impuestos, evitando el pago de multas y sanciones, para inscripciones,
matriculas y pensiones educativas en establecimientos educativos públicos,
entre muchos otros “favores” y privilegios que ayudan a mantener engrasada la
maquinaria.
Es así como funciona la política; el problema radica cuando se desbordan
los sentidos, traspasan las fronteras de lo ético y los dirigentes se obnubilan
con un poder que no es propio (Es del pueblo que elije, así aún no lo comprendan),
y obstinadamente se niegan (por los réditos obtenidos) a aceptar esa implacable
realidad apartándose del interés general para dedicarse al interés particular, y es ahí donde el
crecimiento y desarrollo sostenible no se nota a través de la inversión social
que tanto se necesita (y es aquí donde debe de empezar el cambio del paradigma
en la forma de hacer política).
La pregunta que surge es ¿existe la posibilidad de volver a la
antigua forma de hacer política? Cuando nuestros padres madrugaban a votar, no
exigían nada a cambio, solo bastaba con sentirse orgullosos de ser Liberales o
Conservadores; o cuando los Concejales no recibían honorarios; eran respetados
y admirados por la comunidad.
Ahora si… entrando en
materia, es obligatorio intentar hacer una breve radiografía política y
económica del Departamento y de la subregión en el Norte del Valle del Cauca.
Definitivamente es imposible
desligar lo económico de lo político, por supuesto que lo uno se correlaciona
con lo otro y más en el manejo de la cosa publica; es ahí donde siempre llegamos a la misma
conclusión… Estamos sumergidos en una profunda crisis político-institucional.
De este hecho sobrecogedor todos
somos responsables, desde el elector primario, Jal, Jac, concejales, alcaldes,
diputados, gobernadores, representantes a la cama y senadores; siendo menos
responsable el primero (creemos que la mayoría actúa maliciosamente de buena fe,
aparte de la bonificación por servicios prestados que oscila entre $5.000.oo y
$50.000.oo en ese día de elecciones) y totalmente irresponsables los elegidos con
credencial o sin ella (cuya remuneración por servicios prestados oscila
mensualmente entre $500.000.oo y $25.000.000.oo).
Es una forma de pensar y
actuar desde lo público, donde predomina la falta de vocación por un poder responsablemente
administrado, observamos a los gobernantes inspirados en el “Laisser Faire
Laisser Passer” (dejar hacer, dejar pasar)
tomado de los filósofos de la tolerancia; dicho en otras palabras los
elegidos y los nombrados son exitosos en lo individual, pero han fracasado en el
bienestar colectivo; pero todavía hay tiempo de rectificar, ojalá así sea.
Con los fracasos obtenidos hasta
la fecha desde lo económico y lo político; es el tiempo de “sálvese quien pueda”;
derivado de lo anterior los grupos más favorecidos se encuentran en la
oposición, por aquello de la exclusión en los actos administrativos de gobierno
que los libra de todo mal ya sea por acción u omisión, de hecho no han tenido
la oportunidad de gobernar (pero irónicamente en sus propuestas de cambio, aparentemente
sensibles socialmente, intentan defender intereses grupistas y egoístas matizados con
propuestas populistas) pero en la teoría tienen parte del camino abonado para
llegar algún día a gobernar.
Éstos (la mayoría de los
derrotados en las pasadas elecciones de 2011) por instinto se han ubicado en el
bando de la oposición reflexiva; taimadamente y con paso lento pero seguro,
aprovechando cada segundo los desaciertos, las improvisaciones, la negligencia
y la prepotencia aunada la ignorancia en
el gobernar; reciben (esos lideres a la sombra) sin esfuerzo económico y
político diariamente adeptos y no porque sean buenos reconocidos en el actuar
publico, sino por que tienen la ventaja y la posibilidad de ser malos o buenos dirigentes
por conocer.
Aunada la aparente fragilidad
conque se gobierna (no estoy muy seguro de ello) y con la posibilidad de invertirse
la pirámide política después del esperado remezón; no hay certeza si ésta se
inclinará para caerse hacia la derecha e intentar fortalecerse, hacia el renovador
(según ellos) centro, o hacia una izquierda ingenua sin experiencia y ávida de vencer
y a lo mejor no sepa que hacer con el poder.
Nadie puede negar que el Departamento
del Valle del Cauca se encuentra en bancarrota, y sobra explicar el como,
cuando y el donde.
Lo sucedido obligó a sus
administradores, ha regañadientes, invocar un acuerdo de reestructuración de
pasivos o ley 550 de 1999 intentando la Asamblea Departamental sin éxito
aparente, y tal vez defendiendo su propio peculio burocrático, ponerle
restricciones a lo que por ley se debe hacer para sanear las finanzas del ente
departamental; conclusión un departamento intervenido económicamente.
Este derroche de avaricia
concluyó con una elección atípica, facilitándole la oportunidad al elector
primario de repudiar (otros manifiestan, y nadie se lo cree, que el cansancio y
una breve campaña sin propuestas de fondo, consintieron esos resultados) la
forma de hacer política presentándose un
abstencionismo del 84% en la pasada elección para gobernador, siendo “elegido” el
político de origen conservador Ubeimar Delgado Blandón con escasos 262.496
votos de un potencial de 3.139.172 votos, significando que solo el 8% de la población apta para votar lo eligió como
gobernador. Una pregunta ¿Es legítimo, desde el ejercicio de la democracia, ese
poder?
Una segunda pregunta ¿Tendrá
Delgado el suficiente poder político para “influir” en la actual bancada
valluna representada en el congreso?
Y si no la tiene… entonces ¿Quien
o quienes que detentan el poder en el Valle del Cauca van a decidir patrocinar
para elegir o reelegir Congresistas?
Apartándonos del nivel
central departamental, que dicho sea de paso poco o nada ha hecho por los
intereses económicos y sociales de la subregión del Norte del Valle; intentemos
analizar el tema en la ciudad de Cartago.
Empecemos recordando que el
abogado Álvaro Carrillo, horas antes de posesionarse el pasado 31 de diciembre
de 2011 a través de los diferentes medios de comunicación, manifestó entregar
las banderas de su partido (en ese momento el Partido Liberal); la primera
lectura: sería que quería evitar lo que le sucedió (la suspensión) a su
antecesor (el votado en las urnas) por participar en política. Segunda lectura:
es un hábil estratega que pretende manejar los hijos del poder tras bambalinas
a la espera de aliarse con el mejor postor y potencial vencedor; recordemos que
para el político todo es posible.
Un año después y seguramente
por aquello del goce de las mieles amargas del poder, podría verse tentado a “insinuar”
sobre candidatos para el Congreso de la República (recordemos que han visitado la
ciudad el precandidato a la presidencia por el nuevo partido de Uribe,
senadores de la U, representantes a la cámara por el partido liberal, y en
general políticos de todas las vertientes); y porque no, dependiendo de los
resultados en el 2014 (siempre se ha dicho que dependiendo de como quede
conformado Congreso, da la pauta de lo que podría suceder en la Alcaldía – debo
advertir que esta hipótesis no funcionó con el actual mandatario, y se derrocho
mucha plata, pero el contexto político local era atípico) “sugerir” candidato para que le suceda en el
2016; por aquello que mejor bueno conocido que malo por conocer.
Entonces formulémonos las
siguientes preguntas: ¿Tendrá Carrillo el suficiente poder político o a través de
su aparente bancada en el Concejo Municipal o quienes hagan sus veces para
postular y patrocinar algún candidato al Congreso de la República?
Y si no lo tiene entonces
¿Quién o quienes los que aparentemente detentan el poder político local,
regional o nacional estarían dispuestos a reelegir o elegir Congresistas y a
cambio de que?
Para intentar resolver las
anteriores preguntas debemos regresar, por un momento, al contexto
departamental y recordar la historia de los barones electorales que durante la
última década intervino en lo local. Pero eso será en otra oportunidad. Amanecerá
y veremos.