“Admitimos
ante Dios, ante nosotros mismos, y ante otro ser humano, la naturaleza exacta
de nuestros defectos”
En este paso un par de propósitos
debe observar la mente del enfermo alcohólico… la primera, mantener la
sobriedad, y de la cual se desprende la tradicional despedida del alcohólico
cuando concluye su compartir diario frente al grupo…”…compañeros felices 24
horas…”
Y no es otra cosa que desear, esperar y pedirle con fe al ser
superior; que dentro de esas próximas 24 horas, el borrachín, no piense y mucho
menos ingiera una gota de licor.
Lo anterior, por cuando después
de haber emprendido el camino de la recuperación, la obsesión de beber
desaparece totalmente y solo nos acompaña el deseo de ayudar, aunque sea a una
sola persona, a salir del infierno del alcohol.
El otro propósito es lograr
la tranquilidad del espíritu; y es aquí donde usted atento y respetado lector se preguntará…
bueno y ¿qué es eso de tranquilidad del espíritu?
Déjenme escribirle que esa
tranquilidad se ve reflejada en una mirada profunda, en una voz pausada y calmada, en un
caminar tardo pero seguro, en un sonreír sincero, en un escuchar atento, en un
compartir honesto, y en una amistad sincera.
La otra cara de la moneda es
el borrachín que no “mira”… solo “ve” el momento propicio para beber; no habla…siempre
grita; no camina… corre afanosamente hacia el abismo; no sonríe… solo sufre internamente;
no escucha…. se aísla y se convierte en un títere de las circunstancias; no
comparte… solo se dedica a atropellar a los personas que le rodean; no tiene
amigos… porque los que lo rodean solo desean lo peor para él y el aparente beneficio
para ellos mismos.
El programa de los doce
pasos enseña que no podemos vivir a solas y con nuestros miedos y problemas más
apremiantes, la solución es compartirlos.
Máxime si en el anterior
paso, hicimos sin miedo un inventario moral de nosotros mismos; no obstante lo
anterior se hace necesario vencer el pánico de compartir con Dios y con otro
enfermo alcohólico la naturaleza exacta de nuestros defectos.
Es cierto que usted, amigo borrachín,
hizo una lista (inventario) personal, familiar y social donde incluye todos o
parte de sus principales defectos de carácter (pecados capitales- soberbia,
envidia, ira, pereza, avaricia, gula y lujuria) igual pudo incluir otros como
reconocer el ser rencoroso, posesivo, celoso y malicioso entre muchos otros.
No obstante lo anterior, el problema
radica en que todas aquellas cosas que realmente le molestan y le enojan, no escribe
nada sobre ellas, se las guarda.
Ciertos recuerdos
angustiosos y humillantes, no los comparte con usted mismo y mucho menos con otra
persona; celosamente son archivados en secreto, nadie más los conoce y generalmente
desea llevarlos a la tumba.
Nuevamente el programa
insiste en que es necesario sincerarse consigo mismo y compartir esa carga emocional
con otra persona de su confianza pudiendo ser un compañero alcohólico, un
sacerdote, un pastor o un medico.
Lo anterior equivale a
reconocer claramente lo que somos realmente, seguido de un gran esfuerzo de
llegar a ser lo que podemos ser.
Si no tomamos esta decisión,
lo que seguramente ocurrirá es que terminemos siendo lo que los demás desean sobre
nosotros por capricho, oportunidad o venganza.
Lo fundamental es hacer
unidad con Dios (como cada uno de nosotros lo conciba) y con el hombre, tan
necesario para salir del aislamiento (así esté rodeado constantemente de mucha
gente) al compartir abierta y sinceramente la terrible carga, remordimientos y
sentimientos de culpabilidad que no dejan espacio al reposo y evita que llegue
la tan anhelada sobriedad.
Nunca pierda de vista que
Alcohólico es toda aquella persona que cada vez que se toma unos tragos y como
resultado de los mismos al día siguiente de la francachela familiares, vecinos o amigos le hacen
comentarios jocosos o airados reclamos… y usted simplemente se defiende y
reacciona manifestando que no recuerda nada de lo ocurrido.
Pero vamos un poco más allá
de la problemática del consumo de alcohol y se presenta cuando su vida se parte
en dos ya que, usted atento y respetado borrachín,
empieza a acompañar sus tragos con otro tipo de sustancias y termina haciéndole
trampa a su vida personal, familiar y profesional; sin querer comprender que
todos, especialmente sus verdaderos amigos, lo estamos viendo al borde del precipicio. Amanecerá
y veremos.