domingo, 23 de diciembre de 2012

LOS DOCE PASOS DE ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS - OCTAVO PASO


“Hicimos una lista de todas aquellas personas a quienes habíamos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño que les causamos”

Continuando con el programa mensual dedicado a llevar el mensaje de Alcohólicos Anónimos, este día lo consagraremos a un paso que es definitivo en el largo camino de recuperación del enfermo alcohólico, antiguo borrachín.

Los que hemos tenido el valor de mirarnos en el espejo de nuestra propia realidad y cuando por fin le dedicamos un buen tiempo para conocernos y así poder enfrentar la cruel situación que vivíamos; donde todo giraba alrededor del licor situación que obstinadamente negábamos, ahora con la ayuda de ese despertar espiritual que viene de ese ser superior (como cada uno de nosotros lo conciba) poco a poco nos convencimos que el tiempo de la recuperación se encuentra en A.A.

Después que nuevamente nos había fallado  la fuerza de voluntad, recordemos que incluso habíamos dejado de beber por espacio de tres meses o hasta tres años, para volver a reincidir en la bebida, inmediatamente regresaban los miedos, temores, angustias, iras, celos, rencores;  afectando directamente  a nuestros seres más queridos padres, hermanos, esposas, hijos, volvíamos nuevamente a sentir la ruina física y sicológica.

También es cierto que muchos antiguos borrachines manifiestan abiertamente haber abandonado la bebida desde hace más de 15 años y que lo lograron sin necesidad de ayuda alguna. A manera de ejemplo “…Una mañana me levante y en medio de un aterrador guayabo decidí no volver a tomar…”

Frente a estos testimonios, por principio de humildad, es necesario creerle al Alcohólico; igual las estadísticas y la experiencia recogida a lo largo de más de 75 años, demuestra que en caso de suceder, sencillamente es un milagro.

Algunos después de más 15 años de abstinencia pero por fuera del programa, repentinamente enfrentan una crisis emocional o económica, y luego de una primera copa desatan episodios de borracheras sinfín que muchas veces los llevan a la cárcel, hospital o al cementerio.

Otros con serios problemas de salud (generalmente las patologías no se detectan sino hasta cuando ya han hecho el suficiente daño colateral y la enfermedad se ha convertido en crónica) ven diezmada su capacidad productiva y la sana manera de vivir tranquilamente en una comunidad que añora la paz y la tranquilidad.

Recordemos entonces las secuelas espirituales derivadas de un eterno guayabo, seres amargados dominados por la ira, la envidia, el odio y el rencor sentimientos que afectan de manera directa la parte física, originando enfermedades que afectan al corazón, páncreas, hígado, retina entre otros.

Entonces ¿como lograr alejarse de las secuelas físicas y sicologías? la respuesta es sencilla… conociendo y practicando los doce pasos del programa de A.A.

El Octavo Paso nos envía un claro mensaje… perdonémonos y pidamos perdón a todas aquellas personas que fueron victimas de nuestros errores.

No podemos negar que este paso es terriblemente difícil y se necesita mucho conocimiento de si mismo y valor para enfrentar dicha realidad; ¿como así que en este paso tenemos que elaborar una lista de las personas que han sido “victimas” de nuestro errático proceder y buscarlos para pedirles perdón?

En este punto la gran angustia es enfrentar la posibilidad de ser rechazado o agredido física o sicológicamente y seguramente con el convencimiento que lo merecemos.

Este gran paso busca es vivir en paz y tranquilidad consigo mismo y con los semejantes y seres queridos que nos rodean.

La guía práctica de los 12 pasos aconseja, durante el paso número ocho,  serenamente mirar detenidamente hacia el pasado e intentar recordar  donde, cuando y porque le hicimos daño a alguien,  tomar papel y lápiz y elaborar una lista de las victimas que sucumbieron física y sicológicamente ante nuestro orgullo y soberbia principalmente.

Seguidamente perdonarnos por las acciones cometidas y perdonar a todos aquellos que a manera de desafío y enfrentándonos nos atacaron física y sicológicamente, pero lo más importante de todo es reparar el daño causado a aquellas personas que terminaron sufriendo las consecuencias de sentirnos amos y señores del mundo.

Surge la pregunta… ¿como reparo? Lo primero que hay que enfatizar es que la reparación no significa “comprar” o “indemnizar” a la persona afectada.

Eso seria un grave error y muchos lo comenten, pues después de agredir físicamente y verbalmente, digamos por ejemplo a la esposa o hijos, muchos tienden a reparar el daño obsequiando cosas materiales como computadoras, joyas, vehículos, viajes entre otros.

Otros por el contrario asumen una posición a la defensiva donde el victimario se convierte en victima generando circuitos de resentimiento hacia aquellas personas que los han atacado; cuando en realidad lo único que han hecho es defenderse.

En la sincera búsqueda de la tranquilidad espiritual la mejor manera de reconstruir relaciones rotas o deterioradas es acudir humildemente y realizar el acto de arrepentimiento para luego pedir honestamente perdón a todas las personas afectadas y empezar lentamente a rehacer puentes de comunicación con nuestros familiares, amigos y conocidos. Amanecerá y veremos.

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