“Hicimos
una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos ofendido y estuvimos
dispuestos a reparar el daño que les causamos”
Continuando con el programa
mensual dedicado a llevar el mensaje de Alcohólicos Anónimos, este día lo
consagraremos a un paso que es definitivo en el largo camino de recuperación
del enfermo alcohólico, antiguo borrachín.
Los que hemos tenido el
valor de mirarnos en el espejo de nuestra propia realidad y cuando por fin le
dedicamos un buen tiempo para conocernos y así poder enfrentar la cruel situación
que vivíamos; donde todo giraba alrededor del licor situación que obstinadamente
negábamos, ahora con la ayuda de ese despertar espiritual que viene de ese ser superior
(como cada uno de nosotros lo conciba) poco a poco nos convencimos que el tiempo
de la recuperación se encuentra en A.A.
Después que nuevamente nos había
fallado la fuerza de voluntad, recordemos
que incluso habíamos dejado de beber por espacio de tres meses o hasta tres
años, para volver a reincidir en la bebida, inmediatamente regresaban los
miedos, temores, angustias, iras, celos, rencores; afectando directamente a nuestros seres más queridos padres, hermanos,
esposas, hijos, volvíamos nuevamente a sentir la ruina física y sicológica.
También es cierto que muchos
antiguos borrachines manifiestan abiertamente haber abandonado la bebida desde hace
más de 15 años y que lo lograron sin necesidad de ayuda alguna. A manera de
ejemplo “…Una mañana me levante y en medio de un aterrador guayabo decidí no
volver a tomar…”
Frente a estos testimonios, por principio de humildad, es necesario creerle al Alcohólico; igual
las estadísticas y la experiencia recogida a lo largo de más de 75 años,
demuestra que en caso de suceder, sencillamente es un milagro.
Algunos después de más 15
años de abstinencia pero por fuera del programa, repentinamente enfrentan una
crisis emocional o económica, y luego de una primera copa desatan episodios de
borracheras sinfín que muchas veces los llevan a la cárcel, hospital o al
cementerio.
Otros con serios problemas
de salud (generalmente las patologías no se detectan sino hasta cuando ya han
hecho el suficiente daño colateral y la enfermedad se ha convertido en crónica)
ven diezmada su capacidad productiva y la sana manera de vivir tranquilamente
en una comunidad que añora la paz y la tranquilidad.
Recordemos entonces las
secuelas espirituales derivadas de un eterno guayabo, seres amargados dominados
por la ira, la envidia, el odio y el rencor sentimientos que afectan de manera
directa la parte física, originando enfermedades que afectan al corazón, páncreas,
hígado, retina entre otros.
Entonces ¿como lograr
alejarse de las secuelas físicas y sicologías? la respuesta es sencilla… conociendo
y practicando los doce pasos del programa de A.A.
El Octavo Paso nos envía un claro
mensaje… perdonémonos y pidamos perdón a todas aquellas personas que fueron
victimas de nuestros errores.
No podemos negar que este
paso es terriblemente difícil y se necesita mucho conocimiento de si mismo y valor
para enfrentar dicha realidad; ¿como así que en este paso tenemos que elaborar
una lista de las personas que han sido “victimas” de nuestro errático proceder
y buscarlos para pedirles perdón?
En este punto la gran
angustia es enfrentar la posibilidad de ser rechazado o agredido física o sicológicamente
y seguramente con el convencimiento que lo merecemos.
Este gran paso busca es
vivir en paz y tranquilidad consigo mismo y con los semejantes y seres queridos
que nos rodean.
La guía práctica de los 12
pasos aconseja, durante el paso número ocho,
serenamente mirar detenidamente hacia el pasado e intentar recordar donde, cuando y porque le hicimos daño a
alguien, tomar papel y lápiz y elaborar una
lista de las victimas que sucumbieron física y sicológicamente ante nuestro
orgullo y soberbia principalmente.
Seguidamente perdonarnos por
las acciones cometidas y perdonar a todos aquellos que a manera de desafío y
enfrentándonos nos atacaron física y sicológicamente, pero lo más importante de
todo es reparar el daño causado a aquellas personas que terminaron sufriendo
las consecuencias de sentirnos amos y señores del mundo.
Surge la pregunta… ¿como
reparo? Lo primero que hay que enfatizar es que la reparación no significa
“comprar” o “indemnizar” a la persona afectada.
Eso seria un grave error y
muchos lo comenten, pues después de agredir físicamente y verbalmente, digamos
por ejemplo a la esposa o hijos, muchos tienden a reparar el daño obsequiando
cosas materiales como computadoras, joyas, vehículos, viajes entre otros.
Otros por el contrario asumen
una posición a la defensiva donde el victimario se convierte en victima
generando circuitos de resentimiento hacia aquellas personas que los han
atacado; cuando en realidad lo único que han hecho es defenderse.
En la sincera búsqueda de la
tranquilidad espiritual la mejor manera de reconstruir relaciones rotas o
deterioradas es acudir humildemente y realizar el acto de arrepentimiento para
luego pedir honestamente perdón a todas las personas afectadas y empezar
lentamente a rehacer puentes de comunicación con nuestros familiares, amigos y
conocidos. Amanecerá y veremos.
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